Capítulo 18

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Aquello debía tratarse de una broma.

Eso era, claro que sí... ¿Qué otra cosa podría ser? Era imposible que Alice estuviera hablando en serio. Es decir, yo era su mejor amiga. Habíamos pasado los últimos cuatro años de nuestras vidas tan pegadas la una a la otra, que incluso la descripción de hermanas no parecía hacernos justicia. Éramos tan unidas que incluso habían llegado a confundirnos con una pareja un par de veces.

Por Dios, no tenía lógica... Era inverosímil lo que me había dicho.

Alice no podía haberse olvidado de mí. No podía...

—¿Bleer? ¿Ocurre algo?

En un intento desesperado por obtener respuestas, salí de la habitación en busca de alguien, cualquier persona que pudiera dármelas, y Cristaly fue la primera en atravesarse en mi camino.

—Yo...

Dudé, desviando por un momento la mirada a un punto a mis espaldas, justo donde estaba la puerta medio abierta de mi habitación, mostrando el aparato electrónico que yacía abandonado en el suelo a los pies de la cama.

Es que no podía ser, ¡con un demonio! No...

—¿Bleer...?

—Quería hablar con mi mejor amiga y la llamé, pero ella dijo cosas extrañas. Sé que es una broma, pero no entiendo. Ella no... —las palabras salieron con rapidez de mi boca, aunque en algún momento sentí que empezaban a atorarse en mi garganta—. Es que no... ¡Ah! Está siendo muy cruel. Me dolió lo que dijo, y ni siquiera sé porqué se le dió por jugarme una broma tan pesada. Ella sabe que no me gustan.

Suspiré frustrada y llevé mis manos a mis ojos, frotándolos con fuerza.

Quizá estaba exagerando. Tal vez solo era una pequeña broma y yo estaba agrandando todo porque me sentía muy presionada por Eliud, el baile, mi presentación como reina y todo eso. Quizá me estaba afectando más de lo debido y por eso...

—¿Ella te dijo que no te recordaba?

Su voz fue apenas un susurro, pero a mis oídos sonó tan claro y fuerte que fue suficiente para detener el hilo de mis pensamientos, y con ellos toda esperanza que había guardado.

Giré la cabeza para verla, tan rápido que tal vez en otro momento habría resultado doloroso, pero ahora no me importaba. No me importaba otra cosa más que averiguar cómo era que Cristaly sabía eso. ¿Sería posible que ella también tuviera poderes mentales? ¿Había sido capaz de leer mi mente?

—¿Cómo sabes eso?

Quise encontrar en sus ojos algo que me ayudara a conservar aunque fuese una pequeña esperanza, pero lo que ví en ellos estuvo muy lejos de ser lo que yo esperaba. Cristaly se acercó con los ojos llenos de pena y con movimientos suaves y cautelosos posó sus manos sobre mis hombros.

Entonces pronunció justo lo que yo no deseaba escuchar:

—No era una broma, Bleer... Alice no te recuerda.

Eso no podía ser cierto.

—No, Cristaly. Eso no puede...

—Les borramos la memoria, Bleer. A todos —aseguró entonces—. Los humanos no pueden enterarse de nuestra existencia, y desaparecer todos de la universidad sin dejar rastro alguno sería muy sospechoso. Dejaría muchas preguntas en el aire, y para evitar eso es que decidimos eliminar nuestro recuerdo de la memoria de todos. Janet, Marcus, Alice... Ninguno puede recordarte, Bleer. Dejaste de existir en sus recuerdos.

No.

No, no y no.

¿O sí...?

Dios, no había sido una broma...

Reina VampíricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora