Capítulo 16

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—Layna, llaman del hospital preguntando por la doctora Walters.

Layna levantó la vista de la montaña de papeleo con la que estaba ocupada y le dedicó una mueca a la recepcionista en prácticas.

—Ya te he dicho que la doctora Walters no estará disponible el resto de la semana. Si es una urgencia, diles que llamen al doctor Nicholson.

—Ya se lo he dicho, pero insisten en hablar con la doctora Walters.

Layna cogió el teléfono inalámbrico que tenía en el escritorio y pulsó el botón que parpadeaba. Era la tercera vez que llamaban a Jade del hospital, aunque ya les había dicho que no estaba disponible.

— ¿Con quién hablo? —inquirió Layna.

Un joven le dio su nombre y pidió otra vez hablar con la doctora Walters.

—Como le ha dicho la recepcionista hace un momento, la doctora Walters no se encuentra disponible —replicó con aspereza—. Estaré encantada de proporcionarle el número de busca del doctor Nicholson, que se encarga de sus casos en su ausencia.

Hizo una pausa para dejar tiempo a que su insistente interlocutor se preparase para apuntar, pero este no había acabado.

—Es importante que hable con ella en persona.

Layna no iba a admitir que no podía llamar a Jade ni que quisiera, porque no sabía dónde estaba y como mucho podría dejarle un mensaje.

—No, no pienso molestarla si no hay una buena razón. El doctor Nicholson se ocupa de sus llamadas y agradecería que lo respetara usted.

Se produjo un largo silencio al otro lado de la línea. Al parecer, el administrativohabía optado por un enfoque diferente y proporcionar un poco más de información.

—La doctora Walters aparece como contacto de emergencia para una tal señora Evans. Por eso tengo que hablar con ella.

— ¿Se refiere a Madison Evans? —A Layna se le disparó el pulso, y su frustración pronto se transformó en ansiedad—. Dios mío, perdóneme por ser tan maleducada. Enseguida localizo a la doctora Walters.

Después de colgar, Layna se tomó unos segundos para tranquilizarse y a continuación marcó otro número en una línea libre, impacientándose en cada tono por que cogieran el teléfono.

— ¡Max, te necesito ahora mismo!


Era relajante almorzar en la terraza privada. Si lo hubiera planeado bien, podría haberse tomado unas vacaciones de verdad y disfrutar de las instalaciones mucho más tiempo. Se sirvió un poco más de café y de zumo. Jade se preguntaba cuánto tardaría en aburrirse de su propia compañía. Bueno, Austin estaba lleno de mujeres, y algunas podrían disfrutar de una velada con una cirujana triunfadora en un hotel de cuatro estrellas. Incluso mientras lo pensaba, Jade cuestionó su propia afirmación. Decidió que al menos quería pasarlo bien sola, cogió el café y su ejemplar del Austin American-Statesman y fue a tenderse en una tumbona acolchada.

Las noticias del día le parecieron irrelevantes en comparación con todo lo que la había hecho huir de Dallas. Nunca había pensado en Layna enteramente como en una
segunda madre, pero al parecer su padre había hecho la transición para reemplazar a su esposa con la presencia femenina más fuerte que tenía cerca cuando ella murió. Francamente, Jade tenía sentimientos encontrados sobre la idea de una relación íntima entre Layna y su padre. Aunque no le importaba que Layna formara parte de su familia, no estaba segura de si quería acercarse más a su padre, que era lo que pasaría si estaba con Layna. Su padre y ella no habían sido una familia desde la muerte de su madre. Cada uno había seguido su camino solo y el dolor se había convertido en una distancia insalvable entre los dos. Era como si ninguno supiera ya cómo tender un puente sobre el abismo del duelo y ambos hubieran aceptado la separación con ambivalencia.

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