Harry Potter © One Shots.

¨26¨ Una difícil decisión

El aire estaba tan tenso que podía cortarse con un cuchillo. La gente alrededor de Narcisa Malfoy tenían miradas sombrías y aspectos escalofriantes, el ambiente crepitaba de tensión y todos los mortífagos se sentían irracionalmente incómodos. Todos estaban en el bosque esperando con ansías la llegada de Harry Potter, tal vez algunos de los mortífagos estarían ansiosos, pero otros, como Narcisa Malfoy estaban sorprendentemente nerviosos.

Por una parte, Narcisa pensaba que si el plan de Voldemort por asesinar a Harry Potter funcionara, todos ellos se alzarían completamente frente al mundo como una máxima potencia, conquistarían todo lo que tuvieran alrededor y cumplirían su cometido de asesinar a cada impuro que no se sometiera a la esclavitud. Sin embargo, ¿era eso lo que ella quería en verdad? ¿Ganar riqueza por ser parte del séquito de lord Voldemort? ¿Cómo sería la vida después de su apogeo?

Por otra parte, todos sus nervios estaban a flor de piel en ese segundo. Su hermana Bellatrix estaba posada como una verdadera maniática detrás de lord Voldemort, no parecía nerviosa en su absoluto por su sobrino, pero en el caso de Narcisa, estaban hablando de su único hijo, tenía el corazón en la boca y solo podía idear formas de separarse de lord Voldemort para ir en busca de Draco.

Los ojos se le cristalizaban cada cinco minutos, pero siempre lograba dejar que las lágrimas de secaran. Los mortífagos parecían interesados en otra cosa: Si Harry Potter no aparecía, tendrían que volver al castillo y reanudar la agotadora batalla, donde los estudiantes los superaban en número. Lord Voldemort estaba en la espera de su contrincante, tenía plasmada en su desproporcionado rostro, una sonrisa perversa, una sonrisa sin labios.

Narcisa tomó una respiración muy pesada y miró a los pequeños fragmentos de cielo que se dejaban ver entre los altos árboles y arbustos del bosque. En donde se encontraban apenas parecía un claro. Ya no le importaba traicionar a lord Voldemort, su hijo Draco podría estar muerto entre los muros de Hogwarts, y si Harry Potter aparecía y Voldemort lo asesinaba, sería el fin, no volverían al castillo y ella dejaría a su hijo Draco morir.

Las lágrimas volvieron a aparecer en sus ojos, acumulándose poco a poco y esta vez sintió una presión en el pecho que no había sentido en mucho tiempo: sintió la pérdida de Draco como un puñal que la mataría en cualquier momento. En esos momentos, tal vez su único compañero era su esposo, pero él no se encontraba para consolarla, nunca habían sido un matrimonio tan amoroso.

Juntó sus manos, moviéndolas sigilosamente mientras le temblaban. Su labio interior comenzó a titilar, era como si una corriente eléctrica y perturbadora hubiese calado sus huesos. ¿Cómo iba a continuar su vida sin saber de su hijo? ¿Cómo iba a aguantar el peso de saber que no ayudó a su hijo a sobrevivir? Pero, ¿y si su hijo ya estaba muerto? ¿Escaparía de lord Voldemort para ir a buscarlo en vano? ¿Acaso soportaría ver a su hijo tirado en el suelo sin respiración, o por sangre por todos lados? Estaba siendo egoísta, lo sabía mejor que nadie, pero la incertidumbre la carcomía como un fuego muy intenso, como una enfermedad que muy pronto la mataría.

Sintió ganas de desmayarse. O traicionaba a lord Voldemort buscando a su hijo en vano, ya que su hijo ya estaría muerto, o huiría sin traicionar a su lord y esperaría el momento para buscar el cuerpo de su hijo sin vida.

Narcisa miró a Lucius. Tenía el aspecto demacrado, sucio y deprimente, había sido una especie de mano derecha de Voldemort -sin contar que Voldemort no tenía manos derechas-, a ser el más parecido de todos los mortífagos a un patético esclavo. Había otorgado a Voldemort su varita y había dejado que este hiciera con su vida lo que se le viniera en gana: era una vida triste, y por consiguiente de eso, Narcisa se preguntaba si lord Voldemort los haría felices realmente.