Capitulo 23

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Salí del baño con los nervios de punta, maldiciéndome por haber aceptado tal estupidez.

Visualicé a Derek en nuestra mesa, jugueteando con el tenedor mientras tamborileaba los dedos.

—Quiero irme a casa.—le solté una vez estando lo suficientemente cerca como para ver su reacción.

—¿Qué?—soltó el tenedor y éste cayó al suelo haciendo un sonido bastante molesto—¿Y por qué quieres irte? Aún no hemos ordenado la cena.

—Me ha dado un dolor de cabeza.

Se quedó mirándome, casi como si fuera capaz de percibir la mentira en mis ojos.

—Te llevaré a casa, entonces.—dijo agachándose para recoger el utensilio.

Una vez afuera del restaurante ambos subimos al coche acompañados del silencio que reinaba sobre nosotros. El único sonido que mis oídos lograron distinguir, fueron el de las llaves que chocaban ahí donde se insertaban.

Bajé la ventanilla, esperando opacar aquel silencio con el ruido del tráfico. Me recargué en el respaldo y decidí perderme en mis pensamientos, los cuales seguían viajando al chico molesto e idiota llamado Nate.

Llegó a mi mente nuestra discusión, la manera en la que le dije que ni él ni su hermana me importaban. Mi estómago se quejó ante el recuerdo haciéndome sentir mareada y otra cosa...

¿Culpa?

No.

Él no debió haberse metido conmigo en primer lugar, que yo saliera con Derek no era de su incumbencia. Simplemente era un idiota entrometido.

—Llegamos.—dijo Derek de repente, trayéndome de nuevo a la realidad.

—Pero falta una cuadra.—fruncí el ceño recorriendo el panorama con la mirada.

—Tus hermanos me matarían si ven que estoy contigo.

Le di una débil sonrisa.

—Nos vemos, Derek.—abrí la puerta del auto, pero me detuvo volviéndola a cerrar violentamente. Los vellos de mi nuca se erizaron debido al miedo repentino que se había implantado en mi ser.

—Necesito preguntarte una cosa—sus ojos desesperados encontraron los míos—¿Hice algo que te molestara?

Mordí el interior de mi mejilla.

—Mira—empecé—.No quiero tener ninguna relación ahora con nadie, así que...

—¿Es por Axton?—enfocó la mirada en el camino, sus nudillos se tornaron blancos de tan fuerte que agarraba el volante.

—¿Axton?—pregunté frunciendo el ceño.

—Nathan Axton. ¿Te gusta?—esta vez se giró para verme.

—No.—mi voz apenas fue audible.

Recorrió mi rostro, logrando que me sintiera transparente. Derek siempre tuvo ese efecto en mí: hacerme parecer pequeña y débil.

—Tus ojos dicen otra cosa, Mackenzie.

Sus palabras fueron como una bofetada.

¿Quién se creía que era para decidir sobre mis sentimientos?

Enojada, abrí la puerta del auto pero no sin antes de que él lograra mencionar aquellas palabras que, sabía que más adelante traerían problemas.

—No me importa si te gusta, conseguiré que me ames de nuevo. Sin importar cual sea el precio.


(...)

Mis 3 idiotas y yo© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora