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Ella seguía con la mirada en la pared, y con las manos puestas en la mesa intentaba permanecer en calma.

—Tomen asiento por favor.

Ambos habían obedecido, ella continuo con la rutina de cualquiera de sus citas, el mismo mecanismo, la misma manera de atención a excepción de no poder mirarlos a los ojos, le extrañaba la mirada que Ángel no mermaba y que la desconcertaba al punto de mezclar las palabras.

—¿Entonces ves personas?

—La veo a usted.

—Alucinaciones.
Corrigió Avril y la palabra era ya desconsolante.

—Son reales, lo son...lo sé.

Gian tenia el rostro de un tono rojizo, pero no a causa de vergüenza o miedo, era algo parecido al estupor. Según había leído, hacia dos años había comenzado un proceso de medicamentos y tratamientos para la esquizofrenia, sus amigos imaginarios de la niñez jamás habían desaparecido; ahora acostumbraban a volver y le atacaban constantemente haciéndolo reaccionar agresivo y solitario. Sus padres lo habían internado por algunos meses en un centro especializado, pero luego de ver sus lágrimas suplicando que lo sacaran del lugar, Ángel había hecho hasta lo imposible por sacar a su hermano de allí y después de haberlo conseguido le hizo jurar que juntos harían desaparecer los fantasmas del pasado.

—¿Que te hace pensar en que son reales?

—Es estúpida, usted me quiere enloquecer lo sé, Ángel sacame, sacame de aquí, llevame a casa.

El chico se desesperaba y se aferraba a Ángel de una manera que al mismo Ángel le asustaba, Avril abrió el casillero sacó el medicamento y en medio de el estruendo le inyecto en el brazo derecho.

—Bruja, ¡Angel, me está envenenando!
Grito antes de desvanecerse tras el liquido del calmante.
El chico había caído en el sofá y con la ayuda de Avril Ángel lo había acomodado en el.

—Lo siento.
Le había dicho casi en un susurro.

—Esquizofrenia.

—Lo sé, dirá que hay que internarlo, pero se lo prometí, no lo voy a hacer.

—Como pretende salvarlo de si mismo.

El se quedo en silencio, la pregunta de Avril había tocado fondo, salvarse de si mismo, y ya Ángel entendía que no le importaba si su hermano le pudiera hacer daño, lo unico realmente importante era que Gian estuviera bien.

—No quiero perderlo.

Y en esas palabras se hecho a llorar como niño. De alguna manera Avril había sentido como un dolor propio y envolviéndolo en sus brazos le hizo sentir que quizás podría encontrar una solución, que tal vez habría una oportunidad para Gian, un nuevo comienzo, una nueva vida.

REALWhere stories live. Discover now