21. Días Solitarios.

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Arya se encontraba en el castillo oscuro de Black Swan, recostada en una cama de estilo gótico con sábanas blancas. Escuchaba gritos provenientes del pasillo, probablemente Amy le llevaría un nuevo juguete. Y no se equivocó, pues la mujer entró en una ropa interior negra de encaje, con una mujer sangrando y jadeando.

— Sarah Barnes, el Soldado de Invierno. ¿Te gusta? —Le sonrió.

— Bastante.

Se dio la vuelta, recostándose de bruces. Se dio cuenta que estaba usando un camisón de seda rojo, con un collar rubí con una piedra blanca con un símbolo de un cisne dentro de ésta.

Black Swan soltó un momento a su víctima. Caminó hacia Arya, con una mirada coqueta.

— Esta fue difícil, pero la atrapé. Sólo lo mejor para mí conejita... —La tomó de la cintura—. ¿Me extrañaste?

— Por supuesto. —Dejó una veloz y traviesa lamida en sus labios, sonriéndole de forma coqueta.

Ella sonrió de una forma un tanto sombría, pero linda y la besó. Arya correspondió, emitiendo un apenas perceptible ronroneo contra sus labios. Cegada en el OBEY, realmente había amado a esa mujer.

— S-Son unas dictadoras. —Les interrumpió Sarah, con la voz ronca—. Morirán por esto...

Arya volteó a ver a Sarah, acercándose a ella y alzándole del mentón. La soldado jadeaba con sangre en su boca. La mejor asesina del mundo frente a ella, moribunda. Era un espectáculo sin duda para disfrutar, por lo que se relamió los labios.

— ¿Que harás con ella, Ary~?

— Me emociona... —Presionó sus mejillas, haciendo que abriera la boca.

Black Swan sonrió, macabra. La respiración de Sarah aumentó ante esto y comenzó a retorcerse.

— Abre más la boca, me lo agradecerás. —Arya abrió la boca de igual manera, acercándola a la de Sarah, pero sin llegar a tocarla. Una serpiente salió de ésta, entrando en la del soldado.

BS aplaudió, mientras Sarah se fue de bruces al suelo a la par que la serpiente se introducía más en sus entrañas. Hizo que alzara su cabeza con magia para disfrutar de su expresión. Su expresión de asco y dolor. La serpiente se removió, golpeándose contra su estómago, buscando salir por éste. BS la abrazó desde atrás.

— Amo tus hechizos.

— Lo sé, son increíbles. —Ladeó la cabeza, moviendo su mano para hacer que la serpiente se dividiera en muchas, que se movieron por sus entrañas.

BS le dio un beso en la mejilla, mientras Sarah se retorcía por el espantoso dolor. Sonrió al sentir el beso, volviendo a mover su mano.

— Te devorarán por dentro, Sarah.

Se inclinó frente a ella, alzándole del mentón. Con otro movimiento de su mano, pequeñas heridas se abrieron en el cuerpo de ésta, cortadas que sangraban bastante. Sabía que a Black Swan le gustaba la sangre, lo hacía para divertir a su ama. Los gritos de Sarah hicieron inaudibles los grititos y saltitos de emoción de Black Swan.

— Oh, te amo tanto...

— ¿Dime, Sarah, duele? — Sonrió, pasando sus dedos por una herida sangrante, clavándolos en la carne viva.

Sarah gritó con más fuerza. Black Swan sonrió, complacida.

— Es lo que pensé. —Se llevó los dedos a la boca, saboreando la sangre.

— ¿Qué tal sabe?

— Los asesinos tienen sangre amarga. —Jaló el cabello de Sarah hacia atrás—. No estás llorando lo suficiente, quiero que me pidas piedad.

Y pasó lo que menos esperaba. Sarah le escupió. Era más sangre que saliva, pero la había deshonrado. Esto la llenó de furia, frunció el entrecejo y le jaló el cabello tan fuerte que le arrancó algunos mechons

— ¿Quieres hacerlo difícil? Bien... —Se puso de pie, chasqueando los dedos. Si era posible, el dolor dentro de su estómago se hizo mayor, además de que sintió como si se estuviera quemando.

BS miraba molesta al soldado, quien, con sus últimas fuerzas, sonrió.

— M-Me diste... Lo que todo s-soldado b-bu-busca... Una muerte digna. Te veo en el I-Infierno.

Cayó de bruces y no se movió más. Arya la miró con asco y pateó el cadáver, apartándose un largo mechón de cabello castaño del rostro. Siempre que mataba a alguien, dentro de ella se sentía vacía.

— Patética.

— ¿Te traigo otro, conejita? —Amy llamó su atención, haciendo que girara el mentón para verla—. ¿O ahora me harás gritar a mí?

— Prefiero hacerte gritar a ti... —Ronronreó, mirándole con una sonrisa coqueta y maliciosa

Black Swan se tiró en la cama, y Arya gateó hasta posarse sobre ella. La besó de forma apasionada y delineó su figura con una mano. Blacky no tenía muchas curvas, pero era atractiva. Se separó del beso y bajó los labios a su cuello, lamiéndolo y deleitándose con los suspiros de Amy. A continuación, la mordió a la par que apretó uno de sus pechos. Esto la hizo gemir y rodear la cintura de la Stark con sus piernas, apegándola a su cuerpo con necesidad.

Fue bajando los besos y las lamidas por su cuello, sus omóplatos, sus pechos hasta su abdomen, dejándole algunas marcas rojas que resaltaban en la piel tan pálida del cisne. Ésta se retorcía de placer y repetía "conejita" una y otra vez. Estaba besando su abdomen, sobre la ropa interior cuando sintió dolor. Un dolor indescriptible. Demasiado fuerte. Se sentó sobre ella y gritó.

— ¿¡Qué pasa!?

Arya logró sostener su peso con un brazo en el colchón, mientras con el otro tocaba su abdomen.

— Duele, duele demasiado... —Cuando alzó la cabeza a Black Swan, sus ojos ya no eran negros con rojo, sino castaños—. ¿Qué...?

Miró sus manos, estaban manchadas de sangre. Y el cuerpo de Black Swan también.

— Oh, no... Nonononono, mi amor...

— ¡Cállate! —Se dobló sobre sí misma, sollozando de dolor—. ¡Soy un monstruo!

El dolor se hizo demasiado intenso, abrazándola totalmente. La cabeza le dio vueltas y todo se volvió negro. Pensó que se desmayaría. Pero eso no pasó, sino que despertó. Y gritó con tanta fuerza que le dolió la garganta.

Hiro entró corriendo a la habitación. Dormía al lado de ella y era lógico que fuese el primero en escucharla. La miró con terror puro en su rostro.

— ¡Arya!

La mujer se aferró a las sábanas, cerrando los ojos con fuerza. Estaba llorando, pero no en silencio como era usual, sino que gimoteaba alto, de una forma dolorosa y frágil. La Fuerza Fénix no tardaría en apoderarse de ella, y le haría daño a sus hermanos. "¡No!" No podía permitirse hacerles daño. No otra vez. Con un parpadeo desapareció y se encontró en un campo solitario a las afueras de Troya. Y ahí, volvió a gritar.

Tony y el resto estaban en la habitación de Arya.

— Es tu culpa, Anthony. Debiste irte...

— Tienes razón, y eso haré, Gregory.

Tony se fue, dejando a los Stark restantes con miles de preguntas.

Stark Chronicles: Fase 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora