Las semanas y los meses pasaron vertiginosamente. Raquel tenía ya 17 años y se habia graduado con honores. Hacía seis meses que trabajaba en las oficinas de una compañía americana cuyo gerente tambien era evalgelico.
Nuestra situacion economica mejoró bastante; teniamos mejor casa, y a ruegos de mi hija yo ya no cosía tanto.
Ruben trabajaba en la misma compañía y siempre, al terminar el trabajo del día, acompañaba a Raquel a casa.Con permiso de su padre habia estado ahorrando la mitad de su sueldo, pues sus intenciones eran casarse con mi hija lo mas pronto posible.
Yo los esperaba siempre con la merienda lista. A veces Ruben merendaba con nosotras, otras veces solo tomaba una taza de café.
Un día en que, como de costumbre, tenía la merienda preparada y la mesa puesta, vi abrir la puerta y con una gran sorpresa vi entrar a mi hija sola.
- Y Ruben? -pregunté.
-Fue a su casa, pero viene luego. Fue por su papá.
-Por su papá? -inquirí asombrada-. Para qué?
-Mamacita -dijo Raquel con el rostro encendido de la emoción-. Vienen a pedirme en matrimonio. Ruben cree que ya es tiempo que nos comprometamos seriamente, pero que tu pongas el plazo que quieras.Mil pensamientos se agolparon en mi mente. Mi hija era muy joven para casarse, pero yo sentía que, dada la situación entre Arturo y yo, y no siendo Raquel mayor de edad, tal vez su padre quisiera alguna vez alegar y hacer valer sus derechos sobre ella, por lo tanto el matrimonio para ella una seguridad y una protección.
Viendo que nada contestaba, Raquel , un tanto alarmada me preguntó:
-No estás de acuerdo mamacita? no te parece bien? Ya sabes -añadió acariciandome- que yo haré lo que tu quieras.
-Lo sé hijita -y la besé en la frente y luego dije alegremente-: Pon otro cubierto.
-Otros tres mamacita. Petrita y Ricardo también vienen.Entretanto que Raquel ponía los cubiertos que faltaban yo fui a la cocina y preparé lo suficiente paralas tres personas más que iban a merendar con nosotros.Después, tomando a mi hija de la mano la llevé ala sala endonde nos sentamos juntas en el sofá. Raquel reclinó su hermosa cabeza sobre mi hombro. El amor que sentía por mi hija me inundó el almay de mis ojos brotaron lágrimas de ternura que cayeron sobre la mano de mi niña que descansaba sobremi falda.
-Por qué lloras, mamacita?me preguntó amorosa.
-Lloro de felicidad, hija mía. Lloro de gratitud aDios porque me dio una hija tan buena como tú, queno me da el dolor que yo dí a mis padres al casarnecon un incrédulo. Tú eres feliz, hija?
-Si, mamacita. Quiero mucho a Rubén y te quiero mucho a ti, y cuando tú permitas que nos casemosno te separarás de nosotros. Así tendré a mis dosgrandes y únicos amores conmigo siempre, siempre.Oprimí con ternura la mano de mi hija. Iba a contestar cuando llamaron a la puerta. Raquel me dioun beso y fue rápida a abrir.Rubén y su padre, mi anciano pastor, entraron primero, después Petrita y Ricardo.
Nos saludamos todos con cariño. Luego el pastorme dijo:
-Noemí, creo que ya Raquel te habrá dichoqué venimos.
-Sí, pastor -contesté-. Pero antes de hablar decosas tan serias, vamos a merendar.
-Bien -dijo el pastor-. Así me sentiré en familia yesto me dará valor.
-Pues a mí el valor me sobra, lo que me falta es llenar el estómago. Tengo mucha hambre. -terció Ricardo-.
-Hijo, tú siempre tienes hambre -dijo Petritaviendo a Ricardo con una mirada impregnada dede amor materno.Pasamos al comedor y mientras cenábamos charla-alegremente. De vez en cuando yo fijabamis ojos ahora en uno, luego en otro de los que estaban conmigo a la mesa.Mi pastor con su venerable faz, Petrita con su rostro bondadoso ya surcado de profundas arrugas, Ricardo en la plenitud de la vida, honrado y franco, Rubén y mi hija con los ojos brillantes de felicidad.Las primeras palabras del Salmo 133 vinieron a mimente y las sentí en mi alma: "Mirad cuán buenocuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonia"
Cuando terminamos de cenar pasamos todos a lasala, menos Raquel, quien se quedó limpiando la cocina.A la charla alegre y espontánea siguió un silenciosolemne. Después de algunos minutos el pastor dijodirigiéndose a mí:
-Noemí, cuando yo vine a pastorear la congregación de El Divino Redentor tú erasuna jovencita. Tus padres y yo teníamos la esperanza de verte casada con uno de los jóvenes de la iglesia y formar un hogar cristiano. No fue así contigo,pero gracias a Dios que lo será con tu hija, pues vengo a pedir tu consentimiento y el de nuestros buenoshermanos Petrita y Ricardo para que Raquel sea laesposa de mi hijo Rubén.Petrita y Ricardo me dirigieron una mirada interrogadora. Por unos instantes no pude hablar. Micorazón era presa de extraños sentimientos.El joven Rubén me miraba con ojos suplicantes ycasi angustiados.-Pastor ... -murmuré.-Habla, Noemí -me animó el anciano-. Di, que temes?-No sé -dije- Debía estar alegre ... y de hecho lo estoy. Pero... no sé por que tengo miedo. Mi hija es muy joven y tal vez debiera esperar... pero temo que, mientras no llegue a la mayoria de edad no está a salvo de que su padre reclame sus derechos sobre ella...No lo podrá hacer -interrumpió Ricardo- Cuando Raquel sea la señora de Rubén Mireles éles el único que tendrá derecho sobre ella.
-Eso pensaba yo -dije-, y por lo tanto...
-Mientras más pronto se casen será mejor –excla-Petrita.
-Yo tengo todo listo-dijo Rubén radiante de alegría
-No temas, Noemí -me dijo el pastor- Yo creoya Arturo se aparto de la vida de ustedes para siempre.
-Ojalá que sea así -suspiré yo.Pero en el fondo de mi corazón algo me decía queno era así.
-Entonces qué contestas, Noemí? -interrogo mipastor.
-Está bien -dije resuelta-. Doy mi consenti-miento.-
-Créeme -añadí dirigiéndome a Rubén-, que túeres exactamente el hombre que yo quiero para compañero de mi hija.
-¡Gracias! -exclamó el muchacho. Y levantandose me dio un efusivo beso en la frente.Convenimos todos en que yo haría el traje de novia de mi hija, y que tan pronto como estuviera terminado se celebraría la boda.
Rubén se fue a la cocina en donde Raquel, entreperanzada y dudosa, lavaba la loza de la cena, yaquél le dio la grata nueva.te tanto el pastor, Petrita, Ricardo y yo haciamos planes para que la boda de nuestros hijos , dentro de la sencillez, fuera lo mas hermosa posible.Como a las diez todos se despidieron. Raquel
terminar de asear la cocina, y yo me quedé e
puerta viéndolos alejarse.
Habían caminado un poco cuando mi anciano pastor volvió la cabeza, y al verme todavía en la puerta regresó haciendo una seña a los demás de que los alcanzaría luego. Cuando estuvo frente a mí dijo:
-Noemí, algo te preocupa. ¿Qué es? Dícelo a tu pastor y amigo.
-Me preocupa Arturo, pastor. No sé si avisarle que se casa su hija o no. Tengo miedo.
-¿De qué? ¿A quién?
-De Mercedes. De su odio.
-Desecha esos temores, Noemí -dijo mi pastor- Pronto tu hija estará segura. En cuanto a ti ¿que daño puede hacerte ya?Media hora mas tarde Raquel dormía tranquilamente. Yo acostada ya y con la luz apagada, no podía conciliar el sueño.
Un presentimiento terrible se anudaba a mi corazon y me angustiaba toda, inundando mis entrañas de un miedo que me hacía temblar. Para darme valor repetía mentalmente las palabras de mi pastor: ¿que daño puede hacerte ya?
Trataba de orar una y otra vez pero era en vano. El miedo me dominaba. ¡Yo tenía miedo, mucho miedo!
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Un capitulo más!!
Recuerden que la cancion recomendada estará en la parte de arriba, de igual manera les dejo los datos.
►Evan Craft - Ven Ante Su Trono
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El Yugo De Los Infieles. Autora: Evelina V. De Flores
Dla nastolatkówEl yugo de los infieles es una novela emocionante, repleta de dramatismo. Se basa en el texto bíblico "no os unáis en yugo desigual con los incrédulos", y hará pensar seriamente a los jóvenes exponiendo los peligros de casarse con personas que no ti...