El sol se hizo presente en el cielo despejado, provocando que entren pequeños rayos por las ventanas de casi todas las casas. Alan frotó molesto sus ojos pero a la vez ansioso pues había tenido un sueño raro en el que él se encontraba con Austin, quien estaba jodidamente bueno. Entonces iban a su apartamento y se besaban y...
— Buenos días, dormilón —dijo una voz, interrumpiendo sus pensamientos. Alan viajó la mirada por los brazos tatuados que abrazaban su cuerpo hasta el rostro del dueño de ellos.
— Buenos días... —habló él, algo atontado. Entonces su sueño no era un sueño, sino que había sucedido eso. Cada una de las cosas... dios.
Austin soltó una risa al ver la cara de trasnochado que traía su pequeño mejor amigo. Había estado viéndolo dormir desde que despertó y realmente se dio la oportunidad de observar cada detalle, anotando mentalmente qué había cambiado y qué no. Y más de una vez se sorprendió soltando suspiros por lo tierno y hermoso que le parecía Alan. Incluso más que cuando eran niños.
Niños. Oh, suena tan lejano.
— Toma algo de mi ropa y ven que he preparado el desayuno —demandó el castaño, guiñando un ojo y sonriendo antes de salir por la puerta de la habitación.
En la mesa habían dos tazas con café, jugo de naranja, tostadas, huevos revueltos y hasta ahí había llegado la cocina de Austin. Pero a Alan le pareció perfecto.
Ambos disfrutaron del desayuno en un silencio para nada incómodo. Lo disfrutaban, y de vez en cuando se daban miradas para asegurar que no era solo parte de su imaginación. Seguían sin poder creer que estaban juntos.
— Entonces... —empezó Alan, pero pronto se quedó callado. Habían terminado de devorar todo lo que el castaño había hecho.
— ¿Entonces qué?
— Pues, no sé —hizo un pequeño puchero y Austin rió—, sólo quería que habláramos de algo. ¿Por qué justamente aquí? ¿qué hay de tu familia?
— Ah... —al mayor se le borró la sonrisa del rostro, apareciendo una mueca en lugar de ella. No quería hablar de eso, pero la mirada del pelirrojo le decía que no había escapatoria—, porque aquí estás tú. Te extrañaba mucho, extrañaba a mi mejor amigo y por eso estoy aquí. Mi familia... es un tema complicado, Alan. No hablemos de eso.
A Alan no le quedó otra que callarse junto a todas sus preguntas. Se notaba que Austin no quería hablar de eso y él lo respetaría.
Luego de la fallida conversación, el pelirrojo le propuso salir a caminar por la ciudad a su mejor amigo y éste aceptó. Así fue como ambos terminaron yendo hacia una heladería.
— ¿De qué sabor quieres, enano?
— ¿Enano? No es mi culpa que seas un enorme troll —se quejó el pelirrojo, mostrándole su lengua a Austin. Él se enterneció ante ello, dedicándole una gran sonrisa—. Y quiero de chocolate.
Los dos hombres salieron de la heladería con sus helados en mano y pararon al llegar a un parque. Alan fue el primero en correr hacia los columpios, sentándose en uno para seguir comiendo su helado de chocolate. Austin le siguió el paso y tomó asiento en el columpio de al lado.
— Mira como este "enorme troll" te ha comprado helado —dijo de forma divertida el castaño. El menor arrugó la nariz y volvió a mostrarle la lengua.
— Eres un troll. Un feo y torpe troll.
— Cállate.
— Cállame —Austin se quedó viéndolo cuando Alan terminó de hablar.
— ¿Con un golpe? —preguntó burlonamente. Él sabía a que se refería pero no quería darle lo que quería. No tan fácilmente. El pelirrojo hizo una mueca y volvió a comer de su helado—. Responde.
— No.
— ¿No qué? —continuó Austin. Quería que se lo pidiera de la forma correcta—. ¿Cómo quieres que te haga callar, pelirrojo?
Alan decidió ignorarlo, comiendo su helado que poco a poco comenzaba a terminar. Estaba nervioso y todo por culpa del idiota de Carlile. Por dentro se maldecía por haber dicho aquello en vez de continuar molestándolo.
Pero Austin no se rendiría tan fácil.
Tomó la cadena del columpio dónde Alan estaba sentado y lo atrajo a él, haciendo que la distancia de acortara entre ambos. Se acomodó de manera que ambos pudieran quedar frente a frente y acercó su rostro al del contrario, manteniendo su mirada fija en los ojos del menor, quién solo atinaba a ver hacia abajo. Austin dejó caer su helado y llevo su —ahora— mano libre a la barbilla de Alan, haciendo que suba la mirada para así poder ver los ojos verdes que poseía su mejor amigo.
— ¿Quieres que te bese, pequeño? —murmuró en voz baja. El menor sintió cómo sus mejillas comenzaban a calentarse y mordió su labio inferior con nerviosismo. No quería responder—. Dime...
La distancia entre ambos era poca y sus respiraciones tranquilamente se mezclaban. Unos centímetros menos y sus labios se tocarían... y Alan deseaba que sucediera eso. Sólo bastaba con decir una palabra y Austin lo besaría.
Una palabra.
— Bésame.
Austin sonrió en grande al escucharlo y no hizo esperar más. Sus ojos se cerraron al mismo tiempo que la distancia entre ambos dejó de existir desde el momento en el que sus labios se unieron, encajando perfectamente bien. El mayor guió el beso, manteniéndolo lento y tierno, siendo seguido por el pelirrojo, quien había lanzado el helado que le quedaba para así poder abrazar el cuello de su mejor amigo.
El beso duró unos segundos más hasta que Alan se separó al sentir algo vibrar en el bolsillo trasero de su pantalón, acabando con el momento romántico tras atender la llamada. Su bendita madre había llamado casi 20 veces y habían, por lo menos, unos 50 mensajes de parte de ella en whatsapp.
— ¿Hola?
— Hola... ¡¿Hola?! —repitió irónica, gritando a través de la línea telefónica. Alan alejó el aparato de su oído—. ¿Dónde has estado, hijo de tu bellísima madre? Ven ya a casa.
Alan respondió un simple "bueno" y cortó. Volteó a Austin y le dedicó una sonrisa avergonzada antes de dejar un corto beso en sus labios y decirle en dónde vivía.
— Hasta pronto, Aus.
— Hasta luego, enano.
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our beautiful tragedy [cashby]
Fanfiction❝¿estarás allí por mi tumba o serás la muerte de mi hermosa tragedia?❞ ⠀ ⠀ ⠀ 2016; -fronzilla.