11.- Profecías de Melquisedec.

88 4 0
                                    

 

            Estando en tierra comenzaron a caminar. Había transcurrido media hora y llevaban avanzado muy poco camino.

            –¡Esto es inútil! –dijo Eliyah– Caminando demoraremos muchos días en llegar al portal de ladrillo, no tenemos provisiones ni agua.

            –Además por este llano estamos tan expuesto como si fuésemos volando –complementó el mago.

            Rhis aún no entendía a cabalidad el propósito de aquel viaje, pero ya no podía negarse a él porque seguía sendas que en algún momento transitó su padre y, además, tenía que impedir a toda costa que Arnion muriese a manos del mal, sabía que en Chile no podría hacerlo, por lo que tenía que llegar a Estefira y buscar lo que le fuese útil en su misión, aunque francamente no tenía las metas muy clara, no sabría cuando moriría Arnion ni por qué, ni a manos de quién, sólo sabía cómo moriría: desangrado. De pronto observó al desmoralizado ángel y recordó la valentía con que lo había rescatado de las manos de aquella bola negra que lo mantenía prisionero en un hospital de ilusión, recordó que lo tomó y escaparon volando de las ruinas de su hogar y emprendieron el viaje que ahora realizan. El ángel nunca le dijo cómo llegó a él, ni porque lo rescató, pero sabía que le debía la vida y le estaba muy agradecido, ahora conocía al Señor y seguía lo que su padre tanto tiempo le dijo, aquello era invaluable. Le apenó verlo así y pronto se le ocurrió una idea.

            –Podríamos dirigirnos al este, a la cordillera de los Andes para refugiarnos en el terreno montañoso, quizá no llegaremos más rápido, pero al menos estaremos más seguros –alentó Rhis al ángel, éste le sonrió y aprobó su idea.

            –Tienes razón, de nada sirve que vayamos rápido si nos matan en el camino.

            El mago acató en silencio.

            Caminaron hacia el este con mucho ánimo, frente a ellos, a lo lejos veían muchas montañas y también la Cordillera, sabían que estarían a salvo si lograran llegar, así que avanzaron entusiasmados y energéticos. Sus sombras se proyectaban largas y delgadas frente a ellos y Natasha perseguía la sombra de Rhis y trataba de atraparla, pero sólo rasgaba la tierra sin conseguir asir la sombra. Natasha no parecía una poodle recién nacida, más bien daba la apariencia de tener unos 6 meses. A Rhis se le ocurrió que el ángel peludo se desarrollaba de forma distinta a lo que lo hacía un animal normal de su raza.

El cielo se tornó rojizo.

            –Sólo nos quedan unos minutos de claridad –objetó el ángel y respondieron apurando su paso sin pronunciar palabra alguna.

            De pronto sus sombras se extinguieron. Natasha comenzó a caminar con aire triunfante ante la huída de su enemiga. Debían encontrar un lugar donde descansar antes de que acabase el crepúsculo.

            El valle poco a poco se había ido transformando en relieves desiguales, rocas gigantes aparecían de vez en cuando en el camino y los viajeros pensaron que quizás alguna de esas rocas fuese buen lugar para pasar la noche de forma precaria.

Un linaje especial IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora