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Lorica, Colombia. 1992

A mediados de noviembre inició la lluvia, y con ella los charcos de pantano que se encargaban de dar trabajo a los niños del orfanato que por solo mil pesos limpiaban paredes y ventanas de la parroquia y el salón magistral, donde el cura y los mas importantes mandos de Lorica se reunían a tomar café al natural, sin azucar, ya que muchos de los viejos sufrían de enfermedades malignas, como la diabetes, la cual era una mas de las tantas culpas de las que María purísima y el santo Cristo se veían obligados a enviar a causa de los pecados y aberraciones de los pueblerinos. Avril acababa de terminar con las ventanas del corredor trasero cuando sor Lucía la hizo llamar a la oficina. Poco después, Avril, la niña de cabello oscuro de no mas de diez años según el registro, estaba justo en frente de quienes serian sus nuevos padres: Claudio Visentin y Aurora Abriano, dos importantes miembros de la sociedad romana.
Y como a la monja le era grato el dinero extranjero de los Visentin, no dudo nisiquiera un instante en acomodarlos como reyes antes de que la pequeña Avril llegará; peinada y vestida como una niña decente, una sonrisa fingida y unos zapatos de charol.
-Querida, tienes el beneficio de que siendo tú tan miserable, le hallas gustado a los señores-Decía sor Lucía, acomodándose el manto.-Ademas-Prosiguió-
Tendrás la posibilidad de ser una chica educada y refinada y ¿Porque no? Quizás un día te cases y emparentes con una buena familia y le concedas a esta tu tierra un poco de dignidad.
¿Familia?¿Casarse?¿A dónde?
Todo eso daba vueltas en su cabeza, mientras intentaba guardar la compostura y no decir absolutamente nada, tal como había impuesto la monja, de lo contrario sabía el precio de los platos sucios de una semana, sola en el cuarto de lavado. Sin embargo Avril con el silencio no podía luchar y a esa mirada imponente de Sor Lucía respondió:

-No me asusta lo que diga la monja, mas bien digame si Ana viene con nosotros a la nueva casa.

Por supuesto que la bofetada aturdida de la monja en su mejilla le habría de doler por un largo tiempo, pero Ana era más importante que los castigos y demás, Ana lo valía todo.

-Criatura insolente ¿De que Ana hablas?

-Usted sabe quien es Ana, y si ella no va, yo no iré.

En respuesta de esos impulsos de franquicia y valentía, inmaculada la desobediencia y Sor Lucía avergonzada, el grito que le había ya colmado el límite de la paciencia y el aire fino de los Visentin, poniéndose de pie como una momia petrificada grito a los mil vientos.
-¡Pero por Dios y los ángeles! entiende criatura; te iras como las aves con los señores Visentin, te iras para jamas regresar.

Y aun faltaba más para hacerla explotar, ya que su cordura era extensa y una niña tonta y sus complejos no le dañarían el acuerdo y las donaciones que harían los Visentin al orfanato.
-¿Y Ana? Insistió Avril.
Aún con la pequeña esperanza de llevar a Ana con ella. Sin embargo la decisión estaba tomada; Ana se quedaría en el orfanato, con las monjas, los curas y los santos.

-Olvidate de todo Avril, ahora serás una persona diferente; llevarás otro apellido y en cuanto a tu nombre...

-No me molesta el nombre. Había interrumpido Aurora,-¿Y a ti amor, que te parece? Avril Visentin Abriano.

Y sin decir ya más todos partieron dejando a la chiquilla a unas días de cambiarle la vida, con buena suerte sería para siempre.

REALWhere stories live. Discover now