Capítulo 36

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¿Saben lo que se siente cuando las horas pasan, se convierten en días y ellos a sus vez en semanas, pero tú pareces no avanzar de la misma manera? ¿Saben lo que es sentirse estancado, detenido en el tiempo, en un momento específico, con todas las ganas de salir corriendo de ahí pero sin poder lograrlo?

Yo sí, y era de lo peor.

Estar días enteros así era una tortura, y los minutos que ocupaba Chris cada vez que venía y nos explicaba la situación eran peores.

Más de un mes. Más de treinta malditos días llevaba así, muriendo de angustia, sintiéndome vacío y perdido, deseando encontrar la tranquilidad en el mar azul que sus ojos cerrados se negaban a mostrarme. ¿Cómo podía seguí así? Al principio era doloroso, pero luego, después de las primeras semanas, entrar a verla se sentía como una puñalada en el pecho.

Chris estaba sorprendido por su resistencia, pero nada había mejorado. Ella casi podía hacerse pasar por muerta de no ser por la mínima actividad cerebral que podía detectar cada vez que venía. Y aún así, no era suficiente.

Él no daba esperanzas.

Era eso lo que había creado la primera brecha que le dió pasó al mismísimo infierno. Porque en eso se había convertido la casa.

Ya nadie aquí era igual. Taylor se había refugiado en su trabajo, al igual que Cristaly, y cuando eso no les funcionaba iban por la opción b: Jeremy y Thomás. Emma casi no paraba aquí y Galilea se la pasaba encerrada en su habitación o en la de Bleer, junto a la novia de Damián. Ella venía seguido a visitarla. Todos venían a visitarla, en realidad. Porque aunque su ausencia en la casa se sentía, siempre se tomaban el tiempo de pasar por su habitación. Eso era algo que nadie podía dejar de hacer.

Por mi parte, yo pensaba que nunca en mi vida había pasado por una situación similar, y era muy duro. Era jodidamente difícil verla igual, sin indicios de mejoría. Y era más difícil aún tener que enfrentar al mundo exterior y tener que decir eso en voz alta. Al principio me negué a hacerlo, y prefería decir que ya mejoraría, pero después de un mes era complicado mantenerlo.

Bleer no mejoraba, no despertaba, no parecía querer hacerlo, y yo seguía aquí, sintiéndome culpable por todo.

Mis pensamientos me torturaban, la vocesita insidiosa en mi cabeza me perseguía, repitiéndome que pude haber hecho algo para evitarlo, y los recuerdos de eso... Venían a mí una y otra vez. Era insoportable.

Recordaba la visita que le había hecho a Sharon una semana después de haber visto a Alex. La misma culpabilidad me había orillado a eso, porque necesitaba saber porqué. A ella también le había dado mi confianza, y me había traicionado sin más. Por su culpa Alex pudo hacer todo lo que hizo, por su culpa había tenido mayor acceso a nosotros, y yo necesitaba saber la razón.

Por lo menos ella fue más comunicativa.

Algo tan sucio como el dinero logró convencerla, y un supuesto amor hacia mí que convirtió en odio cuando no fue correspondido. Esos fueron sus móviles, o al menos eso fue lo que me dijo. Increíble, ¿no? Los alcances que podía alcanzar una persona por dinero o solo por tener la satisfacción de ver sufrir a alguien más. Era insólito.

Después de esa visita, no volví a ese lugar. Y juré no hacerlo nunca más. Ya nada tenía que buscar ahí.

—... sí, ya las tengo redactadas. Lo único que falta para validarlas son sus firmas y listo —Cristaly entró a la sala de estar, sosteniendo su teléfono contra su oreja mientras observaba unos papeles que traía en su otra mano—. Por supuesto. Te estaré avisando.

La llamada finalizó y ella terminó de llegar al sofá para tomar asiento en el espacio vacío que estaba junto a su novio. Una vez ahí, soltó un suspiro exagerado.

Reina VampíricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora