Capítulo 24

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—¿El señor Oscuro?

Fruncí el ceño en confusión, repitiendo lo que había dicho en mi cabeza. ¿Qué clase de pseudónimo era ese?

Mi mamá se encogió de hombros.

—Eso fue lo que él dijo.

Nadie dijo nada, por lo que el silencio fue lo que le siguió a esas palabras, y en medio de él yo volví a repasar la información recién recibida.

Raymond dijo que había alguien a quien le interesaba que el rey muriera y la reina estuviera a su lado, esa persona era conocida como el señor Oscuro, y se mostraba tan poco que cualquier tipo de tratos que se hicieran con él eran llevados a cabo por terceras personas –específicamente dos, de los cuales uno fue identificada por Raymond como Richard– que sí eran de su entera confianza y, además, eran los únicos que lo habían visto y conocían como tal.

En realidad el vampiro no pudo proporcionarnos mucha más información, pues ni siquiera él conocía el rostro o el fin que tenía la persona para la que trabajaba, solo se había limitado a cumplir las órdenes que se le habían dado y no esperaba saber más de lo que era necesario. Por eso sabía tan poco, y a nosotros no nos servía de mucho porque esa información no era suficiente como para poder deducir quién podía ser el responsable de todo, ni mucho menos su paradero.

—En un imbécil. En algún momento cometerá un error, y estaremos ahí para atraparlo.

Mis ojos recayeron casi al instante en el chico enojado que acababa de soltar esas palabras y no pude ocultar la sorpresa que eso me provocó.

—¿Ya sabías sobre él? —le pregunté, con los ojos bien abiertos y las cejas elevadas.

Él asintió.

—Ya sabíamos todos sobre él. No es la primera vez que intenta algo contra Eliud... Solo que esta vez superó sus límites. Nunca había intentado algo tan directo como lo de ayer, y tampoco esperaba que sus intenciones ocultas ahora también se extendieran a ti.

Luka me miró con el entrecejo fruncido en evidente confusión y los ojos llenos de curiosidad.

—¿Por eso no sospecharon que podía tratarse nuevamente de él desde el principio?

—Oh, por supuesto que sí —Adam sacudió la cabeza en una fuerte negativa—. El muy maldito se arriesgó más de lo que acostumbraba y nos tomó por sorpresa. Por eso no pensamos que fue él, y ahora por su culpa tengo que hacer algo que no quiero, así que para mí esto ya es personal. Tengo un motivo más para querer hacerlo pedazos cuando sepa quién es.

Adam apretó su mandíbula con fuerza, y estampó su puño cerrado contra su palma abierta de golpe, provocando un sonido seco y fuerte.

Pese a que era un momento serio, pensar en la cara que pondría Isaí y hasta el mismísimo Adam cuando ocurriera lo del beso hizo que casi fuera imposible contener la carcajada y la sonrisa que amenazaron con abordarme. Y digo casi porque lo primero sí lo pude evitar, pero lo segundo ya no, mi sonrisa se mostró antes que pudiera hacer algo para contenerla.

Bueno, nadie podía juzgarme. Debíamos tener un poco de diversión en medio de todo el caos y la tensión que habíamos vivido desde el día anterior, ¿no?

~•~

La mirada enfuruñada que Adam estaba mandándome no me ayudaba para nada a ocultar la ganas de reír.

Le habíamos –bueno, lo admito, yo lo había hecho– pedido a todos que se reunieran en la sala de estar, y eso había aumentado el enojo y la indignación del vampiro que casi me mataba con la mirada. Quizá porque era demasiado que tuviera que besar a Isaí como para que ahora también tuviera que hacerlo frente a todos, pero ya estaba hecho. No había vuelta atrás.

Reina VampíricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora