Capitulo 2

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Te tomo con emocion, libro, mi libro, y en el hueco nacarado de mis manos el rojo de tus pastas semeja un manchon de brillante sangre en donde fulge en oro mi nombre: Noemi. Rojo libro, desde ahora vas a estar unido como lo esta ya para siempre el que te dio, diciendome con su voz cariciosa: ''Toma este libro, mi amada y anhelada Noemi, y escribe en el la historia de nuestra felicidad''. Nuestra felicidad, diario mio, empezo asi:
Es una tarde gris. Cielo cargado de nubes. El viento traviezo juguetea con los volantes de mi vestido de muselina azul y con los rizos negros de mi cabellera en la que se posan las finas gotitas de lluvia. Me siento reina coronada de diamantes. ¡Soy feliz! Voy con el y su presencia me hace ver todo bello. El gris de la tarde se torna en cortinaje de seda como si fuera el telon del escenario de mi dicha.

Las nubes que encapotan el cielo me parecen palomas de pechos tornasolados que me traen un mensaje de ventura. Mi corazon canta una aria de felicidad al compas de la orquesta del viento que me acaricia el rostro. Para mi todo es hermoso. Voy con el. ¡Soy feliz!. Arturo ha tomado en su mano fuerte y varonil mi mano que tiembla como paloma asustada, y me ha dicho: - Mi linda Noemi, no tengas miedo. Solo esperaba oir de tus labios lo que ya tus ojos me habian confesado: Que me amas, para rogarte que seas mi esposa. Accede a mi suplica y te hare la mas dichosa de todas las mujeres.

No puedo resistir la mirada de sus ojos; de esos ojos que han ejercido en mi, desde la primera vez que los vi, una especie de fascinacion que me arrastra hacia el. Cuando Arturo fija en mi su mirada no puedo negarle nada y le ofrezco ser su esposa, no obstante que yo se que mis padres nunca consentiran en mi matrimonio con el. El anhelo de mis padres es que yo me case con Joel. Joel... ¡Bah! Es muy bueno, pero me parece muy soso. Me ve con una mirada mansa como de cordero. Yo se que me quiere; pero que modo de querer tan tibio, tan apacible. No, eso no es amor. Podra ser cariño pero no es amor, y yo quiero amor- amor como el que me ha dado Arturo: ardiente, apasionado, que haga palpitar mi corazon y estremesca mis entrañas.

Imagino mi vida casada con Joel. Una vida aburrida y santurrona como la que llevo en mi hogar. No que no sea feliz al lado de mis padres, lo soy; pero me parece que mis padres nunca fueron jovenes o ya se olvidaron que lo fueron, y quieren que me adapte a su vida pacifica y tranquila. Mira diario mio, mis diversiones son: una que otra vez ir de excursion con los jovenes de la iglesia, a las cuales no faltan los mayores que andan tras nosotros como Argos, con los ojos bien abiertos. En las reuniones sociales se juegan juegos que son buenos solo para niños. Todo esto me fastidia. ''Solo una vez se es joven'', me dijo una de mis compañeras de oficina. ''No seas tonta, goza tu juventud.''

¡Ella si que la goza! Va al teatro, a bailes en los que luce sus bonitos vestidos, que al fin para eso se los pone uno, para lucirlos. Ahora, mi diario, yo no creo que bailar sea malo, ¿Verdad? Pues mira, si me caso con Joel no tendre nada de eso, llevare una vida de vieja santurrona y agriada. En cambio, si me caso con Arturo, gozare mi juventud, el me ofrece llevarme a todas esas diversiones que yo ansio. Hay algo que me preocupa, amigo diario, y te lo digo en confianza. Tiemblo solo al pensarlo. Es que el no quiere casarse por mi iglesia.

¡Pero no sera asi! Si el me quiere de veras hara lo que yo le pida. Asi me lo ofrecio, viendome con esa mirada que me hace sentir un deleite desconocido. Mirada de hombre enamorado. Eso es. No mirada de hermano protector como la de Joel, que casi me disgusta.
El amor se revela en las miradas, y las de arturo son ardientes y me traspasan el alma. ¡Oh Arturo! ¡Mi Arturo! ¡Cuanto te quiero! por lo que tu me quieres, por la felicidad que me ofreces; por los que seras para mi. Tan solo pronunciar tu nombre mi corazon acelera mis latidos, y una oleada de sangre me sube al rostro como llamarada, que despues con un dulce calor todo mi ser.

Asi lo noto mi madre cuando despues de mi paseo con Arturo llegue a casa apresurada , sintiendo aun en mi mano el amoroso apreton de su mano varonil y fuerte, que se hizo suave y delicada al tocar la mia. Sus negros ojos me miraron con amorosa suplica al decirme:
-Hasta mañana Noemi, mi Noemi. Ire a esperarte a las cinco.
- Pero yo no puedo llegar tarde a casa -replique-, no se que voy a decirle a mi mama por el retardo de hoy.
- Di que tuviste que trabajar un poco mas. Mira, nena mia, la felicidad es una joya rara y preciosa y hay que sacrificar algo para poseerla. Todo es poco por la felicidad de estar juntos. ¿O es que no eres feliz conmigo? Dimelo y no vuelvo a verte mas.

¿O es que no eres feliz conmigo? Dimelo y no vuelvo a verte mas.
- ¡No! No Arturo. ¡Eso no! -Conteste apresuradamente-. Esta bien esperame mañana -dije y camine rapidamente a casa, temiendo, no obstante a la alegria que experimentaba, el encuentro con mi sincera mama. Mi madre estaba en la cocina preparando la merienda. Al oir que entraba alguien salio rapidamente y al verme me dijo con acento que denotaba ansiedad:
- ¡Ah! eres tu Noemi. ¡Al fin! Estaba preocupada por ti, ¿que ha pasado? Las mejillas te arden de tan rojas y estas agitada.
- Nada mama -respondi procurando dar a mi voz un tono reposado -. Al venir a casa me encontre a Berta, me invito a tomar un helado y se me hizo tarde.
- Mas parece que hubieras tomado fuego, por lo encendida que estas.
Mi turbacion aumento al oir las ultimas palabras de mi madre.

- ¿Cenas? - me pregunto solicita

- No mama, Gracias. no tengo apetito, subire a mi cuarto a descansar.
- Ve hija mia, descansa, ya te llamare cuando venga tu padre para tener el culto familiar. Luego te tomaras un vaso de leche caliente antes de acostarte.

Subi rapidamente la escalera que conduce a mi dormitorio, te saque de mi bolsa de mano, querido libro rojo, y abriendote empece a escribir en la blancura de tu primera pagina lo que traia en mi alma. Asi es diario mio, como te hago confidente de mi felicidad. Felicidad que apenas presiento como luz de alborada que viene a mi encuentro cual mensajera de la dicha para sacarme de mi mundo rutinario y opaco; sencillo pero de una sencillez que desespera. Ya era tiempo, diario mio, de que algo viniera a cambiar la monotonia de mi vida. ¡Oh arturo bienamado mio! Tu llegada me brinda luz y alegria. Pero no se que hacer... ¿Debo decirle a mama? Creo que noto en mi algo extraño; me vio con una mirada en que se translucia una inquetud mas grande, mas intensa que la producida por mi tardanza. ¿Que hare?... ¡No! No debo decirle nada. No debo aumentar su inquetud. Ademas ¿para que? ¡No me entenderia! Ella vive en otro mundo. En otro mundo. En su otoño reposado y tranquilo ya no comprende la vibrante pujansa de la primavera.

Guardemos pues diario mio, este dulce secreto entre tu y yo. 



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Otro maas!!

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El Yugo De Los Infieles. Autora: Evelina V. De FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora