Capitulo 1

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—¡Mackenzie, ya apúrate! —me gritó mi hermano desde las escaleras.

Odiaba que me despertara de ese modo por las mañanas, pero no tanto como me llamara de esa forma. No me levantaría, ni soñando.

Tomé la sabana y la pasé sobre mi cabeza. Estaba por hundirme nuevamente en un profundo sueño, cuando sentí un chorro de agua helada empapándome la espalda.

Hijo de...

Me quité la sabana, ahora mojada y me senté en el borde de la cama con la boca por los suelos.

¿Pero qué diablos te pasa? —le grité a Aron.

—Se hace tarde para la escuela. —se encogió de hombros.

Me dio la espalda, dirigiéndose a las escaleras.

—No sabes con quién te metiste, hermanito.—le grité.

Se giró hacia mí mostrándome sus perfectos dientes blancos.

Ah, pero de esta no se salva.

(...)

—¡Aléjate de ese cereal!—gritó Adam, al mismo tiempo en que intentaba alcanzar a Liam corriendo escaleras abajo.

—¡Yo ya había apartado este!—reclamó Liam.

Recordé que el cereal se encontraba resguardado en la alacena de madera.

De un movimiento rápido, Adam jaló la camiseta roja de Liam haciéndolo retroceder.

Entonces comenzaron a aplicarse llaves de lucha.

Al estilo West.

—El primero que ceda, el primero que pierde.—dijo Aron a mi lado.

—¿Cuanto tiempo les tomará?—me paré de la silla y me dirigí a la alacena.

Saqué los Zucaritas y me serví en un tazón. Vertí algo de leche, tomé una cuchara y me senté a lado de Aron.

Me miró enarcando una ceja.

—¿Qué no compartes, hermanita?

—No hay mucho.—me encogí de hombros.

Rodó los ojos y se paró para prepararse su famoso pan francés.

—¡De acuerdo, me rindo!—gritó Adam.

En ese momento Liam lo soltó y los dos respiraban agitadamente. Sus miradas viajaron hasta nosotros, primero a Aron y después a mí.

—Hola idiotas.—les sonreí mientras tomaba una cucharada y lo llevaba hasta mi boca.—Saben, tienen razón. Este cereal es delicioso.

Ambos se acercaron, con la vista fija en el cereal.

El cabello castaño de Liam estaba empapado en sudor.

—Pequeña demonio.

Sonreí guiñándole un ojo.

—Vayan a cambiarse y bajan a desayunar.—dijo Aron acercándose con su pan francés.

En pocos minutos bajaron a la mesa, Liam hizo huevo revuelto para él y para Adam como muestra de paz.

—No de nuevo, Liam.—se quejó Adam arrugando la nariz.

—Tómalo o déjalo, hermano.—dijo sirviéndose el huevo y sentándose en la mesa.

Después de las quejas y lloriqueos de Adam nos sentamos a desayunar. Hablamos sobre la escuela y de la carrera universitaria de Aron.

Estaba contándoles mi experiencia desastrosa en química cuando dejé caer mi cuchara.

Me agaché en medio de Aron y mío.

—¿Como conseguiste que Mac se levantara hoy?—escuché decir a Adam.

—Agua bien servida.—casi podía percibir que Aron sonreía.

—Lo vuelves a hacer, y no vivirás para contarlo.—lo amenacé desde debajo de la mesa.

—Lo que digas hermanita, y ya párate ¿cuando tiempo te toma agarrar una cuchara?—respondió.

—La tengo.—dije a la vez que me levantaba sosteniendo el utensilio.

—Bueno, debemos irnos.—Liam se paró y llevó todos nuestros platos al fregadero.

Cuando Aron se puso de pie, casi me parto de risa. Sus pies no reaccionaron debido a las agujetas que había amarrado uniendo sus tenis.

—¡Mackenzie!—gritó.—Voy a matarte.

Sonreí burlona.

—Primero tendrás que alcanzarme.

Se incorporó enojado, dio un paso y cayó al suelo.

—Recuérdame nunca levantarte en las mañanas.—rió Liam.

Mis 3 idiotas y yo© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora