Alguien más entró a la habitación, y los números dieron par. Tres víctimas y tres villanos, aunque en ese caso culpaba más a uno de ellos. Estaba de más decir a quién.
-¿Algo que quiera decir antes de que comience la función, Alteza? -la rubia se dirigió a mí, dedicándome una sonrisa burlona que encendió la chispa del enojo en mi sistema.
Aún así, me esforcé por no demostrar lo mucho que me molestaba.
-Oh, por supuesto -asentí, sonriéndole también-, que borres esa estúpida sonrisa de tu rostro estaría bien. No vaya a ser que puedas arrepentirte luego de mostrarla antes de tiempo.
Bueno, vale, no podía disimularlo.
Alex nos observó, interesado, y Sharon me miró con las cejas elevadas, como sorprendida por mi respuesta.
-¿Arrepentirme? ¿Acaso es esa una amenaza?
Fingi pensarlo.
-Tómalo como una advertencia. ¿Ves esas grandes orejas que están a ambos lados de tu cabeza? Bueno, pues quizá sea más considerada cuando acabe contigo si empiezas a usarlas y escuchas lo que te digo.
Si tenía un objetivo en mente, casi pude darlo por hecho cuando la sonrisa de Sharon se desvaneció y la burla se borró de su expresión, dándole paso al enojo y la indignación. Pareció enojarte y, sin embargo, no quiso expresarlo. En su lugar, soltó una risa forzada.
-Que gusto ver que no pierde su sentido del humor.
Escuché la risita contenida de alguien, y Sharon me sonrió, de la manera más falsa y forzada del mundo antes de dar la vuelta.
-Bueno, suficiente plática. Richard, ¿seguimos?
Alex habló en dirección al desconocido, quien no dudó en asentir. Era un vampiro alto y robusto, de facciones duras y expresión inescrutable.
Mis ojos se encontraron con los de Eliud, y la confusión creció en mi sistema. Sus ojos no se veían iguales, tampoco su expresión, y además no había pronunciado palabra alguna por mucho rato. Luka estaba igual, y eso solo conseguía preocuparme.
¿Qué les pasaba?
Un golpe sordo llamó mi atención, y luego vino un quejido. Un moretón, una abertura, y el paso de la sangre. Uno a uno los fui viendo y de manera rápida, mientras Richard empezaba a propinarle golpes a los dos chicos que ya se encontraban maltratados y encadenados en el otro extremo de la habitación.
Sentí como si mi corazón hubiese detenido su marcha de nuevo.
-¡No! ¡No los lastimes! ¡Déjalos!
Un golpe más se escuchó. Y de nuevo, cada vez más fuerte. Igual que las protestas. Y mi angustia creció como espuma.
-¡Basta! ¡Haz que pare, Alex! ¡No les hagas daño!
Luché contra las cadenas que me retenían, ignorando el daño en mis muñecas. Le pedí una vez más que se detuviera, y él no escuchó.
Mi desesperación aumentó, pero el enojo saltó por encima de ella.
-¡DETENTE!
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Reina Vampírica
VampirNada era cierto. Nunca me dijeron la verdad. Nunca fui como las demás... nunca fui una chica normal. Viví muchas años de mi vida en una realidad que estaba basada en puras mentiras y, al final me enteré de mi verdadero origen, pero ahora una gran pr...