Veinte - Visitas inesperadas

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 Sasha tenía un aspecto terrible, demacrada, con ojeras que le llegaban al piso. Era sábado y Sebastián había ido a visitar a su familia todo el día, ella no fue por lo mal que sentía. Después de un par de insultos a su novio y nombrar a toda su familia (y no de la buena manera) decidí que era el momento ideal para contarle de mi recién descubierto padre.

— Me estás mintiendo... — dijo y algo de rubor coloreó sus mejillas pálidas. Negué con la cabeza – Tu jefe es tu padre ¿Quién lo hubiera pensado? Tú mamá es terrible, Nila, debería aprender de los beneficios de la protección durante el sexo – reímos un rato.

— Creo que él quiere algo más de mí, quiere una relación padre / hija y no sé si estoy preparada para eso. O sea, crecí toda mi vida sin un padre y ahora que lo tengo no tengo idea qué debo hacer con él.

— ¿Tiene más hijos? – dijo mientras masticaba lentamente una galletita de agua.

— Me ha dicho que no, pero vaya uno a saber si tiene otras historias con otras profesoras. Tampoco se ha casado, lo que me extraña porque es guapísimo. Pero por lo que me contó la secretaria parece ser que no es tipo de una sola mujer, siempre anda con una distinta, no se apega a nadie.

— Uh, me hace acordar a alguien... — dijo con una sonrisa. – No tienes por qué preocuparte Nila, seguramente la relación se dará sola. Sé tú misma, siempre.

— Ahora cuéntame tú por qué motivos tienes esa cara de muerta viva – espeté lo bastante seria como para que no divague y salga con otro tema. Ella se quedó unos minutos pensando. – Vamos, sabes que quieres decirme qué te está pasando...

— Sí, lo sé. No se lo he contado a nadie todavía, ni siquiera a Sebastián – me acerqué a ella procurando escuchar sus susurros, su voz se quebró al final – Perdí un embarazo – dijo mirando su vientre y yo me quedé helada observando cómo acariciaba su panza con su mirada cargada de nostalgia.

— ¿Qué es lo que no sabe Sebastián? ¿Qué estabas embarazada o que lo perdiste? – Sus ojos se llenaron de lágrimas y comprendí las razones de su matrimonio sorpresivo – Él solo sabe que estás embarazada.

— Sí, Nila, estaba tan feliz cuando se lo dije. Siempre que salimos se detiene delante de las vidrieras con cosas para bebes y entra. No quiero darle esta noticia, lo destrozaría.

— Tú estás destrozada Sasha, tendrías que compartirlo con él y no sufrir sola. Se tienen que apoyar en todos las situaciones, en las buenas y en las malas.

— Lo sé, Nila, quédate conmigo cuando se lo cuente, por favor – sus ojos estaban rojos de tanto llorar y su respiración era irregular. Tuve que decirle que no – Por favor, eres mi amiga, se supone que deberías también estar en las buenas y en las malas.

— Pero esto es algo que tienen que enfrentar solos. Tienen que hablarlo. No deberías ocultarle la verdad, Sasha, se supone que no deberías empezar un matrimonio con una mentira, todo decae después – bajó la cabeza y volvió a acariciar su barriga.

— Creo que lo sentí moverse una vez – dijo entre sollozos. – Sabes, ese día que pasé en el hospital le dije a Sebastián que pasaría el día con mamá, fue tan doloroso recibir la noticia sola, ni siquiera te tenía a ti a mi lado. ¡Dios, fui tan estúpida! – Se golpeó la cabeza con la mano y la detuve para abrazarla – La semana próxima tengo que ir a hacerme una ecografía para saber si he sanado bien y quiero que me acompañes.

— Solo si me prometes que hoy vas a contarle toda la verdad a Sebastián – hizo una cruz sobre su pecho con su mano derecha y solo la abracé un buen rato.

Incandescente - Parte de mí {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora