Capitulo 20

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Bradd seguía allí, sentado junto a la puerta en el suelo. Me miraba y yo a él. Esto iba de mal en peor... Lo quería, pero también quería dejarle... No nos hacíamos bien el uno al otro. Atlanta no me hacía bien a mí y él no estaba dispuesto a irse conmigo. ¿Qué clase de loco amor era el nuestro?

Lucifer se paseaba de un lado a otro mientras Braddie me miraba con cautela e indiferencia. Llevábamos más de siete horas así. Sin hablar, sin decir una puta palabra. Las cosas se fueron de control, se me salieron de las manos y de las de él... El sentimiento que sentíamos que era amor, hoy, se estaba transformando en una tragedia y nada más.

La boca de Bradd se abrió para por fin decir algo, pero la cerró al instante de haberla abierto. Bajé la mirada y luego eché mi cabeza hacia atrás para golpear la pared con ella. Bradd frunció los labios e hizo lo mismo. Lexi había llamado a los dos móviles que estaban en la casa, pero ninguno de los dos quería atender. Llamó también al teléfono de la casa, pero sólo atendió la contestadora.

—Contesten hijos de puta—Decía—Estámos todos preocupados... Elizabeth, tú eres la más cuerda, atiende el teléfono. — La línea se cortaba. Al rato, Bradd decidió que sería una mejor idea desactivar la contestadora por unas horas. Y así estábamos desde la hora cinco. Sus ojos me miraban de vez en cuando, sus manos temblaban al igual que las mías... Y ninguno de nosotros se acercaría al otro para decir algo.

Tocaron la puerta, era Boris. Hablaba muchas cosas desde afuera, no entendía nada. No había comido ni bebído nada desde la mañana... Y tampoco pensaba en hacerlo mientras Bradd no lo hiciese. Bajé la mirada, tiritaba de miedo, pero también de pánico.

— ¡Chicos! ¡Den una señal de vida!— Hubo un largo silencio. Ni Bradd ni yo dijímos algo. Sólo hubo un silencio eterno que nos consumía a ambos por estar tan calmados y algo inquietos al mismo tiempo. Fue entonces cuando algo comenzó a introducirse por la puerta. Bradd se puso de pie y puso el pestillo, se sentó en el suelo y, sus ojos volvieron a centrarse en los míos. Sus párpados estaban fríos como rocas, sus ojos grises estaban más apagados de lo normal. El espejo que estaba a las espalda de Bradd me dejaba darme cuenta de que mi aspecto no era del todo diferente. Mis pupilas estaban lo más dilatadas posibles mirándole con desdén. ¿Quién odiaba más al otro ahora? Era increíble como el amor que sentíamos se iba desvaneciendo.

—¡Elizabeth!—Chilló Lucas del otro lado. Comenzáron a patear la puerta, Bradd no reaccionó ante ello y yo tampoco. Hubo un largo silencio nuevamente... Entonces, mi móvil comenzó a sonar. Era una llamada que no tenía durante semanas. Fernando. Miré a Bradd y él, con curiosidad levantó la mirada. Dudé. Podría contestar y decirle que viniese por mí, pero no sería justo dejar a Bradd con las preguntas de nuestros amigos. Apagué el móvil y lo lancé sobre el sofá. Bradd formó una leve sonrisa con sus labios y luego, sin más preámbulos, comenzó a tararear una canción. Me tapé los oidos en señal de mala música, y él, dejó de tararear. Entonces, su móvil comenzó a sonar. Ambos nos mirámos y me mostró sin dudar el nombre que allí marcaba. Era Leonardo. Dudó y dejó caer el móvil al suelo. Lo cual, provocó que los que estaban afuera se dieran cuenta de que adentro había vida.

—¡Abran la puta puerta! —Chilló Lucas nuevamente del otro lado. Nuevamente, ninguno dio respuesta alguna. Bradd se quedó en silencio mientras me observaba aún más fijamente. Dejé caer mi cuerpo completo al suelo y me recosté sobre mis manos. Bradd me miraba confundido, y, sin dudarlo, se echó hacia atrás nuevamente sin mirarme. Me quedé otra vez en silencio ¿Cuánto más duraría esto?

—¡Elizabeth! ¡Por el amor de Dios! ¡Abre la condenada puerta! —Esa voz era la de Fernando. No había duda alguna que era la de él. Bradd apretó su mandíbula y me miró, esperándo que dijese algo o hiciera algún movimiento extraño. Lo único que supe hacer, fue mover mi mano para tapar mi rostro con mi cabello largo.

Sin miedo a nada. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora