Epílogo

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Sus manos acariciaban su mejilla delicadamente, tratando de conservar su tacto permanentemente, sonreía con la idea de permanecer de esa manera por siempre. Jamás creyó que ese momento llegaría, que después de haber ignorado al humano durante tanto ahora no supiera que hacer sin esa chispa en su mundo.

Había transcurrido una semana desde su regreso y solo había logrado visitarlo cada día a su casa, no habían vuelto a hablar de las palabras del moreno, este no quiso presionar pues sabía que sus recuerdos aun no eran claros y concisos. Aun así, mantenía la esperanza de que el menor le correspondiera.

- ¿De nuevo vas a verlo? – pregunto Isaac desde la estancia del loft.

Este solo contesto poniéndose su chaqueta de cuero.

- Deberías darle su espacio - sugirió.

- ¿Qué me aparte? - con cierto toque de molestia.

- No, solo que le des un tiempo para asimilar el cambio, debe ser difícil que de sentir el rechazo ahora reciba atenciones de tu parte.

Era verdad, ¿Pero que más hacer?

Recordaba cuando lo tenía entre sus brazos y su respiración casi era escasa, como su pulso disminuía y el simplemente no sabía qué hacer, lo perdía.

- No puedo dejarlo - solo pudo responder para después marcharse.

Estaba claro que su decisión era tenerle por lo menos cerca de su lado a vivir apartado de por vida. Así era feliz.

El menor se había alejado cada vez más de su lado, el motivo nadie lo sabía, tal vez y el lazo él no lo sentía, cabía esa posibilidad y por eso no se le veía en las reuniones y muy rara la vez que se acercaba al alfa cuando lo buscaba en el Instituto, el mayor se había vuelto tan insistente que solo lo miraba alejarse en otra dirección donde estuviera él.

Muchas veces le habían dicho que solo se rindiera, que lo dejara seguir, que el simplemente no sentía el lazo de compañero, pero él no podía o más bien no quería dejarlo.

Por ello había llegado a su puerta como cada tarde, pero había algo distinto que le causó extrañeza he incluso cierta molestia. Era el olor de otra persona en la casa, un olor que sabía que no pertenecía al sheriff, lo conocía a la perfección y tampoco de Scott ni nadie de la manada, era Malia.

Toco un par de veces impaciente a que el menor le abriera, pero había tardado lo habitual en abrir, sus nervios estaban de punta al escuchar las carcajadas que provenían de la habitación del castaño.

Volvió a tocar hasta que esta se abrió con Malia recibiéndolo con su típica sonrisa que solo le mostraba a su compañero.

- Malia - menciono como reclamo a su estadía en la casa del menor.

- Derek - respondió del mismo modo.

- ¡Derek! - escucho la voz del menor desde la parte de atrás de Malia.

Su sonrisa se formó en sus labios al verlo y eso provoco que su lobo rugiera de felicidad de tenerlo cerca, satisfecho con tan solo esa acción.

Este paso sin que su prima le permitiera el acceso a la casa y se acercó al humano revolviendo un poco su cabello, él no era de muchas palabras y tampoco de expresar sus sentimientos abiertamente, pero estaba en proceso de hacerlo.

- ¿Qué haces aquí Derek? - reclamo Malia con molestia cerrando la puerta detrás de ella.

- He venido a ver a mi compañero – respondió con tono seco causando el sobresalto del humano al escuchar sus palabras.

Él ya estaba enterado de eso, Scott se había encargado de que lo tuviera en cuenta a diario y hasta parecía que él era el más interesado en que sintiera el lazo, ya que el moreno parecía solo tener intenciones de una bonita amistad, pues no pasaba de visitarlo cada día y de espiarlo en el Instituto lo que causaba cierto escalofrió por el acoso, pero aun así no le disgustaba, al contrario de eso, sentía el confort que le brindaba tenerlo cerca.

Contra el Tiempo®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora