Capítulo Once

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- A mí también me da gusto verte de nuevo sobrino - menciona con arrogancia.

- ¿Qué quieres? - se pone de pie dispuesto a marcharse.

- He escuchado que mi sobrino preferido había regresado al pueblo, así que quise pasar a saludarte.

- Pues no me interesa escucharte - se da la vuelta, pero este se cruza en su camino.

- ¿Qué hay de la manada?

- ¿Qué hay de qué?, no te interesa - lo esquiva, pero lo detiene de nuevo.

- Veo que eres un alfa, lo huelo, ¿qué ocurrió?

- No hay nada que te interese.

La plática se dio por terminada cuando el alfa lo miro con sus ojos encendidos y sus colmillos perfectamente afilados en señal de amenaza, una amenaza que no quería saber si cumpliría por lo que dejo las cosas como estaban y solo se marchó, había llegado por un propósito y ese propósito lo llevaría a cabo, aunque su sobrino fuera un alfa.

[...]

Al término de la semana Scott les había contado todo lo que sabía, las criaturas que habían matado y los problemas que habían tenido al hacerlo, también las pérdidas que eso conllevo.

Si bien el sabia lo difícil que fue llegar a donde ahora estaban el sentir que retrocedían un paso más lo desquiciaba, no encontraba la manera de salvar a su mejor amigo, por más que se dedicaba cada tarde luego del entrenamiento a revisar bestiarios que no comprendía, que investigaba a cada miembro de la manada, pero seguía de la misma manera, no tenía ni la más remota de quien podría ser su compañero.

Para ese fin de semana el alfa había entrado a la veterinaria completamente cubierto en sudor, se había dedicado los últimos días a correr, a distraerse de sus sentimientos, a olvidar que el castaño se juntaba cada vez más a aquella pelirroja, investigando cada tarde sobre proyectos o sobre asuntos de la manada. Ya no le importaba siquiera el encontrar a su compañero.

- ¿Dónde has estado toda la mañana? - explota el moreno en cuanto este entro.

- Salí a correr - respondió simplemente.

- Sabes que el tiempo se nos termina y además tu tío solo está merodeando en cada cosa que hacemos, ¿y tu sales a correr como si nada?

- No tengo nada que hacer.

- Sabes a lo que venimos, ¡el tiempo se nos acaba Derek!

El alfa suspiro pesadamente y busco entro los cajones del escritorio, sacando una lista arrugada y ya maltratada.

- ¿Qué haces? - le pregunto ignorando la hoja de papel.

- ¿Qué es esto? - le cuestiono.

- No lo sé.

- ¿No lo sabes?, ¡pues es una lista de posibles prospectos a compañero de tu amigo Stiles y no me habías dicho nada, además se ve que te va bien investigando a personas a sus espaldas! - escupió con molestia.

- ¿Acaso eso importa?, ¡además, esa lista la ha hecho Deaton no yo, solo investigo los que tienen lazos con el!

- Pues tú y Deaton se pueden ir a la mierda, no seguiré con esto, veré como largarme de este lugar.

- No puedes hacer eso, no si yo no acepto, venimos juntos y nos iremos juntos.

El alfa lo miro molesto y con su respiración agitada del enojo acumulado.

Contra el Tiempo®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora