Capítulo 21

5.7K 366 8
                                    

Si acaso llegué a pensar que un beso podría cambiar las cosas entre Eliud y yo, la verdad era que no podía estar más lejos de la realidad.

Las cosas no habían cambiado, o al menos no como pensé.

Él estaba diferente, su trato era mejor y pude notar en más de una ocasión que se esforzaba en ser un poco más tolerante y comprensivo. Pero hasta ahí. Sobre el beso no hablamos, ni mucho menos volvió a repetirse, y de eso ya habían pasado ahora más de dos semanas.

Era como si no hubiese pasado, y en ocasiones, cuando pensaba en eso, no podía sentirme más tonta. Yo lo había besado, yo fui la que se dejó llevar por el impulso, y quizá a él no le había gustado después de todo. Quizá lo había pensado mejor y se dió cuenta que sus palabras no fueron acertadas, y realmente él no deseaba eso.

No lo sabía, pero de cualquier manera ya había pasado. No podía hacer otra cosa más que intentar olvidarlo. Y vaya que me había tomado eso último en serio.

Mis salidas al bosque se volvieron más frecuentes después de la fiesta. Me gustaba ir ahí y practicar e intentar mejorar mis técnicas de combate y el manejo de mis poderes. Con eso todos me habían ayudado un poco, y gracias al tiempo que pasaba con cada uno fue que pude saber un poco más de ellos y de sus habilidades especiales. Algunas me parecían sorprendentes.

Mamá poseía el poder de la manipulación, Emma era capaz de privar a cualquier personas de sus cincos sentidos, Taylor podía leer la mente, Jeremy –y este me parecía inaceptable–, con solo un toque, si lo deseaba podía saber todo sobre ti, Cristaly poseía el poder de la alucinación, Thomás podía manipular tus sentimientos, y Eliud tenía el don de la manipulación, aunado a una fuerza y velocidad mayor a la de los demás.

Todos tenían habilidades que me dejaron boquiabierta cuando supe de ellas, pues no tenía ni idea de que los vampiros eran capaces de hacer ese tipo de cosas. Sí sabía bien que todo vampiro poseía una habilidad especial, pero no imaginaba que podían llegar a ser cosas como esas.

Creo que yo relacionaba más esas habilidades con cosas como volar, ser muy fuerte, rápido, hacerse invisible, ¡incluso tener ojos con rayos láser! Pero nada como lo que tenían las personas que me rodeaban.

Era obvio que aún tenía muchas cosas que aprender al respecto.

—¿Estás lista?

Pasé las manos por la falda de mi vestido, como si quisiera eliminar cualquier arruga en él, y solo hasta entonces me atreví a sacudir la cabeza en un gesto afirmativo.

—Genial. Eliud te está esperando abajo.

Asentí una vez más, y voltee a revisar por última vez mi aspecto en el espejo antes de confirmar por segunda vez que estaba lista y así poder bajar junto a Emma. Efectivamente Eliud estaba esperándome, y solo me detuve unos momentos a despedirme de mi amiga antes de dar la vuelta e ir con él hasta el auto.

Íbamos de camino a la aldea de los hombres lobo. Ahí era donde habíamos quedado en reunirnos con Adrián, el alfa de la manada.

El motivo de la reunión no era otro más que tratar un tema que nos afectaba a ambos: la rivalidad entre ambas especies. Hace una semana, en medio de una reunión con el Concejo Vampírico, nos había llegado la noticia de que un grupo de vampiros y licántropos había tenido un enfrentamiento muy fuerte en pleno bosque y las consecuencias habían sido terribles.

Reina VampíricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora