¨5¨Distancia Implacable.

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Este one shot, me encantó escribirlo. Sin embargo, no es relativo. Ni siquiera sé si alguien vive en el número dos de Privet Drive. «Todos los One Shot son exclusivamente escritos por mí».



Las gotas de lluvia caían en un pequeño repiquetear y se escurrían por las ventanas de Privet Drive. Una residencia, normal a lo lejos,  y extraño a lo cerca. Lamentablemente, Beth Bales, que nunca fue encasillada como alguien muy importante durante su infancia, había vivido allí, en la número siete, con unos vecinos tan insoportables (los Dursley), como su absurdo padre y su manía con los vidrios ahumados, «Mientras más oscuros mejor». Su madre había muerto cuando ella nació, lo que no le causaba un remordimiento muy profundo, pero por lo menos, había sido suficiente como para que nunca hubiera tenido muchos amigos gracias a un leve e intencional aislamiento.

Su padre tenía una muy hipócrita relación con Vernon Dursley, que vivía en la número cuatro. El siempre presumía que su empresa de taladros era mejor que la vieja ferretería de su padre, y así pasaban sus días, sonriéndose con descaro, y Allen Bales, el padre de Beth, sugiriéndole a Beth que de vez en cuando, hiciera travesuras cerca de la número cuatro en Halloween. Claro que, un día de verano, Beth no consideró eso necesario.

Nunca salía mucho de su casa, pero si solía observar por la ventana todas las tardes, contando mentalmente los autos amarillos. Un día, cuando ella tenía once años y su padre le insinuó el que fuera a tirar huevos a los Dursley, un centenar de lechuzas se posaron en su buzón, en el techo, en el alféizar de las ventanas y empezaron a rondar por semanas durante toda la casa, Vernon Dursley debió de volverse momentáneamente loco, porque dejó de ir al trabajo. 

A su papá no le daba más que gracia, pero acaso, ¿había sido ella la única que veía algo raro más allá de una broma de la naturaleza? En definitiva, eso era, y por unos días, la curiosidad la embriagó. Empezó a salir por las aceras para observar a las lechuzas con cuidado de que nadie la viera, su propósito era notar algún comportamiento extraño en aquellos animales, pero nada. Ni siquiera le entraba la idea de que alguien hubiera entrenado a aquellas aves solo para que vinieran a fastidiar a los Dursley. Para aquel entonces, Beth no conocía a aquel chico con una curiosa cicatriz en la frente, y nunca le contó a su padre acerca de Harry Potter... 

Los Dursley se habían ausentado por varias semanas, los rumores que contaba la señora Figg, era que Vernon, se había vuelto muy paranoico. 

—Se los llevó—Fue lo que le dijo la anciana cuando Beth fue a preguntarle, por parte de su padre—. A Petunia, a su hijo Dudley y a su sobrino.

Y después de eso, la señora, con gesto alarmante, no respondió su pregunta del por qué. Sin embargo, Beth tenía una interrogante mayor, muchísimo mayor. ¿Un sobrino? ¿Los Dursley tenían un sobrino viviendo en Privet Drive? ¿Cómo es nunca lo había visto? Beth se preguntó sí la señora Figg estaba equivocada, (que era lo más probable), o que simplemente, el chico era retraído socialmente, como Beth. 

No fue hasta unos días más tarde, cuando los Dursley llegaron a su casa, que la niña de once años, vio a un chico con el pelo desordenado, flacucho y con los ojos verdes y brillantes. ¡Ah, pero a él ya lo había visto! Era aquel niño que vagaba por los parques, y a veces era agredido por Dudley. Ella siempre creyó que era un huérfano de alguna residencia cercana. 

Beth se quedó mirando por un rato más. Petunia, Vernon y Dudley se veían más cansados y molestos que lo habitual, pero el chico, que posiblemente tendría la misma edad de ella, venía risueño, y con un aire de ensimismamiento. ¿Qué había pasado?

Harry Potter © One Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora