20. En el fin.

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Todos estaban en la recepción de la torre principal de Troya. Kiochi habló primero:

— Yo creo que deberíamos regresarles el ataque.

— Nos superan en número —dijo Zuaa.

— Pero no en fuerza —comentó Sam—, tenemos a Félix y a Stevonnie.

Greg alzó los hombros:

— A veces creo que si nos falta Tony.

— Claro que les falto, sin mi ustedes andan como ovejitas descarriadas. —Era Tony. Sus ojos azules a causa de la inversión, su armadura blanca perfectamente pulida, su sonrisa déspota.

Era Tony.

Todos estaban sorprendidos ante su aparición, pero Arya alzó la mano y le apuntó con ésta sin pensarlo mucho.

— Si haces algo tonto, estás muerto.

— Oh vamos Arya —Hizo un ademán para restar la tensión y se quitó su armadura—. Sabes que mientras tenga el whisky frío, el café caliente y los homosexuales locas locas, estoy tranquilo.

Hiro se rió con el comentario. La mujer bajó su mano.

— ¿Ahora vienes a ayudarnos o algo así?

— A ver al abuelo y mejorar la seguridad de mi ciudad--

— Ya no es tuya, Anthony —lo interrumpió Greg.

Él se encogió entre sus hombros.

— Quien sabe, prefieren que sea mi ciudad a que sea la ciudad de Doom.

Tadashi asintió, convencido.

— Eso es cierto, además Doom ya tiene la suya.

— Tengo una linda sorpresa para los Latverianos, puedo deshacer ese estúpido país en cinco minutos, y hacer un parque de diversiones o algo así. ¿Les parece?

Connie se levantó, su rostro expresaba confusión y enojo.

— No Tony, la responsabilidad es de Doom, no de Latveria.

— Me parece mala idea. — Arya frunció el entrecejo—. No vamos a matar gente inocente por esto.

— Pfft, aburridos.

Arno le miró casi con recelo.

— Haz lo que tengas que hacer y vete, Tony.

— Menos destruir Latveria —especificó Arya.

Tony sonrió de forma sarcástica.

— Qué graciosa eres.

Latveria.

Deathstroke desayunaba en el comedor, estaba muy golpeado. Kairo entró, encontrándolo.

— ¿Quién te metió esa madriza?

— Que fino eres. Sentry, en Troya.

— ¿El que le cae mal a Dante?

Dante gruñó.

— Es un maldito, todos los Stark me desagradan.

— Yo no tengo nada contra ellos. —Maxie se encogió entre sus hombros.

— ¿Y entonces qué haces aquí? —Morgan arqueó una ceja.

— El caos.

— Yo tampoco. —Bill flotó sobre ellos—. Y todos te desagradan, Dante, menos Arya.

Stark Chronicles: Fase 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora