No llevaba más que unos instantes esperando en el bar cuando se acercó la mujer. Era puntual: eso le gustaba. «Es más guapa que en la foto. Puntos extra.» De momento la cosa marchaba bien.
- ¿Madison? -Su voz, dubitativa en un inicio, enseguida se tornó un ronroneo aterciopelado-. La foto no te hace justicia. Eres preciosa.
Mady solo conocía a otra persona igual de lanzada y le había llevado años acostumbrarse. Luchó por no ruborizarse y mostrarse igual de segura de sí misma.
-Gracias, Amber. Tú también eres guapísima. -Señaló a la maítre de la entrada del restaurante y preguntó- ¿Quieres tomar algo aquí o ir cogiendo mesa en el comedor?
-Mejor vamos a una mesa. Podremos hablar más tranquilas.
-Genial. Tenemos reserva. Voy a decirles que estamos aquí. Mady se dirigió a la maître e intercambió unas palabras con ella. Mientras tanto, miró a Amber por encima del hombro. Su intento de observar a su cita discretamente quedó truncado por el intento parejo de su compañera. Sus miradas se encontraron. Mady apartó la vista primero, no sin antes darse cuenta de que Amber le daba un repaso de la cabeza a los pies. Una sonrisa atrevida señaló su aprobación y Mady sintió que le ardían las mejillas.
Tenían la mesa en una pequeña estancia situada en un punto perfecto, lejos de la entrada y de la cocina, aislada e íntima. Con la carta sin abrir, charlaron unos minutos, rompiendo el hielo con los temas de siempre. Cuando Amber se enteró de que era restauradora, se sorprendió de su elección de restaurante.
- ¿Por qué no me has llevado al Lakeside? Así estarías en tu terreno y estarías segura de que la comida es buena. Siempre lo es.
-Gracias. ¿Has ido?
-Claro. Ya debes de saber que es muy popular en la comunidad.
-Sí. Pero me sorprende no haberte visto antes.
-Seguramente he ido cuando estabas liada o te habías tomado el día libre. Es un sitio genial. -Amber hizo una pausa para dar un sorbo de agua-. Me sorprende un poco que hayas escogido este restaurante. No hace mucho que lo han abierto y no conozco a nadie que lo haya probado.
Mady se inclinó hacia delante y bajó la voz.
-Amber, tengo que confesarte algo.
Los ojos esmeralda de su cita relucieron, expectantes.
-Me encantan las confesiones.
-Estoy mezclando los negocios con el placer -Mady aclaró al cabo de un segundo-. Aquí sirven un menú parecido al del Lakeside y quería echarle un ojo a la competencia. Me pareció que así probaba dos cosas al mismo tiempo. ¿Me odias?
Amber se rió.
-Para nada. Tienes una faceta muy práctica. Es bueno saberlo. Ya que estamos, vamos a sacarle el máximo provecho posible, ¿no crees? ¿Qué sueles hacer cuando visitas a la competencia?
-Normalmente pido un poco de todo. Entonces el camarero o bien piensa que soy una foca o cree que soy una crítica de cocina. Si pasa lo último suelen darme mejor servicio, pero yo nunca les insinúo ni una cosa ni la otra.
-Con el tipo que tenemos las dos, no creo que piensen que seamos unas focas. Vamos a convertirlo en una cita de trabajo entonces, ¿te parece?
Mady asintió, complacida con la respuesta. Aquello iba a ser divertido.
Al cabo de dos horas estaban mirándose sobre una cafetera de café francés. El único comentario que había hecho el camarero durante el desfile de platos constante había sido algo parecido a «quizá la próxima vez prefieran una mesa más grande», pero les había sonreído al hacer la observación. Aunque tenía algunas objeciones respecto a varios platos, Mady opinó que el establecimiento iba a ser un rival digno del Lakeside. Miró a su cita y le preguntó:
ESTÁS LEYENDO
VerdaderoAmor.com
RomanceTodo el mundo sabe que el amor verdadero es una fantasía... ¿cierto? Las amigas de Madison Evans creen que ella está destinada a envejecer sola, porque, aunque es una empresaria de éxito, divertida y preciosa, solo conoce mujeres en las novelas romá...