Otra noche más en mi habitación, sentada en el alféizar de la ventana mientras abro la jaula de los demonios de mi cabeza, la cual me paso gran parte de mi día evitando rozar.
Los demonios son mucho pero pequeñitos, y se muestran como pensamientos y recuerdos dolorosos, pero no es a ellos a quien temo.
Es al demonio mayor, ese formado por todos los demonios pequeños que se muestran al principio, salvo que esta vez no muestra malos recuerdos o pensamientos dolorosos, sino que se manifiesta como todo lo contrario.
Te muestra recuerdos buenos, de esos que te hacen sonreír con sólo el principio, o a veces, si es muy fuerte, puede hacerse acto de presencia como un olor, una voz con eco, o el sonido de una risa.
Es entonces cuando verdaderamente estás perdido, pues nada puede hacerte más daño que el buen recuerdo de algo que ya no tienes. El recuerdo de momentos felices que se han esfumado igual de rápido que como llegaron.
Hoy me he parado a charlar con mis demonios pequeños, y a decir verdad, no son tan malos como parecen. Simplemente hacen su trabajo.
He hablado con la melancolía, con el rencor, la tristeza y la memoria, y sí, por mucho que os pueda sorprender, la memoria también puede presentarse como uno de los peores demonios que puede haber.
Me mostraron lo que un día fue y ya no será, lo que pudo ser y no fue nunca, y lo que jamás será por culpa del miedo a intentarlo.
No hay nada peor que arrepentirse por lo que NO se ha realizado, pues quizás pierdas oportunidades que jamás podrás repetir.
Incluso se me ha mostrado como imagen de un futuro no muy lejano y certero. Todo producido por una llamada de teléfono cercana producida hace días que volvería a trastocar un poco mis planes, pero que ha pasado porque debía pasar y ya está.
Dicha llamada me ha hecho ver que las cosas son como son porque nosotros las hacemos ser así. Que de ahora en adelante me fije menos en los contras y los pinte como pros, que la vida es corta para andar pensando y buscandole la sexta pata al gato, y que hay que vivir sin importar las consecuencias que traigan consigo nuestros actos si la meta es ser feliz.
Luchar cada día por lo que se tiene en mente sin pensar en el "qué dirán" o las prohibiciones que nos pueden poner. Ser feliz es la meta, tú decides.
Yo ya tengo claro que cuento conmigo.
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Pensamientos en una Botella
Short StoryPequeñas historias en cada capítulo donde quizás os podráis sentir identificados con algo que se relate en ellas. Aviso que esta historia está hecha desde un punto de vista personal, y no se nombrará a nadie con el nombre real, sino con apodos para...