Capitulo 23

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Roto... Sí. Mi corazón estaba roto mientras divisaba a aquella pareja de aves volando juntas. Lucifer también las espiaba, pero él las miraba para devorarlas... Tendría hambre de seguro.
Sus ojos grises me miraban desde hacía dos días... Félix tuvo cosas que hacer y optó por atrasar un poco los pasajes. Nos íbamos en la mañana del día siguiente de hoy. Sí, aún tengo que pasar una noche más aquí en Atlanta... Es como si el destino quisiese que me arrepintiese y me quedase aquí ¿con qué objetivo?

—Quédate quieto, imbécil. —Dije a Lucifer mientras arañaba mis vaqueros. El gato se apartó indignado y se posó sobre una rama del bosque.

Sí, era el mismo bosque en donde Bradd había cortado conmigo. ¿A quién le importaba de todos modos?

—Ya verás, me casaré con un hombre de dinero, que se muera por mí... ¡Y seré feliz! —Chillé mientras Lucifer ronroneaba en mis pierna otra vez. El animal notaba cuando estaba mal... Puto gato.

Tal vez, si dormía un poco en el prado, el día pasaría más rápido y pronto me iría a Ottawa. Pero nada de eso sucedería en un dos por tres. Bajé la mirada y me encontré con el puto gato mirándome... Suspiré y me dispuse a caminar a la carretera.

Miré la muñequera de cuero que me había regalado Lucas como regalo de despedida y suspiré.

—Juro que jamás me la voy a quitar de ahí. —dije para mis adentros.

El aire estaba bastante cálido, pero al mismo tiempo estaba algo frío... ¿Qué sería ahora de mi vida? Metí mi dedo índice a mi boca y le mordí con fuerza mientras le dejaba sangrar un poco. Lucifer estaba a mi lado, mirándo el frente. El condenado gato tendría que irse a Ottawa conmigo de todos modos, no había nada más que decir sobre ese pequeño y suculento tema.

La casa en donde me estaba quedándo era la pequeña cabaña que arrendaba Félix por tres días. No quería que entrase en contacto ni con Lexi, Boris ni mucho menos Bradd. Le encontré la razón y no protesté cuando me trajo hasta aquí... Aunque quería dejar fuera de mi alcance también a Lucifer. Pero eso no se lo permití.

Félix estaba arreglando las últimas cosas mientras yo entraba por la puerta pequeña. Sus ojos oscuros me miraron cautivos mientras yo apenas le miraba.
No me dijo nada y aquello lo agradecí. ¿Había algo de que hablar, de todos modos? No. No lo había.

Lucifer subió arriba de una de las maletas de mi Padre y este le apartó con desdén.

—Vuelve a tocarlo y me acrimino contigo, viejo. —dije mientras Lucifer buscaba protección en mí.

—Deberías echar a ese animal a la calle. —Anoté con firmeza esas palabras en mi mente.

—Cuando estés por morir, diré eso a la enfermera. —Dije disgustada. Él me miró y frunció los labios, pero no me dijo nada más. Si seguíamos hablando, terminaría por irme de aquí, pero no a Ottawa.

—¿No quieres hacer nada hoy? —Lucifer pasó su cola negra y peluda por mis piernas. Negué con la cabeza.

—No hay nada que hacer.

—Podemos salir a comer a algún lado... —dijo buscándo un tema de conversación.

—Oh, claro. Podríamos salir al aeropuerto mañana por la mañana. —Suspiré. —Asume esto, ya no somos amigos. Nunca más. —Dije entrándo a la habitación que compartíamos para recuperar mis cosas.

—Oye. —dijo tomándome de los hombros para mirarle. Félix era idéntico a mí... Por eso yo sabía lo manipulador y posesivo que podía llegar a ser aveces. No se diferenciaba mucho en eso con mi ex novio. —Intento hacer las paces, ¿dame algo de crédito? —Negué con la cabeza.

Sin miedo a nada. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora