Capitulo 4

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—Hablen.—dijo el director cruzándose de brazos.

Su despacho siempre me había provocado escalofríos. Sus diplomas colgados en las paredes gritaban "director estricto" por todos lados.

—¿Y bien?—insistió.

—Fue culpa suya, el me arrojó ensalada de papa en el cabello.—miré al chico con odio.

El director volteó a verlo con el ceño fruncido.

—¿Eso es cierto, Nathan?

Se encogió de hombros.

—Ella chocó conmigo.—lo decía demasiado tranquilo.

—¡Tú chocaste conmigo, idiota!—le grité mirándolo con enojo.

¿Qué puedo decir? Soy algo impulsiva.

—¡West!—el director azotó su puño contra el escritorio.

Agaché ligeramente la cabeza como cachorrito regañado. La mancha que se había formado en mi blusa a causa de la ensalada de papa era entre amarillenta y café.

—Ya hemos hablado de tu comportamiento el semestre pasado, con todo y el asunto de tus hermanos.

Suspiró.

—Como castigo tendrán que limpiar la cafetería por el resto de la semana, más una hora de detención los viernes.

—¿¡Qué?!—grité parándome repentinamente de la silla.

—No puede hacerme eso, fue culpa de este idio...—tomé aire.—alumno con neuronas diferentes a los demás.

—¡West!—me reprochó el director.

—¿Qué? No dije nada, he dicho con neuronas diferentes...—comenté alzando ambas manos en modo de rendición.

—Siéntate.—señaló la silla con la cabeza.

Me senté de mala gana y crucé mis brazos deseando que me tragara la tierra.

—Ambos lo harán y es mi última palabra.

Los dos asentimos, y el director hizo un gesto con la mano para que saliéramos.

Una vez fuera me giré hacia el chico.

¿Cómo dijo el director que se llamaba?

¿Ethan?

—Ahora por tu culpa voy a tener que limpiar el desastre que hiciste más dos horas de castigo, muchas gracias.—dije furiosa.

—¿Tienes o tenemos, princesa?—dijo enarcando las cejas y sonriendo divertido.

Escucha bien, Ethan o como te llames. Si vuelves a meterte conmigo no vivirás para contar que conociste a Mac West.

Mi comentario provocó una risa en él.

Me llamo Nathan, y sí.—me dio una media sonrisa.—Sería un placer volver a meterme contigo.

Sentí mis mejillas arder.

Ni siquiera te conozco y ya pienso que eres un idiota.—me colgué mi mochila al hombro.

¿Eso piensas?

Si.—lo miré desafiante.

—Tus mejillas dicen otra cosa, nena.

¿Nena?

—No me llames así.—me crucé de brazos.

Sus ojos me indicaban que realmente estaba disfrutando haciéndome sufrir. Se había limpiado la cara, sin haber dejado ni un rastro de salsa de pizza o restos de helado de fresa en él.

En cambio yo, tenía el cabello lleno de pastel y que decir de mi blusa...

Me di la vuelta y comencé a irme con paso veloz.

No soportaba estar ni un minuto más respirando el mismo aire que este imbécil.

Era insoportable, me importaba un pepinillo si era nuevo.

Nadie se mete con Mac West.

Mis 3 idiotas y yo© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora