Los ruidos eran interesantes. Nuevamente él había traído a una chica a su casa... ¿Por qué simplemente no se limitaba a dejar de traer una que otra prostituta después de divorciado?
Tragué saliva. Por un momento creí que mis pensamientos había salido por una parte de mi boca. Las palabras me hicieron llevar mis manos a mis labios para controlar las horribles palabras que deseaba decirle a mi Padre.
—Nos vemos luego, cariño —Dijo aquella mujer. Me quedé mirando a mi Padre... Siempre las echaba de casa con desprecio cada vez que saciaba su sed de sexo.
—Claro— Dijo ignorándola por completo. Me quedé sentada en uno de los escalones mientras él cerraba la puerta y luego se rascaba la nuca sin darse la vuelta —¿Cuanto rato llevas allí, Ells?— Me quedé en silencio. Suspiré.
—He escuchado todo, Robert —Dije llamándole por su nombre. Mi Padre era un hombre de aspecto juvenil... Técnicamente yo no fui planeada. Mis Padres me tuvieron a los quince años... Sí, demasiado jóvenes. Mi Madre se cansó de lo infantil de mi Padre y le dio el divorcio después de años de súplica. Claro, ella se fue a Inglaterra y me dejó aquí con él... Hija de puta egoísta.
—Pues ni modo —Dijo quitándose la bata y dejando ver sus bóxer negros. Suspiré. Mi Padre no era un adulto común y corriente... No, él quería seguir siempre joven y hermoso...
—¿Te vestirás? ¿Irás a dejarme al insti?—Enarcó una ceja.
—No te he comprado una motocicleta para nada, preciosa —Dijo mientras prendía un cigarrillo.
— Pero... No se bien usarla. ¿Y si me pasa algo malo? Laura te mataría— Puso ojos como platos. Ese era el nombre de mi Madre.
—No metas a esa perra aquí— Dijo indicando su cuerpo y el mío —Tú y yo somos solos. Nadie más ¿Comprendes?
— Joder, madura—Dije tomándo mi bolso.
—Madurar es de frutas. Soy un ser humano — Dijo entre risas. Suspiré.
—Lo que digas, Robert —Dije cerrando la puerta a mis espaldas.
Desde que tengo memoria odiaba escuchar las interminables peleas de mis Padres... Pero sobre todo odiaba cuando me culpaban a mí de sus peleas. Nunca necesité psicólogos pero tampoco necesité del todo a mis Padres... Me criaron como una hermana de ambos. Como una cría inmadura e insensible... Y la verdad es que puedo llegar a ser muy insensible a veces... Mi Madre se fue a casar con un viejo rico para luego volver a por mí y darnos una buena vida. O eso dijo. Aunque para ser sincera, me veo aquí por muchos años más.
De que tengo amigos si tengo... Tengo tres. Se la pasan a mi lado siempre... Sobre todo Fernando, mi mejor amigo. No sé que haría sin él aunque nuestras peleas son interminables. Pero siempre, siempre, me pide perdón al terminar el día porque sabe que yo jamás admito mis errores... Soy igual de terca que mi Padre. Es la realidad.
—Hola Eli —Dijo Fernando acariciando con brusquedad mi cabeza— ¿Qué tal el día? ¿Has visto otro par de putas hoy? —Se rió. Apreté los labios.
—No sé cual es la puta manía de llevar a niñas que podrían ser mis hermanas a la casa para follarlas... Es... Asqueroso— Dije buscando la palabra adecuada.
—¿No has pensado en decirle que deje de hacerlo? —Me encogí de hombros.
—¿Yo decirle a Robert Lacostt que lo que hace está mal? ¿Por quién me tomas? Quiero estudiar arquitectura, no psicología— Dije a regañadientes. Sus ojos miraron la nada... Me pregunté como hacía él para viajar a lugares desconocidos y luego aterrizar en la realidad.
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Sin miedo a nada. [TERMINADA]
Teen FictionElizabeth es una chica normal de apenas unos 17 años de edad. Sus supuestos Padres estan mal de la cabeza. Ella no puede recordar más cosas que torturas y malos momentos que pasó con ellos. Tiene traumas que nadie puede cambiar en ella... Le cuesta...