Capítulo Quince

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La piel blanca comenzaba cada vez más a tornarse esta vez de un color oscuro, los labios ya pálidos cobraban un morado peculiar, su tersa piel parecía resecarse conforme los días y aquel leve palpitar del corazón se perdía con el monitor de respiración.

Habían pasado exactamente 6 meses desde la partida de los lobos y en lugar de recibir buenas noticias al entrar al hospital, solo recibían el leve movimiento de cabeza de la enfermera y la mirada triste el sheriff que desde el primer día permaneció cada día a su lado, deseando oír de nuevo el parloteo diario que su hijo le brindaba.

Jamás perdería las esperanzas, aunque siempre le dijeran "Tal vez nunca reaccione Jonh" a él no le importaba, estaría sentado en esa silla ya desgastada por su presencia.

[...]

Los cuerpos de todas esas personas que habían desaparecido seguían llegando con rapidez, sabían quién era la causante, lo sabían y no podían hacer nada más que esperar, pero ¿como esperar a tu muerte?

Era complicado el pensarlo de esa manera, pero siempre tenían algo que los distrajera de sus problemas, Scott tenia a Allison, el otro Scott tenia aun su lista de prospectos, pero a juzgar por la mirada que Derek le regalaba al castaño sabía que algo se traían entre manos, Deaton tenía su trabajo, Lydia, a Lydia le gustaban las compras y Isaac comenzaba a pasar tiempo con todos, se había unido tras un problema familiar que entre todos supieron sacarlo adelante.

Para ese mismo día Peter había llegado acompañado de Braeden con el Derek que los había abandonado colgado del brazo del mayor, todos se encontraban en la parte trasera de la mansión cuando el olor a sangre capto su atención, no tanto por el olor a sangre, si no dé a quien pertenecía.

De inmediato Scott fue el primero en acercarse a la entrada.

Scott: Derek ¿qué paso?, ¿estás bien?

- Tiene acónito en su cuerpo, la bruja lo lastimo - respondió Peter en lugar el lobo.

Scott: ¿Bruja? – cuestiono - ¿A caso fuiste a buscarla? - estaba exaltado y no le importaba que estuviera por morir sobre aquel sofá, como podía ir a buscarla sin siquiera decirle nada.

- Scott, no es tiempo para eso - hablo Deaton en cuanto entro a la habitación.

- ¿Derek? - esta vez era el castaño que había entrado con su notable mirada de preocupación en su rostro - ¿Que paso, ¿estás bien? - este no respondía, estaba sumido en sus pensamientos, perdido en un mundo donde nada era complicado, donde solo él y aquella pequeña persona estaban.

- Vamos Derek, tengo que ir al instituto - menciona entre pequeñas sonrisas el castaño.

- Puedes ir más tarde, ahora solo quiero olerte un momento más - restregando su nariz en la nuca del chico que aún seguía recostado en la cama.

- Si sigo llegando tarde papá se enterará y te meterá una bala entre ceja y ceja y créeme que tiene buena puntería.

- Me arriesgare a eso - parecía un joven adolescente abrazado al delicado cuerpo del castaño, parecía que eso lo hacía diariamente y la verdad así se sentía, tan natural, tan perfecto la manera en que se complementaban.

- ¡Derek! - logro escuchar, pero no era de su castaño - ¡Derek despierta!

La voz en alto del castaño lo hizo regresar de aquel casi perfecto sueño, decía casi perfecto porque había muchas más cosas que quería experimentar, pero por acares del destino no lo podría hacer.

- ¡Vamos Derek, despierta! - grito a todo pulmón y este de inmediato abrió los ojos sujetando la mano del castaño instintivamente.

El castaño miro la mano del lobo sobre la suya y después miro al poseedor de esta, contemplo esos ojos verdes penetrantes y esa barba de días, tan perfecta para acariciar, pero tan prohibido el solo pensarlo.

Contra el Tiempo®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora