Catorce - Cambios inesperados

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— ¿Almorzamos? – preguntó Noel mientras me alzaba en sus brazos para bajarme de la moto en la puerta del edificio de la editorial; sentí un suave cosquilleo cuando nuestros cuerpos quedaron frente a frente, él sonrió con su mirada algo perversa cuando lo notó, le di un leve empujón que lo hizo tambalearse.

— A la una, aquí abajo, te ruego que no subas...

— Vamos, nena, si te encanta ser el centro de atención... — olvidaba que me conocía a la perfección — ¿No quieres que otras mujeres me vean o tienes miedo de que intente algo con ellas? Sabes que ahora solo tengo ojos para ti... no necesito a otra – mi sonrisa tonta se hizo presente una vez más.

— Está bien – Sabía que me gustaría la idea de comprobar que decía la verdad – te esperaré arriba, pero nada de armar revuelo ¡Qué idiota! – Dije golpeándome la frente con la palma de mi mano – aunque no lo quieras las mujeres se te acercarán como bichos a la luz – ladeó una sonrisa mientras se acercaba abruptamente a mí y me besaba, así como solo podía hacerlo él, apasionado, sediento, jugando con mis putas mariposas. Mis rodillas se aflojaron en cuanto se apartó y su sonrisa volvió a transformarse en algo pecaminoso. – Jesús, Noel, compórtate que estamos en un lugar demasiado público.

— Eso nunca te frenó, nena – dijo jalándome de nuevo hacia él y las mariposas se transformaron en halcones hambrientos, pero se calmaron cuando vi que Noel abrió los ojos y observaba divertido algo o alguien por encima de mi hombro. René estaba sonrojada por nuestra demostración de afecto y su vista estaba fija en el suelo. Me disculpé apenada y me despedí de Noel, que no le importó en lo más mínimo que mi asistente estuviera presente, pues me besó nuevamente con demasiada intensidad. Mientras nos alejábamos de él me di vuelta un par de veces para verlo montar su moto, ambos teníamos esa sonrisa estúpida en nuestros labios.

— Así que finalmente sucedió – dijo René cuando entramos al ascensor, Jesús, ¿tanto se me notaba que estaba completamente enamorada de mi amigo que hasta ella se dio cuenta?

— Sí, creo que era cuestión de tiempo – dije con otra sonrisa tonta.

— Pues te felicito, hacen una pareja increíble – dijo mirándome y volvió su vista al frente, como si nada hubiese pasado.

Durante la mañana estuve leyendo un manuscrito que había llegado hace un par de días y que por la cantidad de trabajo que tuve con la presentación de Blas no pude leer. Era bastante entretenido, parecido a Los juegos del hambre, no era mi lectura favorita pero pensé que quizá iba a tener una muy buena venta entre la gente joven. Después de darle una repasada me di cuenta que mi lugar en la editorial estaba entre la literatura juvenil y estaba dispuesta a proponerle ese cambio a mi jefe. La empresa no tenía ramas distinguidas para distintos tipos de lectura, era como un embrollo de categorías que siempre me pareció de lo más estúpido ya que podría organizarse mejor. Me armé de valor y envié un email a mi jefe con mi propuesta, pasaron las horas y no recibí ninguna respuesta. Faltaban tres minutos para la una de la tarde y mi estómago rugía pero estaba segura que no era de hambre, pronto escuché un revuelo en recepción, puertas abrirse, murmullos y risas femeninas. Noel había llegado. El teléfono sonó y René me avisó que él estaba aquí. Mi sonrisa se incrementó a medida que sentía sus pasos sobre el parqué cuando se aproximaba a mi oficina. Sí, lo sentía y sabía que era él.

Llamó a la puerta y entró, llevaba su equipo deportivo, se veía bastante cansado y transpirado, pero eso no lo detuvo cuando cerró la puerta y se acercó dando grandes zancadas hacia mí; no lo dudó ni un segundo cuando tomó la parte de atrás de mi cabeza y me acercó a él para que luego de un suspiro que logró que mis mariposas retomaran su vuelo, me besara haciendo que esas pequeñas y hermosas mariposas se transformaran nuevamente en hambrientos halcones, sin embargo tampoco pude parar, no quería, solo deseaba cerrar con llave, bajar las persianas y tirarlo sobre mi escritorio. Sí, tengo una mente retorcida y todos estos años bajo la tutela de Noel me han convertido en una mujer lo suficientemente necesitada cuando alguien realmente me gustaba y esa sed se acrecentó más porque él no era cualquier hombre, él era mi hombre y lo amaba y él a mí. "Te extrañé", dijo entre suspiros mientras pasaba sus manos por mi pelo.

Incandescente - Parte de mí {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora