Capítulo 3

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— ¿verdaderoamor.com? —Mady observó en pantalla la página que Emma había abierto con obvio entusiasmo.

—Es una publicidad muy ambiciosa —comentó Jade—. ¿Quién va a encontrar el «amor verdadero» en una web?

—Pasa de ella, Mady. La red es lo bastante grande como para encontrar lo que estás buscando. — Emma colocó el portátil de manera que todas pudieran ver bien la pantalla—. Lee algunos de los perfiles antes de intentar crearte el tuyo. A lo mejor hasta ves a alguien interesante a quien enviarle un mensaje.

Jade se hizo con el portátil y empezó a navegar por las listas de mujeres que buscaban mujeres en la zona de Dallas.

—Yo ya veo que las faltas de ortografía y de sintaxis van a poner a Mady de los nervios. —Soltó una carcajada mientras leía—. Claro que eso dejará muchas más para mí, ya que estoy dispuesta a pasar por alto el uso inapropiado de las comas, si todo lo demás está por encima de la media.

—Lo que quieres decir es que, si la mujer es guapa, da igual que no sepa escribir la o con un canuto —replicó Mady.

—Muy bien, puedes quedarte con todas las que no han colgado foto, ya que entre tus prioridades no está el aspecto físico.

—Ah, ahora te burlas de mí porque tengo otras prioridades que no son «cómo estará en bañador».

—Ya veo que las cosas van bien. —Le pusieron la mano en el hombro a Mady y apareció Allison a su lado, inclinándose para ver la pantalla.

—Sentimos llegar tarde —dijo Dinah, al tiempo que acercaba otra silla—. ¿Qué hacen?

—Creíamos que habían empezado sin nosotras —apuntó Allison—. Dinah ha tenido turno de noche y hemos tardado un poco en poder llegar.

—No pasa nada —les aseguró Mady.

Dinah era paramédica del departamento de Bomberos de Dallas y pasaba muchos fines de semana de guardia. Los turnos eran largos y estresantes en el caos cotidiano de la gran ciudad.

Emma saludó a la pareja con la mano.

—Estamos investigando el mundo de las citas por Internet. Jade y Mady necesitan ampliar horizontes.

—No me digas que ya se te ha gastado la reserva de ligues potenciales —quiso pinchar Allison a Jade, dándole un codazo juguetón.

—Sí, he pasado al menos una noche con todas y cada una de las mujeres disponibles de Dallas. Ahora necesito el poder de Internet para que me ayude a localizar y satisfacer a las pocas que quedan. —Jade puso los ojos en blanco cuando se hizo el silencio—. Es broma, gente. Caramba, pues sí piensan que soy una obsesa del sexo superficial.

Allison la abrazó con fuerza.

—No, no es verdad, cariño. Creo que te gustan de verdad las mujeres con las que sales, pero hablas de tus conquistas como si te dieran igual. A veces me pregunto por qué minimizas así lo que sientes por ellas. ¿Es porque quieres que parezca que huyes del compromiso en las relaciones?

—Ah, has hablado como una verdadera psicoterapeuta. Guárdatelo para los clientes que pagan, hermana.

Allison era psicóloga y tenía una consulta privada. Jade tenía con ella una relación profesional a partir de la cual había florecido una amistad, y había traído a Allison y a Dinah al círculo de Mady. La tendencia de Allison a analizar a todo el mundo era ya un chiste interno y ella siempre se tomaba las bromas con buen humor.

— ¿Me estás diciendo que no he acertado? —le preguntó Allison.

—Me gustan las mujeres. Me gustan muchas. Mi estima por la variedad excluye la posibilidad de tener una relación como la que tienes tú.

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