Yasmina Blanco ya se ha vestido, solo le falta ponerse los complementos y estará lista del todo. El chofer la llevará a recoger los zapatos que encargó hace dos días. Ser la hija del director de una de las empresas de perfumes más prestigiosos del mundo te hace poder disfrutar de ciertos privilegios, como que las tiendas se den más prisa en conseguir los artículos que quieres.
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Se despide de otro cliente con una sonrisa en la cara, una de las virtudes que tiene Julián Díaz es poder sonreír aunque por dentro la preocupación le invada. Hace más de un año que no convive con su tío y que acabó Medicina, aunque si hubiese sabido que no encontraría trabajo como médico, no habría pedido ese dichoso préstamo para el apartamento donde ahora vive. Trabaja como dependiente en una tienda de ropa, zapatos y complementos para mujeres y, con el sueldo que gana, apenas le da para pagar la hipoteca, la luz, el agua, el gas, el seguro del coche, la gasolina... y comprar algo de comida.
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El coche del padre de Yasmina está aparcado enfrente de la tienda donde ella pidió los zapatos. Tomás, el chofer, ha ido a buscarlos y la chica de 17 años se ha quedado dentro del vehículo. Ella siente otra vez esa sensación de añoranza. Necesita ver su foto de nuevo, así que, saca el móvil de su bolso naranja, lo desbloquea y se ve, como tantas otras veces, de la mano de Álvaro Castillo. Este es el chico del que sigue enamorada, a pesar de que ya hace dos meses que le rompió el corazón. Entonces, ve a Tomás, que sostiene la caja que debe contener esos hermosos zapatos, saliendo de la tienda pero no va solo, otro chico de unos 24 años le acompaña. El chofer se monta en el asiento del conductor al tiempo que se despide del otro chaval.
-¿De qué os conocéis?- pregunta Yasmina.
-Soy Julián , el que acaba de darle a tu chofer tus tacones azul turquesa del número 37. Tengo que seguir con mi turno de tarde pero la verdad es que necesitaba coger un poco de aire. ¿Tú debes de ser Yasmina Blanco?-
-Sí, la misma.
-Tu padre es el gran empresario ¿verdad?
-Sí, ese hombre y yo tenemos la misma sangre –contesta divertida.
-¿Me das tu teléfono? ¿Podría llamarte algún día o mandarte algún mensaje?
-Claro-busca en su bolso algo con lo que apuntarle su número al dependiente –lo siento, solo tengo clínex, espero que se vea bien-le entrega el clínex escrito, se despiden y el coche arranca.
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Este encuentro provoca diferentes sensaciones en los dos protagonistas: Ella piensa que el dependiente podría llegar a ser un buen amigo. Julián, por su parte, ha sucumbido sin remedio a la belleza y simpatía de ella y, en ese momento, hasta los poros de su piel gritan en silencio el nombre de la hija del magnate.
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Un ángel ilumina su vida
RomansaElla es la hija adolescente de un multimillonario y él, un Licenciado en Medicina. Aparentemente, no tienen nada en común, sin embargo, vivirán una historia de amor sin límites.