—¿Qué crees que estás haciendo, Gonzalo? —pregunta Leo al llegar y ver que yo todavía estoy haciendo el giro de exhibición—. ¿Y tú, Boris? Dices que Gonzalo tiene un buen, ¿qué?
A pesar de que Leo tiene casi la misma edad que los chicos, no pueden evitar verlo como el «profe» y por lo tanto, todos se apresuraron a ocultar lo que tenían a la vista pública y sometido a concurso. Por mi parte, también, quedo congelado pues no sólo siento que soy culpable de algo malo, sino que el tono de voz de Leo no suena nada bien... está molesto. Como yo guardo silencio, Boris, evidentemente avergonzado, dice:
—Eh... Leo... digo que... Gonzalo tiene... un lindo... traje; eso, eso es... un lindo traje... Está nuevito y es de un azul muy... muy... bonito, eso; muy lindo, sí señor.
Leo lo mira dejándole constancia de que no le cree en lo más mínimo; y luego me mira a mí.
—¿Y tú? Estás modelando tu... «traje» para que los chicos, ¿qué? ¿Para que lo aprecien mejor? ¿Quieres que vean sin lugar a dudas el bonito «traje» que tienes? —me pregunta Leo.
—Eh... sí —contesto y me siento verdaderamente estúpido.
—¿Y qué harás si alguno lo quiere?
—¿Eh? —pregunto sin salir de mi estado de estupidez y cayendo recién en la cuenta de que está hablando con doble sentido.
—Boris ya dijo que lo encontraba muy... bonito. ¿Qué harás si Boris quiere tu... «traje»? ¿Se lo prestarías?
—¿Eh? —continúo con ese estúpido monosílabo y supongo que debería tener una expresión facial que confirma y refuerza el estado congoja, estupidez y culpabilidad que me agobia.
—¡Venga, Leo! ¡Que no pasa nada! Pareciera que ya te olvidaste de cómo son estas cosas en los vestuarios colegiales —dice Boris riendo, pero creo que lo hace hipócritamente para intentar suavizar las cosas.
—Por el contrario, Boris. Me acuerdo muy bien. Y ya he visto como puede terminar este asunto de que uno tiene un lindo «traje», otro lo quiera, y el primero termine «prestándoselo».
Miro a Boris y veo su rostro con un rojo encendido; siendo tan blanco y tan rubio, eso es más que evidente. Según ese rubor, me parece que Boris no sólo había seguido la corriente con el doble sentido, la metáfora que Leo ha venido usando, sino que ya lo debe haber experimentado: de seguro ya habría encontrado antes a un chico con un lindo «traje» y éste se lo habría «prestado». Eso me hace acelerar el corazón. «"¡Rayos! Ya no es sólo Felipe. Es posible que Boris también", pienso. "La famosa lista que Francis había levantado con motivo de buscar candidatos que se volaran mi virginidad el día de mi cumpleaños y cuyos miembros habíamos descartado, no estaba tan descabellada después de todo; aunque no recuerdo que en esa lista estuvieran ni Felipe ni Boris... ¿Cómo se le pudieron pasar por alto estos dos Adonis?", pienso.»
Como Boris no dice más nada y los otros guardan silencio un poco avergonzados, Leo ordenó:
—¡Hala! ¡Venga! Vamos a hacer unos ejercicios de calentamiento.
Francis, al estar a las puertas del cumplimiento de su más preciado sueño, por un momento pierde el control de su lengua:
—¡Sí, sí! ¡A calentarnos! ¡A ponernos muy calientes! Yo quiero... —Pero se interrumpe al encontrarse sus ojos con los de Leo que ha leído su expresión sin lugar a dudas.
Ya en el gimnasio, Leo nos pone a hacer varios ejercicios, con saltos y moviendo las manos desde arriba de la cabeza hasta los lados, unas cuantas «lagartijas», varios tipos de abdominales y luego se dispuso a enseñarnos las elongaciones que son las apropiadas para este deporte. Algunas de estas es necesario hacerlas en parejas y tal como había anunciado antes, Leo me obliga a hacer pareja con Francis e hizo caso omiso de todas las objeciones que mi hermanito y «otro yo», puso. De la misma manera, tampoco tomó en consideración las objeciones de Andrés cuando lo puso en pareja con Felipe su hermano. Colocó a Boris con Xavi y como Samuel quedaba solo, el mismo Leo hizo las elongaciones con él. Francis está furioso.
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Sexohólico
Teen Fiction[Divertido romance erótico de temática gay chico X chico, con contenido adulto.] Un chico tímido, recatado, buen hijo, buen estudiante está esperando cumplir sus quince años para hacer su sueño realidad: perder de una vez por todas esa molesta cosa...