Capitulo 18

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—¡Apúrense, idiotas!—les grité desde el comedor.

Los tres habíamos acordado que la ida al parque sería hoy. Solamente existía un pequeño problema: mis hermanos se tardan años en estar listos.

—¡Danos cinco segundos!—gritó Liam sonando apurado.

—¡Eso dijeron cinco segundos atrás!

La irritación se extendía por mi pecho, provocando un deseo enorme de patearles el culo por hacerme esperar.

—Cuentas muy rápido, hermana.—dijo Adam bajando las escaleras con aire despreocupado.

Lo escruté con la mirada.

Por primera vez llevaba el cabello recortado por encima de las orejas, vestía unos típicos jeans junto con una camiseta que se ajustaba perfectamente a su cuerpo musculoso. Sus ojos me inspeccionaron de arriba a abajo, y en ese momento me sentí pequeña.

—¿Qué?—dije a la defensiva.

—No, nada—respondió sentándose en la silla que se encontraba junto a la mía.—Es sólo que...

Un pensamiento cruzó por mi mente, y caí en la cuenta de lo que estaba tratando de decirme.

—Si dices que vaya a cambiarme de ropa, haré todo lo que esté a mi alcance para dejarte sin hijos.—lo amenacé señalándolo con el dedo y fulminándolo con la mirada.

Levantó ambos brazos a modo de rendición.

—¿Dije algo parecido, Mac?—enarcó ambas cejas.

—Indirectamente, sí.—chasqueé la lengua.

—Eso no es...

—Bien, estamos listos—Liam bajaba por las escaleras y me lanzó una mirada de la misma manera en la que lo hizo Adam.—Mac...

—Te recomiendo, mantengas la boca cerrada.—dijo Adam entre dientes.

Sonreí, divertida.

—Sería lo más inteligente de tu parte, hermano.—me crucé de brazos y pasé una mano por la piel que adornaba el respaldo de la silla de madera.

—Por eso digo que te ves muy linda, Mac.—sonrió Liam, después se giró hacia las escaleras donde Aron descendía con las llaves del auto en mano.

—Bien, vámonos—frunció el ceño hacia mi dirección—.Hey...

—¡Yo conduzco!—soltó Liam dándole una palmada a Aron en el trasero.

—¡Ah, imbécil!—le reclamó Aron mirándose la retaguardia—.Sabes que detesto que me des palmadas en el trasero.

Liam intentó arrebatarle las llaves a mi hermano, pero cada vez que lo intentaba terminaba con una expresión de fastidio en el rostro. Aron movía las llaves de un lado a otro, evadiendo los movimientos de Liam.

—Dije que yo conducía.—estiró el brazo hasta el de Aron, pero mi hermano las lanzó hasta Adam cachándolas en el acto.

Liam le lanzó una mirada de odio a Aron, a la cual él solo se encogió de hombros.

—Olvídalo, la última vez casi nos matas.

—¡Pero no lo hice! ¿O sí?—miró en mi dirección.

—A mí no me metan.—me puse de pie y abrí la puerta. El calor del verano azotó mis mejillas, observé con detenimiento una ardilla que corría hacia un árbol.

—Todo en orden.—Adam había aparecido detrás mío con las llaves del auto en mano.

—¿Pues qué estamos esperando?—dije con emoción.

(...)


—¿A cuál subiremos primero?—dijo Liam bajándose del auto, y a su vez empujando a Aron.

De no ser por sus rápidos reflejos, mi hermano habría caído sobre el duro pavimento del estacionamiento.

—¡Cuidado, Liam!—le reprochó.

Liam rodó los ojos y se giró hacia nosotros.

—¿Y bien?

—Montaña rusa.—dijeron mis hermanos al unísono.

—Sobre mi cadáver.—me crucé de brazos y puse cara de indiferencia.

Siempre que íbamos a parques de diversiones, el primer juego al que subíamos era la montaña rusa y siempre odié ese juego. Nunca he soportado la sensación del viento golpeando mi rostro mientras siento que mi trasero deja prácticamente el asiento.

—Vamos, Mac.—suplicaron.

Suspiré.

—Los esperaré en la noria.—dicho eso, me abrí paso entre ellos empujándolos con el hombro.

Apenas logré dar unos cuantos pasos cuando los tres pasaron corriendo como un cohete. Serpentearon entre la gente hasta llegar a la fila de la montaña rusa.

Amarré mi cabello en una coleta alta y emprendí marcha hasta la noria. Disfrutaba mucho de ese juego, mientras que a algunos les da miedo las alturas, yo las disfruto. Puedo ver gran parte de la cuidad desde allá arriba.

Recargué mi espalda en el puesto vacío de algodones de azúcar, el tipo se encontraba a pocos metros ligando con la del puesto de comidas. Ella sólo rodaba los ojos mientras él insistía en un poco de atención.

Dirigí mi mirada hacia la noria, grupos de amigos y algunas parejas se hallaban en ésta riendo y charlando.

—Vaya, ¿a quién tenemos aquí?—dijo una voz proveniente de la noria.

Divisé a Nate caminando con paso seguro hasta a mí. Sus pulgares se aferraban fuertemente en los bolsillos de sus jeans.

—Siempre supe que no podías vivir sin mí, West—una sonrisa irónica torció sus labios.

—¿Qué haces aquí?—crucé mis brazos intentando ocultar mi nerviosismo.

—¿Divertirme?—dijo con sarcasmo brotando de su voz—.Es un parque de diversiones.

Me escrutó con la mirada, y sus ojos se encontraron con los míos.

—¿Te gustan las alturas, nena?—sonrió hacia la noria, sus ojos recorrieron la gran rueda—Interesante.

—¿Viniste con alguien?—preguntó.

—Mis hermanos, pero estoy esperando a que suban a la montaña rusa.

—Vamos.—dijo de repente.

Parpadeé, incapaz de comprender lo que me decía.

Dedujo la expresión plantada en mi rostro, y una sonrisa seductora se formó en su boca.

—Subamos a la noria.

Mis 3 idiotas y yo© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora