Capítulo 7

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-Necesito que seas completamente sincera -pidió Mady-. ¿Por qué crees que nunca he tenido suerte en el amor?

- ¿Suerte en el amor, eh? Es una manera interesante de decirlo. -Emma hizo una pausa mientras untaba un bollito de mantequilla-. No creo que la buena o la mala suerte tengan nada que ver con el hecho de que nunca hayas tenido una relación a largo plazo. En eso no eres distinta de Jade.

-Eh, espera -protestó Mady.

-Escúchame. Lo que digo es que estás casada con tu restaurante, igual que ella está casada con la imagen de mujer objeto que se ha hecho de sí misma. Tú también tienes que ser completamente sincera: ¿cuántas veces has escogido este lugar por encima del abrazo de una mujer que intentaba demostrarte que le importabas? Se me ocurren unas cuantas que tiraron la toalla cuando averiguaron que no podían competir.

Mady encajó las palabras de Emma en toda su magnitud.

-Guau, tú sí que no te andas con chiquitas. Supongo que siempre he creído que, si le importaba de verdad a una mujer, entendería que a veces el trabajo va primero.

-Cariño, hay una diferencia entre interrumpir tu vida sentimental de vez en cuando porque surge algo en el trabajo e interrumpir el trabajo de vez en cuando para tener vida sentimental. Tus amantes nunca han tardado mucho en darse cuenta de que la interrupción eran ellas.

- ¿No crees que te estás pasando un poco?

-Puede, pero es la verdad. Deben de sentirse bastante abajo en tu lista de prioridades cuando ven que eres perfectamente capaz de dejar el trabajo por tus amigas.
¿Cuándo fue la última vez que le dijiste a Jade que estabas liada y no podías salir en bici o ir a la librería o lo que sea?

-Ojo, que eso no es lo mismo. Jade y yo somos amigas de toda la vida y la amistad hay que cuidarla, porque es muy importante.

-El amor también, cielo. -Emma apartó su bol de sopa-. Las relaciones amorosas llevan su tiempo y hay que cultivarlas y cuidarlas. Las cosas no son como en las novelas románticas que devoras.

-Yo he salido con mucha gente -alegó Mady, que sonaba a la defensiva.

-Falso. Una cita doble con Jade no cuenta como salir con alguien.

-Venga ya. Hacemos lo que se hace en cualquier cita.

-Déjame adivinar. Jade pasa a recogerte por casa, luego van a buscar a sus citas. Van a alguna parte las cuatro y la pasan la mayor parte de la noche hablando Jade y tú hasta que es hora de separarse. Entonces lleva a tu cita a casa, luego a ti y ella se va con su conquista de la noche. A la mañana siguiente quedan y ella te lo cuenta todo sobre su noche de pasión. ¿Me equivoco?

-Dios santo... Sí que es verdad que soy patética.

-No eres patética, cariño. Estás estancada, porque te resulta cómodo. Mientras sigas saliendo con Jade, no tienes que pensar en tu vida sentimental por ti misma y mucho menos comprometerte. No te buscas tus propias citas, así que tampoco tienes interés personal en intentar que surja nada. Vamos, que ni siquiera conduces tú, así que no tienes ni que decidir adonde van.

-Para tu información, ayer quedé con una chica que elegí yo solita. Jade ni la conocía.

- ¿Alguien de la página de contactos?

-Sí.

- ¿Cómo fue? Supongo que no demasiado bien, o estarías pasando la tarde refocilándote en el recuerdo en lugar de analizando tu potencial de vida romántica.

-Fue horrible -admitió Mady-. Se llama Eva. Es estirada, mojigata y hortera. Bastante me costó darle conversación. Y para más inri, Jade se presentó por sorpresa y empezaron a medírsela.

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