Capítulo 12

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Me desperté y vi que Estaba sola en la cama, me estiré un poco y me quedé tumbada. Adam salió del baño con una toalla alrededor de su cintura.

-¿Te has despertado?- se paseó para la habitación hada llegar al armario para sacar sus boxers, dios que espalda tiene este hombre va a lograr que me de un infarto.

-Sí.

-Hoy haremos un poco de turismo por la ciudad y por la tarde volvemos a Madrid.

-De acuerdo, voy a prepararme. Me levanté de la cama y entré al baño.

Cuando salí del baño no había nadie en la habitación, había una nota sobre la mesita de noche.

He bajado a desayunar.

Me vestí, preparé la maleta y bajé para desayunar. Cuando llegué al restaurante del hotel pude ver a Adam con la mujer de ayer pero esta vez se estaban besando, vaya no pierde el tiempo. Sentí como los celos me invaden. Pero qué te pasa Sahar si fuiste tú la que lo rechazó. Me senté en una mesa muy alejada para que no me pudieran ver.

-Que desea tomar- me dijo un camarero muy atractivo, que tendrán los camareros de París que son hermosos.

Pedí mi desayuno y de mientras esperaba que me lo traigan hablé con mi madre.

-Señorita Reda- escuché una voz grave detrás de mí, no quería darme la vuelta me sentía como una niña apunto de ser regañada.

-Señor- dije en un susurro

-¿Ha terminado de desayunar?

-Sí.

-Pues vamonos que no tenemos mucho tiempo.

Salimos del hotel y subimos al coche. Me di cuenta que hoy una iba vestido informal, algo raro en él.

-¿Adonde iremos?- la curiosidad pudo conmigo.

-¿Alguna vez ha estado en París?

-No.

-Pues visitaremos la Torre Eiffel.

Vaya, siempre quise visitarla. Es más bonita verla en persona, subimos y desde el balcón pudimos ver la ciudad. El día estaba algo nublado pero gracias a dios no estaba lloviendo y pudimos pasearnos por los campos elíseos tranquilamente. Una vez terminamos nos dirigimos a la gran avenida donde entré a una tienda de juguetes y le compré un precioso peluche a mi niña. Una vez terminamos fuimos a comer a un restaurante. A mi jefe se le veía relajado y parecía mucho más joven, no es que sea un anciano, ahora que lo pienso ¿cuántos años tendrá?

-¿En que está pensando?

-¿En su edad?- ¡mierda! Que acabo de decir.

Frunce el ceño.

-¿Por qué quiere saberlo?

-Pues sinceramente es pura curiosidad.

-Treinta- Vaya es joven -¿y usted?

-veintisiete.

-Es usted aún muy joven.

Asentí.

Una vez terminamos de comer fuimos al hotel, recogimos nuestro equipaje y nos dirigimos al aeropuerto. Una vez en avión estuve leyendo durante la mayor parte del viaje bajo la intensa mirada de mi jefe. Una vez llegamos a Madrid su chofer nos estaba esperando, me llevaron hasta casa de mis padres.

-Señorita Reda, mañana no hace falta que venga, tómese el día libre.

-Señor no hace falta...

El señor SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora