Cinco - Cena con un imbécil

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 Mientras me quedaba como idiota mirando sus increíbles ojos grises, él no podía ocultar su risa. La incredulidad estaba plasmada en nuestras miradas. Me tomó unos segundos reaccionar.

— ¿Es una maldita broma? – dije procurando inútilmente ocultar mi frustración mezclada con asombro, él se acercó con paso seductor (sí, él podía caminar de esa forma) y plantó un beso en mi mejilla, volví a quedarme helada.

— Créeme, estoy tan sorprendido como tú. En realidad cuando tu jefe me dijo "La señorita Subranni se comunicará con usted" – dijo imitando la voz grave del señor González – automáticamente me acordé de tu rostro. ¿Es una buena jugada del destino, no te parece?

— Sí, el destino quiere que finalmente termine ahorcándote. Vamos a terminar con esto. — Creo que quisiste decir que vamos a comenzar con esto... — dijo doblando su brazo para que lo tomara, pero pasé de largo. Me paré frente al único auto que encontré con la puerta abierta, él se acercó y la sostuvo para que entrara, mientras daba la vuelta por detrás llamé a Noel.

— Nunca me vas a creer con quien estoy en este momento... – susurré.

— ¿Por qué susurras, nena? Dime ya o tendré que bajar y ya estoy en paños menores. — ¿Y tu clientela? Sebastián debe estar encantado por verte así. — Tengo el "turno" para dentro de tres horas, tiempo justo para verte llegar sana y salva, y no te preocupes que creo que aprendí, estoy en tu habitación. ¿Me vas a decir con quién estás o tengo que asomarme por el balcón? – pero corté en cuanto Blas entró y a los pocos segundos escuché la puerta de mi balcón abrirse, junto con unos cuantos insultos del novio de mi amiga y un "¡No me jodas!" de Noel, saqué mi cabeza por la ventanilla mientras Blas o Máximo ponía en marcha su coche.

"¡No jodas... El bastardo!" – no pude evitar reírme cuando leí el mensaje, Blas me miraba extrañado.

Llegamos al restaurante, era siempre el lugar acordado para cualquier tipo de reunión. Mientras la camarera nos entregaba los menús, yo comencé la conversación lo más profesional y laboral que pude, tragándome los insultos que había pensando para él mientras reinaba un completo silencio.

— ¿Has llegado a ver la nueva portada? – él negó con la cabeza y yo saqué el sobre blanco de mi cartera para enseñárselo. Lo miró con los ojos más abiertos de lo normal, tanto que su color gris podía escaparse de sus ojos.

— Wow, podría ponerme muy celoso en este momento – enarqué una ceja.

— Vamos "me dicen Blas o Máximo", somos grandes y esto es una reunión de negocios, no estoy dispuesta a jugar en este momento.

— ¿Sabes? Jamás se me hubiera cruzado pensar que estuvieras dentro de este ambiente – dijo haciendo caso omiso a mi comentario. – Pensé que quizá serías una especie de modelo.

— ¿Modelo? Por favor, estamos trabajando... — pero sentí un poco de curiosidad — ¿Por qué pensaste eso?

— Por tu cuerpo, tu actitud de llevarte el mundo por delante sin importarte nada. Modelo o una alta ejecutiva – enarqué una ceja.

— ¿Alta ejecutiva con veinticinco años? Recién estoy por graduarme como Editora – dije y me maldije por haberle dicho algo de mi vida personal.

— Vamos avanzando, ahora sé un poco más de tu vida – sonrió — ¿Hace cuanto que trabajas con González? – negué con la cabeza.

— Vinimos a discutir de tu libro, Blas, enfoquémonos en eso. He estado pensando en crear una página de Internet y subir el primer capítulo, como para que los lectores se familiaricen un poco más. ¿Es tu primera novela con nosotros?

Incandescente - Parte de mí {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora