Consolé mi niña con caricias y palabras amorosas, la lleve a la cocina, ore dando gracias por los alimentos y le di de comer. Comió con apetito.
Yo no comí esperando Arturo, pasó toda la tarde se hizo de noche, y acosté a la niña. Esperé hasta las 10 leyendo La Biblia y me acosté.
Arturo llegó en la madrugada, ebrio. Al día siguiente se levanto tarde y no fue a trabajar. El martes pasó lo mismo.
Como a las 11 llegó mi suegra, Arturo estaba todavía en la cama.
- ¿A qué horas llegó Arturo? – me preguntó sin saludarme.
- En la madrugada -respondí-. Llegó borracho. Hacía mucho que no tomaba.
-Tu, nadie mas que tu tiene la culpa - me dijo airada mi suegra-. Ya se lo que hiciste, el me lo contó. Pero te aseguro por esta -dijo haciendo la señal de la cruz con la mano y llevandosela a la boca- que a mi nieta no la vuelves a llevar; primero te la quito. Ya veras. Ya di los primero pasos aunque me cueste.Antes que yo puediera contestar llamaron a la puerta. Fui a abrir. El hombre que llamaba me preguntó: -¿Es usted la señora Noemi Acosta de Airla?
-Yo soy -contesté.Me entregó un papel. Era una orden judicial para que me presentara al día siguiente a contestar una demanda.
-Quien me demanda? -inquirí.
-No lo se -contestó el hombre-. El juez se lo dirá. No falte a la cita porque si falta la castigarán.El mensajero se fue y y me dirigí al dormitorio. Arturo estaba ya levantado. Le di los buenos dias; pero no me contestó. Le tendí el papel que me habia dado el mensajero y le dije:
-Acaban de traerme esto del juzgado. Alguien me demandó o me acusó de algo. Estoy confusa. Yo no he hecho nada. ¿Sabes tu algo?No contestó mi pregunta, pero a su vez me preguntó: -Ya vino mi madre?
Contesté afirmativamente.
-¿En donde está?
En ese preciso instante entro Josefita llevando una taza de té humeante.
-Toma hijo -dijo ofreciendocela a Arturo-. Te ha de doler mucho la cabeza. Dentro de un rato te sentirás mejor y nos iremos a casa de Mercedes. Tenemos que hablarle del asunto.-¿Que asunto? -pregunté a mi esposo.
El no me contesto, pero mi suegra me dijo con un marcado acento de triunfo en la voz:
-¡Ya verás! ¡Ya verás!
Sin darme mas explicación se fueron.Arreglé la casa, hice la comida. Esperé hasta las cuatro. Arturo no regresaba y yo sentía la necesidad de contar a Petrita lo ocurrido.
No tenía miedo de ir al juzgado, pues estaba segura de no haber echo nada que diera lugar a que me acusaran; pero sentia un temor indefinible por la actitud de Arturo y las palabras de amenaza de mi suegra. Temor de que fuera cierto lo que presentía.
No pude esperar mas y tomando a Raquel de la mano salí y me dirigí a casa de Petrita. Nos recibió con su bondad acostumbrada. Estaba remendando sentada en una silla bajita en el corredor. Me senté junto a ella.-Ya me platicó mi hijo como le agradó lo que hicieron y dijeron en su iglesia. El domingo proximo iremos los dos. Lo que es bueno para mi hijo, es bueno para mí.
- Eso me da una felicidad muy grande Petrita -dije con alegria-. Dios es bueno conmigo al darme esa dicha enmedio de mis penas.
-Tu vienes a decirme algo ¿verdad? -dijo fijando en mi sus ojos bondadosos.Miré a la niña y Petrita comprendió. Se levantó y fue a la cocina. Desde allá llamó a mi pequeña.
-Ven, Raquelita. Ven a comerte estos sabrosos dulces.
La niña se levantó rapida y me preguntó:
-¿Voy, mamacita?
-Anda hijita -le dije dandole un beso. Comes tus dulces y luego juegas con el gato.Se fue, tomó los dulces de manos de Petrita, dio las gracias y se sentó a comerlos en una sillita en el patio.
Petrita volvió, tomó la prenda que remendaba, la puso en su cesto de costuras y cruzando las manos sobre sus rodillas me dijo: -Te escucho.Yo le conté todo lo que había pasado desde el domingo cuando Ricardo nos acompañó a casa despues del culto. Las palabras ásperas de Arturo a Ricardo; cómo mi esposo había regresado ya dos veces borracho; la cita que me habian llevado del juzgado, la actitud extraña de Arturo y las palabras amenazadoras de mi suegra
Petrita se habia tornado pensativa entre tanto que yo hablaba.
Cuando termine me preguntó: -¿Trajiste el citatorio?Se lo entregué, lo leyó y me dijo: -¿No tienes idea de quien pueda haberte demandado o por que te acusan?
-Esa es mi pena Petrita -dije sin poder contener mis lagrimas-. Sospecho que son Arturo y Josefita, pero no se por que... a menos...Me detuve de pronto. Un pensamiento terrible me vino a la mente.
-¿Que quieran quitarte a la niña? -dijo Petrita adivinando mi pensamiento.
-¿Serian capaces de ello? -dije como preguntandome a mi misma.
-El fanatismo hace a las personas capaces de todo -me contestó Petrita--. pero no temas; no podran, pues no tendran de que acusarte y aunque inventaran alguna acusacion no podran probarla.
-¡Ay Petrita! Yo nunca he andado en juzgados -dije con dolor-. ¿Que voy a hacer? ¿Que voy a decir?
-Nosotros iremos contigo -dijo Petrita acariciando suavemente mi mano como para darme animo--.
Yo se que Dios también ira contigo.
-Gracias, muchas gracias -dije y besé a Petrita como si fuera mi madre.
-Mañana pasaremos Ricardo y yo por ti.
Pero hoy -dijo levantándose- vamos a la cocina a que tomes algo, pues estoy cierta a que no has tomado alimento.¡Buena mujer ! ¡como adivinaba! Es verdad; no había tomado nada desde el día anterior por la mañana.
Ya en la cocina nos sirvió a la niña y a mi una sabrosa y nutritiva cena que yo tomé con verdadero apetito y sincera gratitud.
Cuando terminamos de cenar eran las seis de la tarde. Debía regresar a casa; pero necesitaba ver al pastor e informarle lo que pasaba, pues así me lo había pedido el.
Se lo dije a Petrita y ella me ofreció que en cuanto llegara Ricardo ellos irían a notificar al pastor lo sucedido para que yo me fuera luego a la casa, pues no había que dar ocasión para un nuevo disgusto con Arturo.Agradecí una vez mas a Petrita su bondad, besó ella a la niña y nos despedimos.
Llegamos a la casa. Todo estaba a oscuras. Arturo no había llegado, por lo que di gracias a Dios , pues así me evitaba una discusión enojosa, y después de acostar a la niña podía dedicarme a la oración, pues necesitaba mucho la ayuda divina para hacer frente a los que querían arrebatarme a mi hija.
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Espero disfruten el capitulo!! Dios les bendiga:)
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El Yugo De Los Infieles. Autora: Evelina V. De Flores
أدب المراهقينEl yugo de los infieles es una novela emocionante, repleta de dramatismo. Se basa en el texto bíblico "no os unáis en yugo desigual con los incrédulos", y hará pensar seriamente a los jóvenes exponiendo los peligros de casarse con personas que no ti...