¨4¨ Encuentro con Petunia.

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Este one shot, creo que tiene una continuación y nada más, pero cuando Lily este más grande. Tarde en escribirlo, porque la personalidad de Petunia Dursley, es muy difícil, sin imaginación, pero con blandura.


Petunia Dursley hacía las compras de Halloween, ella sola. Su esposo continuaba en la empresa de taladros, y su hijo Dudley estaba muy ocupada decorando su propia casa. A los once años, eso había sido una tradición para ella y su hermana, decorar la casa el 31 de octubre, pero esta había perdido todo su encanto, cuando Dudley comenzó a pasar ese día alejado con su esposa. Sinceramente, para la ama de casa, los días se volvían cada vez más solitarios, y decorar la casa era sencillamente algo que mantendría su mente alejada de su desolación. 

Era un día lluvioso, las vitrinas de la tienda de ropa donde se encontraba estaban llenas de polvo, y a lo largo de los pasillos que contenían disfraces y velas no se veía ni una persona. Está tienda no era muy visitada, salvo por el cajero, que era un viejo señor con los ojos negros y la coronilla calva. 

En su carrito de compras ya tenía una lámpara en forma de calabaza, unas velas moradas, un sombrero puntiagudo y algunas máscaras para su nieto. El pequeño Frank Dursley era casi tan malcriado como Dudley, pero Petunia no lo veía, y consentía a su nieto indecorosamente. 

—Ya te dije que todo está bien... Tus hermanos llegaran en las vacaciones, Lily...—Una mujer pelirroja consolaba a su hija que tenía pequeños fantasmas de lágrimas en sus mejillas y su labio tembloroso. Petunia intentó no ver la escena para fingir que estaba muy ocupada viendo los juguetes.

Petunia, que tenía un vestido floreado y una chaqueta de tela acolchada, no pudo evitar recordar a su hermana. Y no fue hasta que abrió bien los ojos, que pudo ver a la pequeña alejándose de su madre, y dirigiéndose a una repisa que estaba cerca de dónde ella observaba los juguetes.

Era Lily, era su hermana a la edad de nueve años, y estaba allí, intentando tomar unas flores. Era imposible. Petunia sacudió su cabeza y siguió escudriñando los estantes.

La niña tenía un pelo rojizo prominente y su vestimenta era un poco alocada. Llevaba un vestido de flores, y unos zapatos negros muy pulidos. Ninguna niña iría a una simple tienda de Halloween vestida tan elegantemente. Petunia frunció el ceño. Tenía un parecido descomunal con su hermana, pero era imposible. Sencillamente, el mundo era muy pequeño, eso era todo.

—Disculpe señora—La niña se acercó a Petunia y jaló su chaqueta levemente—. No quiero molestarla, pero, ¿podría alcanzarme aquel ramo de margaritas?

Y fue ahí cuando lo vio y se estremeció. No era Lily, esta niña tenía muchas diferencias. Volvió a observar a su madre igualmente pelirroja, y vio que tenía muchísimo parecido con ella, que ahora estaba viendo unas revistas, mientras su hija seguía jalando tiernamente la chaqueta de Petunia. 

—E...Está bien—dijo la mujer accediendo a ayudar a la niña que de inmediato sonrió. Justo cuando iba a tomar el ramo de margaritas...

—¿Ginny? ¿Luna?—una voz varonil llamaba a la madre de la pequeña. A Petunia Dursley se le fue el aliento, y abrió los ojos al mismo tiempo que vio como Harry Potter entraba en la tienda.

Estaba allí, era su sobrino, pero veinte años después. Aquel chico desordenado, y de pelo enmarañado no estaba allí. En su lugar, un hombre apuesto y serio entró con una sonrisa gigante en busca de su esposa y su hija. Petunia quería salir de allí, rápidamente, pero la curiosidad la invadía.

La niña que hace unos momentos quería las margaritas, fue de nuevo a los brazos de su madre con una risa, y al mismo tiempo su padre se les acercó, y Petunia... Petunia solo observaba como su sobrino ya no era el mismo.

—Lily quería venir aquí, a una tienda de estas—Ginny Weasley le dio una furtiva mirada a Petunia, que se horrorizó de inmediato—. Son algo muy extraño, y me consternan mucho esas cabezas de brujas...

Ginny comenzó a hablar sobre cómo los muggles (sin usar la palabra) y como no tenían ni idea de que la mayoría de las brujas decidía cambiarse el color gris de la vejez a uno más contemporáneo, decía todo aquello como si fuese algo obvio para las personas sin magia, pero a Harry eso le causaba gracia, mucha gracia, y oírla hablar sobre todas las cosas que no comprendía sobre la niñez de su esposo, era muchísimo más gracioso. Sin embargo, se quedó perplejo, cuando Ginny le señaló el lugar donde Lily, le jalaba la falda a una mujer con el cabello tintado, tanto, que era notable. 

Harry no había visto a su tía desde hace muchísimos años, ella nunca conoció a su hija ni a su esposa, y tampoco tenía idea de que Harry ya tenía dos hijos más, y una familia gigantesca. Sin mencionar, todas las experiencias que había vivido durante toda su vida. Petunia Dursley se había perdido todas las navidades, no asistió a su boda, ni muchísimo menos a ningún cumpleaños. Sin embargo, Harry no estaba resentido.

Petunia dio un paso largo hacía la puerta del lugar, pero una voz sorprendida la detuvo:

—¿Tía Petunia?—Harry entrecerró los ojos. Lily volvió al lado de Ginny, que comenzó a acariciarle el cabello.

La mujer que ya tenía muchísimas arrugas pero se le veía activa, cerró los ojos lentamente, y retrocedió pausadamente, para después darse la vuelta y ver a una familia totalmente hermosa. La cabeza de la niñita pelirroja se ladeó a la derecha confundida, pero la esposa, abrió los ojos sorprendida. Harry estaba inexpresivo.

Petunia recordó lo que la madre le había dicho a la niña llamada Lily. «Tus hermanos regresarán en las vacaciones». ¡Harry Potter no solo tenía como hija a esa adorable niña, sino más hijos! No sabía como sentirse, si feliz, o completamente, ¿abarrotada? Durante todos esos años, ella sí había pensado en su sobrino de vez en cuando, incluso había considerado que había muerto por la razón por la que ella se mudó de Privet Drive hace años, una especie de resistencia, no obstante, ella no sabía nada del tema. 

—¿Cómo estás Tía Petunia?—pero ella no podía decir ni una sola palabra. Se mantuvo callado, observando a una sola persona: a Lily.

Ella no le respondió después de varios segundos.

—¿Cómo se llama? L... La pequeña—Petunia señalo, estupefacta, a la niña de nueve años que estaba en los brazos de su madre. Lily Luna puso su dedo índice en su pecho, y miró a su padre, luego a su madre. Harry asintió y Ginny se mordió el labio. 

—Potter, Lily Luna Potter, señora.—Su voz era aguda, pero sencillamente adorable.

Y esa, fue la gota que colmó el vaso. A Petunia le dieron unas ganas de llorar incontrolables, pero se mantuvo recta, observando a la familia completamente inexpresiva. Pero no podía explicar el aire que le recorrió cuando la pequeña niña le dijo su nombre. 

Petunia le dio una mirada a Harry, y asintió firmemente. Esa mirada daba, arrepentimiento, tristeza y orgullo. Rápidamente, la mujer salió de la tienda sin importarle la lluvia que le atrapara.

Nunca le contó a su marido de aquel encuentro, ni tampoco intentó volver a contactarse con Harry, solo sabía que lo había hecho mal, siempre. 




Harry Potter © One Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora