Mady arrugó la nariz al ver la silla de ruedas.
—No me gusta nada ser la típica paciente cabezota, pero preferiría salir de aquí por mi propio pie. Después de dos días en esa cama, estoy más que lista para levantarme.
—Aparta de ti esos pensamientos tan butch. —Jade le acercó la silla a la cama—. Cuanto antes te sientes en la silla, antes podrás salir de este antro. —Al ver la cara de desánimo de Mady, continuó—: Lo digo en serio, las costillas no se te curarán hasta dentro de semanas, y todo lo que puedas hacer para no forzarlas ayudará a que la recuperación sea más rápida.
—Tiene razón —aportó Dinah—. Tienes que tomarte las cosas con calma durante un tiempo.
— ¿Qué pasa aquí? ¿Es el día de los médicos contra los pobres pacientes? Allison, ¿no quieres meterte tú también?
—Yo no. Esta médica prefiere centrarse en tu cabeza. —Allison se inclinó hacia ella y le susurró—: Pero te prometo que te encontrarás mucho mejor si les haces caso a estas dos y podemos largarnos de aquí de una puñetera vez.
—Vale, vale. Emma, ¿te importa cogerme la bolsa?
—No te preocupes por nada, princesa. Lo recogeremos todo y te lo llevaremos a casa. Podrías montar tu propia floristería. —Emma señaló los diversos ramos de coloridas flores que cubrían casi todas las superficies. Dirigió su siguiente pregunta a Jordan—: ¿La vas a llevar a casa directamente?
Mady interrumpió a Jade cuando se disponía a contestar.
—No. Tenemos una parada muy necesaria que hacer de camino.
—No vas a ir a trabajar —le dijo Emma—. Lucy y Will lo tienen todo bajo control y el médico te ha ordenado que no hagas esfuerzos.
—Jesús, relajate un poco. Tengo un antojo terrible de granizado. Nada como estar encerrada en un hospital como para que se te lleven los antojos, porque les juro que necesito uno. Igualmente, lo más seguro es que lleguemos a casa antes que ustedes.
—Muy bien, yonqui. Disfruta de tu chute. Nos vemos en tu casa.
Jade no pudo evitar fijarse en lo doloroso que le resultaba el trayecto en coche a su amiga. Le habían traído el M5 de Austin el día anterior y había insistido en llevar a Mady a casa desde el hospital personalmente. En los últimos días se había percatado de que no soportaba alejarse de ella y se alegraba de tener pensado tomarse unos días libres del trabajo, porque así no había tenido que anular sus citas. Aun así, tras pasar días junto
a Mady, no había sido capaz de hallar el modo de acercarse a ella emocionalmente tanto como deseaba. Tenía la cabeza repleta de sueños, y en todos y cada uno de ellos Mady y Jade eran una pareja feliz. El problema era que no sabía cómo convertir aquellos sueños en realidad. Le había resultado fácil verbalizar sus deseos en voz alta cuando Mady no podía oírla, pero, ahora que tenía toda su atención, le fallaban las palabras.—Un céntimo por tus pensamientos.
Sobresaltada, Jade se recuperó al punto y optó por la respuesta jocosa de turno.
—Ni un céntimo te valdría la pena.
—Eso tiene gracia. ¿Qué quieres decir?
—Nada. Solo pensaba que bastantes preocupaciones tienes tú, como para cargarte encima con mis problemas.
Mady suspiró.
—Mi cabeza está haciendo acrobacias ahora mismo. ¿Cómo iré a trabajar? ¿Cómo me ducharé? La lista es interminable.
—Will y Lucy se ocuparán del restaurante. Los dos saben lo importante que es para ti que las cosas sigan funcionando correctamente. —Jade se detuvo un instante para valorar la decisión que estaba a punto de anunciar—. Ah, y yo me voy a mudar a tu casa.
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VerdaderoAmor.com
RomanceTodo el mundo sabe que el amor verdadero es una fantasía... ¿cierto? Las amigas de Madison Evans creen que ella está destinada a envejecer sola, porque, aunque es una empresaria de éxito, divertida y preciosa, solo conoce mujeres en las novelas romá...