Capítulo 12

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A veces puede ser increíble la manera en la que pasa el tiempo, ¿no? En ocasiones te sientes estancado, en un lugar, en una situación de la que crees no saldrás, pasando por cosas que te parecen interminables, y luego, en apenas un descuido, estás en otro momento, en otro tiempo donde todo ha cambiado, dónde lo que antes te preocupaba ya no te parece tan pesado, dónde ves las cosas de otra manera porque la realidad es que, a veces, las manecillas del reloj se llevan con ellas más cosas de las que creías posibles.

El tiempo es algo realmente poderoso.

Hace apenas unas semanas atrás sentía que pasaba por uno de los peores momentos de mi vida, e incluso llegué a pensar que no saldría de la repentina oscuridad de la que me sentía rodeada. Todo se sentía tan complicado, tan pesado, y aunque me gustaba mantenerme positiva, a veces dudaba. Tantos cambios, tantas diferencias en esta nueva realidad, y hasta el hecho de tener habilidades nuevas; todo era tan complicado... Pensaba que sería demasiado para mí.

Pero todavía estaba acá. Seguía dando la batalla, y ahora con menos ignorancia y torpeza.

Desde que pasé de ser humana a una vampiresa, mi mamá se había encargado de entrenarme día a día, y hacer que llegara al límite de mis fuerzas, de obligarme a dar todo. No había tenido ni un poco de compasión conmigo, ni siquiera porque era su hija. Aunque no podía cuestionarla ni quejarme, sabía perfectamente que la situación ameritaba tal exigencia.

Por otro lado, el ambiente en la universidad ahora era más llevadero. Por suerte había aprendido a controlar lo que podía ver o escuchar y la intensidad con las que podía percibir cada cosa, así que lo ocurrido aquella vez con Caitlin nunca más llegó a repetirse en todo este tiempo, y afortunadamente ella tampoco quiso mencionar algo respecto a eso y días después pareció haberlo olvidado, ya que volvió a comportarse como si nada.

Y con respecto a Emma... Ella seguía estando un poco rara. Sabía que trataba de disimularlo, pero a veces era inevitable notarlo. No era la misma que había conocido, algo había cambiado en ella, y yo seguía sin saber qué era. Pese a eso, todavía tenía la esperanza de poder descubrirlo y ayudarla, porque no me gustaba verla preocupada y distraída a veces...


Un golpe seco consiguió sacarme de mis cavilaciones y hacerme tambalear un poco antes de estabilizarme. Janet por desgracia no corrió con la misma suerte. La chica cayó de trasero al suelo, soltando sus libros en el proceso, lo cual provocó que se desparramaran por el lugar.

—¡Janet!

Mis ojos se abrieron de par en par por la sorpresa, y reaccioné al instante ayudándola a recoger sus cosas y levantarse. Al verla ya de pie, noté sus mejillas coloradas.

—¿Estás bien?

La chica aferró sus libros con fuerza a su pecho y asintió, evitando por completo mi mirada. Noté cómo su entrecejo estaba arrugado en señal de enojo o frustración tal vez, lo cual indicaba claramente que algo le pasaba.

—¿Segura? —insistí con voz cautelosa, esperando obtener una respuesta diferente esta vez.

Después de todo éramos amigas. Todos habíamos pasado más tiempo juntos en estas últimas semanas, así que apreciaba a Janet y Marcus, y me preocupaba verla a ella así en aquellos momentos.

El silencio fue lo que le siguió a mi pregunta por unos segundos que se me hicieron más largos de lo que realmente fueron y, finalmente, ella levantó la mirada para verme.

Entonces lo supe.

Con la intensidad de su mirada, con la misma fuerza con la que las lágrimas eran contenidas y el color rojo teñía su rostro, de esa misma manera lo que llenaba su cabeza llegó a mis oídos, y lo entendí todo.

Reina VampíricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora