Si tuviera una máquina del tiempo...

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Muchísimas veces en mi corta pero histórica vida me he parado a pensar qué haría si tuviera una máquina del tiempo.

He observado que la mayoría de niños dicen que viajarían al futuro para así ver con quién se van a casar o incluso cuándo van a fallecer; sin embargo, también hay que nombrar la opinión de los más veteranos de la vida, los cuales aseguran que ellos volverían atrás en el tiempo ya sea para reencontrarse con personas que se han marchado, despedirse de otras, o incluso advertir a otras tantas sobre lo que les va a pasar.

Todo esto me hizo pensar una noche en qué haría yo con mi máquina del tiempo, y sinceramente, estoy con los veteranos.

Sí, realmente lo pienso así. ¿Para qué voy a querer yo saber con quién me voy a casar, cómo serán mis hijos o cuándo y cómo falleceré? ¿Qué gracia tendría la vida entonces?

Perdería el sentido levantarse cada mañana sin esperar que ocurra nada y llevarte sorpresas o disgustos.

No, está claro que yo me quedo con la idea de viajar al pasado.

Y tras decidirlo, me tomé un tiempo para pensar en qué haría o a qué edad regresaría, y sinceramente, eso sí que no pude elegirlo. Me quedaría con todo.

Volvería a mi temprana infancia, cuando empecé el cole con tres años. Recuerdo que incluso me gustaba.

Solía pasarme los días en el parque del colegio, jugando a papás y mamás y odiando a los chicos que nos derribaban las casitas de muñecas con su pelota de fútbol.

Añoro esa época donde todo lo que nos preocupaba era que se hiciera de noche para regresar a casa, y nuestra mayor tragedia era ese "pues ya no soy tu amigo" que nos solían decir para conseguir de nosotros lo que querían.

Soy de la última generación de los 90's, pero aún hay muchas cosas que añoro de aquellos años, como el "WhatsApp del colegio" que consistía en escribir papelitos en clase y pasarlos de unos a otros para que llegara a su destinatario. Siempre solía ser de algun niño que le pedía salir a otra niña aunque ni siquiera supieran lo que era ser novios.

También viví la llegada de los bolígrafos con goma, bastante caros en su tiempo, pero que nos hacían sentir poderosos porque éramos los únicos capaces de borrar la tinta de un bolígrafo; y la fiebre del yoyó, cuando lo más común era salir a la calle y ver decenas de niños reunidos en un círculo sólo para ver quién manejaba mejor las cuerdas.

Las niñas jugábamos al tejo y al escondite, o incluso a saltar a la comba, mientras que los chicos pasaban el rato con su pelota o sus chapas de botellas.

Pero concretamente, si me quedara con elegir alguna edad... Creo que me quedaría con dos.

La primera: Mis cuatro años.

Sonará estúpido querer regresar a tan temprana edad, y seguro que muchos no se acordarán de su infancia desde tan temprano, pero yo, por ejemplo, sufrí una pérdida irreparable a esa edad que ya marcaría el resto de mi vida.

Iría a ese 2004, entraría en esa enorme clase cuadrada llena de pegatinas y mochilas de colores colgadas del perchero, me acercaría a la mesa de cuatro donde hay tres niñas y un niño, al final del todo, y me acercaría a la niña de pelo rizado y mejillas inchadas.

La miraría a los ojos, y le diría: "No sabes quién soy, pero no pasa nada. Sólo te pediré una cosa, cuídala muchísimo, porque se va a marchar, y tardarás muchísimo tiempo en volver a verla. No puedo hacer que se quede, ni puedo hacerla regresar cuando se vaya, pero ella será tu ángel."

Después de esto, me levantaría y caminaría hacia la niña de coletas negras y cara de pocos amigos, la cual siempre estaba con el ceño fruncido. Me agacharía junto a ella y le abrazaría como si se me fuera la vida en ello.

Le sonreiría y le colocaría bien el pelo antes de decirle: "Sé que no te lo dije mucho, pero te quiero con toda mi alma, y siempre te voy a querer igual."

Y tras esto, seguramente me marcharía de nuevo a mi máquina del tiempo.

Y por segundo pero no menos importante, me iría a mis once años, a aquella edad donde todo yo empezó a cambiar de manera descontrolada, donde le tenía miedo a mis propios cambios de humor y la monotonía era mi perdición.

Me sentaría junto a mí misma en la cama, desconectaría el Messenger y me miraría directamente antes de advertirme sobre lo que va a pasar.

"Vas a tener que ser fuerte, tesoro, tan fuerte que hasta tú te tengas miedo. Intenta tener paciencia con mamá, todo lo que va a hacer es por el bien de la familia, por ti y por tu hermano.
>>Disculpa a papá, la mayor parte de las veces no sabe lo que hace, pero no le tengas rencor, todo el mundo se equivoca y digamos que es pésimo haciendo algo bien.
>>Vas a tener que convertirte en la segunda madre de tu hermano, aunque ya lo llevas siendo desde hace años, ¿verdad? Créeme que nadie mejor que yo lo sabe.
>>Con 14 años conocerás a tu primer amor. Pensarás que no hay nada más maravilloso en la vida que estar enamorada, y quizás tengas razón.
>>Te partirán el corazón por primera vez, y será entonces cuando te des cuenta de lo que duele, y por suerte o por desgracia, eso te irá congelando por dentro.
>>Habrán más amores, claro que los habrán, y cuanto más pase el tiempo y más daño te hagan, menos querrás volver a cometer el error de caer en el amor.
>>¿Un consejo? Jamás dejes que nadie te diga lo que tienes que hacer o no. Te darás cuenta quienes son los de verdad y quienes no debieron estar nunca, y aprenderás a que un músico no sólo rompe cuerdas de guitarra, y que unos ojos verdes cautivan más que dos palabras de amor.
>>Pero, ¿sabes qué? Eres fuerte, y el tiempo te hará fuerte. No cambies por o para nadie. Pues nadie tiene ese derecho sobre ti.

Y entonces, me levantaría de la cama, abrazaría a mi madre, le diría "Gracias", y me marcharía de nuevo al presente del 2016.

No, quizás todo esto no cambie nada de mi vida actual, y sinceramente no creo que haya nada que cambiar, pues soy como soy gracias a todo lo que he vivido, y jamás debo olvidar del lugar de donde vengo.

Pensamientos en una BotellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora