capítulo 1

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Estaba llegando a la empresa, deje mi coche, mi precioso Mercedes class A rojo en el garaje subterráneo de los empleados y me dirigí lo más rápido que me permitieron mis tacones de diez centímetros al ascensor. Llegué y gracias a dios estaba vacío. Ese día llevaba puesto unos pantalones y una chaqueta gris casi negro y una camiseta negra, unos zapatos negros y un bolso negro. Cuando el ascensor llegó a la planta baja entraron dos hombre de mediana edad. El ascensor llegó a la planta donde trabajaba que era la número veinte, el último piso o como algunos le llamaban, el piso supremo, allí es donde está el jefe de la empresa.

-Buenos días Verónica- le salude a la secretaria de mi jefe -¿el señor Smith ha llegado?

-No- di un suspiro de alivio -¿Por qué llegas tan temprano?

-Tengo que terminar unos análisis que me pidió el señor Smith para hoy.

-Suerte- me dijo mientra entraba a mi despacho.

Solté mi bolso y enseguida encendí mi ordenador, comencé a buscar los papeles hasta que el ordenador estuvo listo para empezar.

-Sahar, el señor Smith acaba de llegar, quiere verte- me dijo Verónica.

-Vale.

Dios, todavía no había terminado los análisis y seguramente querrá verlos ahora, dios dame fuerza por favor. Me levanté de mi silla y me dirigí a la oficina de mi jefe temblando. Cuando llegué a la puerta tomé aire y golpeé suavemente en la puerta.

-Adelante- escuché una voz fría e imponente.

Abrí la puerta lentamente y la cerré detrás de mí, si me la liaba al menos nadie nos vería, caminé hasta llegar a su escritorio.

-Señorita Reda ¿tiene los análisis de mercado que le pedí ayer?- me dijo sin siquiera mirarme, su mirada estaba fija en la pantalla del ordenador.

-Señor, todavía no los he terminado.

-¿Por qué?- me dijo esta vez mirándome con esos ojos negros tan intensos que tiene, parece que me van atravesar.

-Ayer no me dió tiempo y llegó la hora de la salida y hoy he venido temprano pero todavía me queda algo.

-La próxima vez que le pida un trabajo para el día siguiente no se vaya a casa hasta que lo acabe.

-Si señor, esto no volverá a ocurrir, solo que su padre nos decía que cuando llegaba la hora de la salida deberíamos irnos y dejar el trabajo para el día siguiente- le expliqué intentando parecer lo más calmada posible, aunque por dentro quería cortarle la cabeza

-Me da igual lo que mi padre decía, ahora soy yo el jefe y haréis lo que yo diga- me dijo con un tono un poco más elevado pero no llegó a gritar, no le hacía falta ya que su voz era lo suficientemente grave para aterrorizar a cualquiera.

-Si señor.

-Tienes media hora para acabarlo.

Salí de la oficina de mi jefe y me dirigí a la mía, ahora mismo echo mucho de menos al señor Smith padre, él fue muy amable durante los dos años que llevo trabajando aquí y me dejaba a veces salir ante de tiempo para ir a ver a mi hija. Si, tengo una hermosa hija de cinco años, se llama Nur y es lo mejor que tengo en mi vida, hace una semana el señor Smith padre se retiró y dejó la empresa a cargo de su hijo mayor que según tengo entendido trabajaba como director en la sucursal de la empresa en Nueva York.

En quince minutos acabé los análisis y me levanté dirigiéndome de nuevo al despacho de mi jefe.

-Verónica, ¿el señor está ocupado?

El señor SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora