Y de repente, pasaste tú, como pasan casi todas las cosas buenas en la vida, sin darme cuenta siquiera de que habías llegado para quedarte.
Rompiste puertas, derribaste barreras y te instalaste en mi pecho de la forma que sólo tú sabes.
Ahora miro atrás y no me arrepiento de nada.
Soy inmensamente feliz y precisamente tú eres la razón de esa felicidad, el motivo por el que mis días amanecen sonrientes y mi corazón vuelve a latir fuerte de nuevo.
Tú y sólo tú has traído aire fresco a mi vida, una ráfaga de alegría que me llena las alas y me hace volar lejos, a ese mundo que hemos creado juntos.
Hay tanto por sentir y vivir antes de que el sol desaparezca cada día, que a veces deseo que los días pasen a tener más horas, que duren más que un suspiro y así poder dormir con una sensación diferente en el cuerpo a esta que cada noche lamenta no tener más tiempo a tu lado.
Sé que pido un imposible, pero... Es que desde que estoy contigo siento que todo es posible, que si he conseguido enamorar a una persona tan maravillosa como tú, bien podría ser capaz de mantener al sol unos instantes más brillando, lo justo para robarte un último beso antes de irnos, un último abrazo antes de que la luna nos cante y el sueño nos venza.
Aunque bueno, si no consiguiera alargar los días tampoco importaría tanto.
Puede que no sepamos encontrar el camino de regreso a la oscuridad, pero no veo problema a hacer noche en nuestro mundo, que para eso lo tenemos.
Ahora que lo pienso, ojalá los días duraran un par de horas menos, ojalá que la noche nos sorprenda siempre juntos, ojalá vivir para siempre en ese mundo nuestro que nadie entiende.
Ojalá. Ojalá nosotros. Ojalá siempre tú.
(27/06/16)
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Pensamientos en una Botella
ContoPequeñas historias en cada capítulo donde quizás os podráis sentir identificados con algo que se relate en ellas. Aviso que esta historia está hecha desde un punto de vista personal, y no se nombrará a nadie con el nombre real, sino con apodos para...