(Ocho años después)
Puedo comenzar contándoles dónde nací, pero en realidad no lo sé, nos hemos mudado tantas veces que ya no sé cual lugar puedo considerar mi hogar, donde estoy viviendo ahora se asemeja a lo que una persona normal puede llamar hogar y extrañamente mi familia de sangre no está compartiendo mi techo. Mi madre, Isabel Subranni, es profesora de secundario, nunca le atrajo la idea del compromiso por eso cada vez que tenía una especie de relación con un hombre a las pocas semanas desaparecía, lo hizo unas cuantas veces, pero la razón más importante fue cuando quedaba embarazada y eso sucedió tres veces, una cuando estaba esperando a mi hermano mayor Pablo, otra cuando se embarazó de mí y otra cuando lo hizo de mi hermano menor Andrés. Ninguno de nosotros sabe quién es su padre, lo único que sabemos es que no son los mismos. En realidad nunca nos importó, nadie nos buscó y ni nos reclamó, así que hicimos de nuestra pequeña y disfuncional familia lo más funcional posible. Y nos sirvió porque no nos faltó el amor, ni los consejos ni nada, los cuatro éramos felices juntos.
Varias personas dirán que soy lo más normal y corriente que existe, físicamente soy parecida a mi mamá, excepto en los ojos que ella los tiene castaños y yo verdes, mi pelo es rubio oscuro y ambas heredamos unas curvas merecedoras de cumplidos. He pasado de ser una romántica incurable, tan enamoradiza y empalagosa que los hombres siempre terminaban huyendo de mí a los pocos días, a ser una experta jugando póker clandestino y darle rienda suelta a mi vida sexual, solo una persona conoce esas dos personalidades, solo una persona me dio la suficiente confianza en mí misma para cambiar por completo, hubiera sido imposible sin mi amigo Noel a mi lado siempre.
Recuerdo cuando tenía cinco años, estábamos en un pequeño pueblo bastante lejos de la capital, el novio de turno de mi madre me había regalado una pileta de lona para los días de calor (los días allá eran insoportablemente calientes), Pablo la había armado a pesar de que solo me llevaba cuatro años, hizo lo mejor que pudo y un par de horas después estaba chapoteando feliz mientras él me vigilaba. Luego de que había saltado unas cuantas veces desde una de las esquinas de la pileta mientras gritaba "¡bomba!", se escucharon movimientos en la casa de al lado la cual estuvo deshabitada por mucho tiempo, Pablo me ordenó que no saliera de la pileta y fue a investigar lo que sucedía, a los pocos minutos regresó y me contó que tendríamos nuevos vecinos. No podía estar más contenta, si llegara al pueblo un niño o una niña de mi edad por fin tendría un amigo con quien jugar, estaba eufórica y comencé a salpicar y reírme sin parar. Pero cuando un niño de cabello enrulado de color castaño y unos ojos de color avellana atravesó mi jardín mi mundo dejó de girar, él me sonrió mientras se acercaba, preguntó mi nombre y si podía meterse al agua conmigo, me hice a un lado para darle espacio. Aquel niño era Noel y desde ese momento nos volvimos inseparables.
Meses después mi madre quedó embarazada de Andrés y tuvimos que mudarnos, le supliqué que nos quedáramos, que no podía separarme de mi nuevo amigo, recuerdo que lloré muchísimo, incluso le pedí a mi hermano que me ayudara a convencerla pero por más que lo intentamos solo conseguimos dilatarlo hasta que a mamá se le comenzó a notar la panza. Recuerdo que tomé fuerte la mano de mi amigo mientras terminaban de cargar el auto con todas las cosas.
— No te la lleves – le decía Noel a mi mamá, ella acarició su rostro y le sonrió.
— Sé que lo comprenderás cuando seas mayor, Noel, pero no te preocupes, ella no dejará de verte ni de llamarte, prometo que te llamará todos los días. ¿De acuerdo? – él asintió con su cabeza mientras aferraba con fuerza mi mano y una lágrima recorría su mejilla, clavó sus ojos en mí, esos ojos avellana tan profundos y supe que nunca nos separaríamos, un nudo se me hizo en la garganta cuando finalmente nos alejamos en el auto de mamá.
Una vez que terminé el secundario, harta de aquel maldito pueblo donde habíamos pasado más de diez años y cuando los arrumacos de mi madre con su novio al que finalmente no despachó comenzaban a darme repulsión, tomé la decisión de mudarme a la capital para estudiar Edición Editorial, que era lo que más amaba hacer y cuando les conté lo que había decidido, toda mi familia se revolucionó, incluso el novio de mi mamá al que ya estaba mirando con mala cara por entrometerse en asuntos familiares que no le correspondían. Noel, que prácticamente vivía en mi casa, calmó las aguas diciendo que iba a mudarse también a la capital, no conmigo pero sí cerca. Siempre creí que se había decidido en ese momento, pero no me importó, porque tenerlo a mi lado era lo más importante, mi ancla al mundo real.

ESTÁS LEYENDO
Incandescente - Parte de mí {COMPLETA}
RomanceTengo el trabajo perfecto, una familia disfuncional perfecta, los amigos perfectos; pero el amor... viene siendo lo más difícil de alcanzar. Por suerte tengo a ese amigo incondicional que es Noel, que siempre estuvo ahí en los momentos difíciles y e...