Capitulo 24

82 6 0
                                    

Corre.

Era lo que mi mente gritaba una y otra vez. Giré mi cabeza para ver con precisión a mi perseguidor. Sus ojos azules me miraban amenazantes. Un escalofrío se deslizó por mi espalda, pero sabía que no podía detenerme ahora. Era cuestión de vida o muerte.

Tropecé al poco tiempo y caí de rodillas, agonizando de dolor cerré mis ojos esperando a que viniera por mí.

Entonces escuché el sonido de un cuchillo. Era el mismo que me había cortado en la clavícula, y fue entonces que mi cicatriz comenzó a arderme tan fuerte que sentía un nudo en la garganta. Una mano tomó mi cuello por detrás, alzándome en el aire.

—Derek.—susurré con lágrimas deseando brotar de mis ojos.

Él simplemente no dijo nada. Dirigió cauteloso el cuchillo hacia mi cicatriz con intención de cortarme.

De nuevo.

—¡No!

Abrí repentinamente mis ojos, encontrándome con la mirada curiosa de Becca.

—¿Estás bien?—preguntó preocupada mi amiga.

Tragué saliva.

Pude sentir una gota de sudor que caía por mi frente.

—S-Si.—tartamudeè.

Enfrente mío, la maestra "zapatos de elefante" me observaba atenta y algo molesta por haberme dormido en su tan interesante clase.

—Como les decía—pasó una mano por su cabello rizado—El día de hoy se juntarán con su respectivo compañero de trabajo...

—¿Puedo ir al baño?—la corté.

"Zapatos de elefante" levantó ambas cejas ante la pregunta.

—No.—se cruzó de brazos.

—¿No?

—Eso lo que acabo de decir, West.

Suspiré.

—De acuerdo, entonces no se pregunte por qué apesta a orines este salón.

Me levanté de mi silla y miré a mi alrededor.

—Bien—dijo finalmente a regañadientes—Pero tienes cinco minutos, West. Te tardas un segundo más y...

—Gracias.—me apresuré a la puerta y salí directa al baño.

Recorrí los pasillos en busca de éste, viajando a los terribles recuerdos de aquel sueño. Reviviendo una y otra vez el ataque.

El letrero del baño apareció sobre mi cabeza. Abrí la puerta y de inmediato me dirigí al lavabo.

Miré mi desaliñado reflejo en el espejo, unas ojeras se asomaban por debajo de mis ojos. El cabello lo tenía ya bastante largo y desordenado.

Abrí el grifo, y tomando agua entre mis manos llevé la misma hasta mi cara, saboreando la sensación relajante.

Me sequé con una toalla y salí del baño, encontrándome con el rey de reyes de los idiotas.

Nate.

—¿Qué? ¿Ahora ni siquiera puedo ir al baño sola?—disparé.

Todavía estaba consciente de la pelea que habíamos tenido, pero no le di importancia. Él fue quien se comportó como un total imbécil tratando de meterse en mi vida.

Mis 3 idiotas y yo© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora