Capítulo 1

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Cuantas veces me había preguntado lo mismo "¿Estás segura de lo que quieres hacer?"

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Cuantas veces me había preguntado lo mismo "¿Estás segura de lo que quieres hacer?"

Sabía que había sido una decisión muy precipitada, pero estaba segura de lo que quería... ¿o no?

-Liza, Liza... ¡LIZA!

-Oh lo siento, lo siento en verdad, que me decías Laura.

Laura mi compañera de trabajo a la que apodaban "la radio" pues nunca paraba de hablar interrumpió mis pensamientos.

-¡Liza por Dios! ya te he repetido esto cinco veces.                                                                          -Discúlpame en verdad pero es que he traído tantas cosas en la cabeza.                                                   -Pues deberías irlas sacando preciosa porque acabaras volviéndote loca.

Volví al consultorio mientras veía como Laura tomaba su teléfono y se ponía a platicar con alguien más de sus fascinantes historias que siempre terminaban en ella siendo la mejor, la heroína o la excelente esposa.

La verdad es que las historias de Laura la radio no me interesaban, tenia tantas cosas en mente y esa decisión que me estaba volviendo loca.

El tiempo en el consultorio (pues laboro en un consultorio dental, soy pasante de dentista) se fue taaan lento que juro veía como las manecillas del reloj caminaban pero en sentido inverso.

Dieron las 7:30 tome rápidamente mi bolso y mi suéter pues la tarde estaba algo fresca. Había quedado de cenar con mi novio porque debía darme una noticia muy importante.

Mi coche estaba en el taller, había olvidado mi dinero en la casa y solo contaba con muy poco efectivo, odiaba viajar en metro pero debía hacerlo, no tenía otra opción.

Mientras salía del consultorio y buscaba monedas que debían estar regadas en fondo de mi bolso, escuche como alguien bajaba las escaleras. Al voltear a ver como toda buena mujer observadora, me di cuenta que venía bajando del segundo nivel un compañero con el cual nunca había cruzado palabra pues había escuchado muy malos comentarios sobre su persona y su actitud, la verdad a mi no me parecía prepotente como todos decían, a simple vista era agradable era el doctor Diego Fernández.

Al llegar a recepción donde me encontraba se quedo observándome fijamente e hizo una mueca rara, busco algo en sus bolsillos y se acerco lentamente a donde estaba.

-Toma, por si necesitas dinero.

Y depositó unas monedas en mi bolso.

 -¿Perdón?- Le dije mientras miraba como las monedas caían.

 - Si, necesitas monedas ahí están.

- No, no las necesito

- ¡Claro que las necesitaba!, pero no iba a aceptar ese dinero, no era una limosnera así que las saque y las coloque de regreso en su mano.

Mi decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora