Capítulo 19

450 31 2
                                    

—No hacía falta que llamaras al timbre, ¿sabes?

Mady hizo pasar a su invitada, sin quitarle ojo de encima al pequeño y bonito ramo de flores que llevaba Jade. Esta siguió su mirada y se lo tendió.

—Son para ti. Y sinceramente, no me parecía muy de cita usar mi llave.

—Bueno, supongo que entonces tendré que ser una buena anfitriona y ofrecerle a mi invitada algo de beber mientras acabo de retocarme para la velada.

Jade la repasó con la mirada y silbó por lo bajo, dejando bien clara su opinión sobre el aspecto de Mady aquella noche. Llevaba unos pantalones negros ajustados que le marcaban las piernas tonificadas y una camisa blanca sin mangas para compensar el ligero cabestrillo que llevaba por la clavícula.

—Si crees que puedes mejorar lo que veo, adelante, pero a mí me parece imposible. ¿Me sirvo yo algo mientras tú haces lo que tengas que hacer? No hace falta que finjamos
que no conocemos la casa de la otra.

Mady, sonrojada tras el cumplido de Jade, aprovechó la oportunidad para recuperar el aliento en la otra habitación mientras su cita se servía en el mueblebar.

— ¿Sería maleducado por mi parte beberme el whisky que te queda en nuestra primera cita? —le preguntó Jade.

—Un poco, pero si escondes la botella al fondo, seguramente no me daré cuenta hasta dentro de un tiempo.

Ignorando lo rápido que le latía el corazón, Mady se puso un poco de pintalabios color cobre y se miró en el espejo una última vez antes de coger el bolso, echárselo al hombro bueno y volver a la sala de estar para rescatar el whisky.

— ¿Tienes mucha hambre? —le preguntó Jade—. ¿O te importa que hagamos una parada rápida antes de la cena?

—No tengo mucha hambre todavía, solo me ruge un poco la bestia. ¿Qué tienes en mente?

—Te prometo que no tardaremos mucho, y luego cenaremos de maravilla. He reservado en el Abacus.

—Fantástico. Yo te prometo que no convertiré la cena en una crítica culinaria.

—Lo he elegido por su menú degustación. No te preocupes, lo probarás todo sin tener que pedir un plato de cada.

Mady sonrió de oreja a oreja. Era muy cómodo estar con alguien que la conocía tan bien. Un rato después, se le agrió la sonrisa al darse cuenta de que dejaban el coche en el parking reservado del Sue Ellen’s. A lo mejor Jade no la conocía tan bien después de todo.

—Jade, ¿qué hemos venido a hacer aquí?

—Será un momento, te lo prometo. Entra conmigo unos minutos.

«Qué romántico», refunfuñó Mady para sí.

Se había vestido de punta en blanco para entrar en un bar apestoso. No eran ni las ocho de la noche, y debería tener diez años menos y unas cuantas copas más encima para sentir que encajaba en aquel lugar. Sin embargo, una mirada fugaz a la expresión suplicante de Jade descartó aquella línea de pensamiento y Mady se obligó a bajar del coche.

—Esto no es lo que había imaginado para nuestra primera cita —murmuró, al tiempo que le daba la mano a Jade.

Era demasiado temprano para que cobraran entrada y, una vez dentro, Jade la llevó a una de las mesas que había cerca de la barra. Mady no pudo evitar fijarse en que Jade atraía la atención de todas las mujeres que esperaban a que las sirvieran. Pese a la multitud, la camarera con aspecto más masculino se deslizó entre las clientas y acudió junto a Jade al punto. Se inclinó para preguntar qué deseaba su clienta. Al ver el intercambio y el modo sutil en que la camarera se arrimaba para susurrarle a Jade, Mady sintió que la invadían los celos. ¿De verdad Jade la había llevado allá para que la viera coquetear con otras mujeres?

VerdaderoAmor.comDonde viven las historias. Descúbrelo ahora