Capitulo 9

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—¡Maldición!—dijo Becca para sus adentros.—Lo sabía, ella me odia.

Nos encontrábamos en el aula de química, la "maestra zapatos de elefante" había sellado nuestros destinos diciéndonos con quien íbamos a trabajar en aquel proyecto.

A Becca le había tocado trabajar con el peor chico de la clase.

"Patrick manos sudorosas".

Recuerdo en secundaria cuando Patrick me pedía a diario un lápiz, siempre que lo devolvía estaba mojada la madera. Así que Becca y yo lo apodamos así desde entonces.

—¿Cómo se supone que trabajaré con él?—se llevó ambas manos a la cara.

—Pudo ser peor.—contuve una carcajada, o al menos lo intenté.

—Sabes, aunque tenga las manos sobre la cara no significa que esté sorda.

Sonreí, aún intentando no reírme.

—No se de qué hablas.—respiré hondo, pero creo que logró salir un gemido.

—¡Te estás riendo!—dijo al mismo tiempo en que se quitaba las manos de la cara.—¡No tiene gracia, Mac!

En ese momento no pude contenerme más. Liberé la opresión que sentía, soltando una gran carcajada y Becca no tardó mucho en empezar a reírse conmigo.

—Bueno, bueno.—dije una vez calmada y estable.—¿Con quién me tocó?

—El chico nuevo.—dijo sonriendo.—Así que considérate afortunada.

Sentí como el alma se me caía a los pies.

—¿Nathan?—pregunté con nerviosismo en mi voz.—Por favor dime que no es...

—Hola compañera.—dijo una voz enfrente nuestro.

Nathan había aparecido hacia unos momentos, su cabello destellaba tonos dorados debido a los rayos del sol que se filtraban por una ventana.

—Parece que tendremos que trabajar juntos.—sonrió de medio lado.

Mierda.

¿Es que le había hecho yo algo a la vida para merecer esto?

Estás sentada en mi lugar.—dijo dirigiéndose a Becca.

Ella lo miró con ojos soñadores.

—Si, lo siento.—se puso de pie—¡Oye Patrick!

Levantó ambas manos para atraer la atención de "Patrick manos sudorosas".

A mi lado, Nathan se dejó caer en la silla dando un resoplido.

—Si vamos a trabajar juntos, hay que poner reglas.—dije mirándolo a ver si ponía resistencia.

Se rascó la barbilla.

—¿Reglas?—sonrió.

—Regla número uno.—tomé una pluma y arranqué una de las hojas de mi cuaderno de química.—Mi espacio personal es mío, y sólo mío.

—Interesante.

—Regla número dos.—escribí el número y lo encerré en un círculo justo arriba de la primera regla.—Nada de coqueteo o saldrás con la mayoría de tus huesos rotos al final del semestre.

Mis 3 idiotas y yo© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora