¿Recuerdan al Alan Ashby amable, alegre y amoroso?
Pues murió.
Ver al pelirrojo por los pasillos era signo de que debías moverte antes de que él lo haga por sus propios medios. Llevaba un humor de perros desde hace varias semanas, como si el mismísimo diablo se hubiera apoderado de él, y nadie entendía el por qué.
Excepto Shawn, aunque no estaba seguro.
— ¿Qué ocurre, Alan? —preguntó el pelinegro cuando estaban en medio de la clase de Biología.
— Nada —respondió seco, sin dirigirle la mirada.
Y era en vano preguntarle algo. Hablarle era como exponerte a que te golpee; así de mal iban las cosas.
— ¿Y por "nada" estás tan de mal humor? Vamos, Alan. Sabes que pueden contar conmigo.
Alan lo miró de reojo y suspiró. No podía hacerle eso a él, el único que lo ayudó a pesar de su maltrato hacia todo el mundo.
— Cuando caminemos hacia nuestras casas te cuento —y volvió a fijar su mirada en la pizarra.
— Bien, dime qué te está pasando —dijo Milke apenas salieron del establecimiento.
Alan caminaba a paso lento y despreocupado, intentando respirar profundamente para evitar que su lado sensible se mostrara nuevamente hacia su mejor amigo.
En estos últimos días, su rutina era ir al colegio con un humor de mierda para después volver a su casa y encerrarse en su habitación a llorar hasta quedarse dormido.
— Quizá te parezca estúpido —comenzó de a poco— pero estoy mal porque lo extraño. Austin me ha dejado de ver, de hablar... ni siquiera responde mis mensajes y llamadas, y yo ya no sé qué hacer. He ido a su casa porque pensé que le había pasado algo pero con lo único que me encuentro es... con un tipo semidesnudo a quien no conozco —se detuvo por un momento y le hizo una seña para que lo siguiera hacia el parque raramente vacío, sentándose en uno de los columpios—. Le pregunté por Austin y me dijo «lo siento, cariño, pero está durmiendo», y me cerró la puerta en la cara. Es decir... ¿acaso no sabe que yo soy su pareja y tengo derecho a verlo? —se mantuvo unos segundos callado y prosiguió—. Me siento mal, Shawn. ¿Acaso hice algo mal para que no quisiera verme y me haya reemplazado?
Shawn permaneció escuchando cada una de las palabras y estaba a nada de explotar. Ese hijo de puta no le había contado nada y estaba haciendo sufrir a Alan... y se las iba a ver con Milke. Era un hecho.
— Alan, no intentes guardar tus sentimientos porque explotarás —le dijo y le revolvió el cabello pelirrojo a su amigo antes de seguir—. Sabes que me tienes aquí para ti. Si quieres llorar, hazlo. No te juzgaré ni me burlaré porque eres mi mejor amigo.
Alan sonrió brevemente antes de ponerse de pie y esperar a que su amigo le copie la acción para así abrazarlo con fuerza, apoyando su mejilla en el hombro del pelinegro, quién le correspondió y comenzó a darle caricias en la espalda.
Ahí fue cuando no lo soportó más y dejó que las lágrimas brotaran de sus ojos libremente, ocultándose en el pecho de Shawn. Odiaba verse así, odiaba sentirse así.
Fueron unos largos minutos los que pasaron hasta que Alan se calmó y respiró profundamente para calmarse, aunque ahora estaba un poco mejor.
Solo un poco.
— Vamos, te acompañaré a tu casa —le dijo el pelinegro al pelirrojo.
El camino fue silencioso, con un Alan pensador y un Shawn siendo homicida en su mente.
Pero fue al llegar cuando las cosas se complicaron. El pelirrojo se tensó y Shawn mantuvo sus manos hechas un puño.
— Alan... —comenzó Austin, pero el golpe del pelinegro lo calló.
Le había tomado desprevenido y, teniendo en cuenta que Austin era mucho más alto que Shawn, todo se iría a la mierda. Más de lo que estaba.
Pero antes de que pudieran continuar, Alan los detuvo y los miró fijamente a ambos. Algo había pasado entre ellos, eso estaba claro.
— Alto —dijo firme y tomó aire—. Shawn, gracias por todo pero ya puedes irte.
— Pero...
— En serio, gracias. Cualquier cosa yo te llamo —murmuró tranquilo hacia su amigo y éste asintió para luego dedicarle una mirada asesina al castaño e irse—. ¿Vienes aquí a explicarme qué mierda te pasa o qué?
La bipolaridad de Alan eran una de las cosas que más le sorprendían a él mismo. Hace tan solo unos minutos había estado llorando como magdalena y ahora estaba allí, tan firme y serio que asustaba.
— Bebé, lamento muchís...
— Ah —le cortó rápidamente y soltó una carcajada más falsa que su heterosexualidad—. ¿Lo lamentas? ¿en serio? Pues mira que no lo he notado ni un poquito. ¿Acaso vienes a decirme que me extrañas y que lamentas haberme evitado por semanas? ¿o que ya no me amas y no tienes las bolas para decírmelo en la cara de una vez?
— ¿De qué hablas? —pero él sabía bien de qué hablaba.
— Vamos, Carlile. Te he ido a visitar, ¿y con qué me encuentro? Con un desconocido casi desnudo en tu puta casa —Alan mordió su labio inferior, queriendo seguir igual de frío—. ¿Acaso ahora me dirás que es todo mentira? ¿que lo que vi no es verdad?
Silencio. Eso era la única respuesta que Austin tenía, y así fue como Alan confirmó sus sospechas.
— Vete.
— Bebé, perdóname —dijo el castaño, aguantando sus lágrimas.
¿Cómo había sido tan estúpido como para engañarlo? ¿cómo un simple beso pasó al sexo? Se odiaba.
— ¡Que te vayas! —gritó el pelirrojo al borde de las lágrimas. Ya no podía seguir.
Los gritos afuera de la casa hicieron que una mujer pelirroja se asomara por la puerta principal. Ella supo enseguida qué ocurría y tomó a su hijo de la mano para decirle que entrara a la casa, mientras que ella se quedó allí, viendo al adolescente que solía ser la alegría de su pequeño.
— Elizabeth...
— No, Austin —lo detuvo la mujer y negó con la cabeza, decepcionada—. Le has hecho daño a mi hijo, y eso es algo que yo no lo permitiré. Vete.
Y así fue como todo, poco a poco, se fue completamente a la mierda. Todo.
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our beautiful tragedy [cashby]
Fanfiction❝¿estarás allí por mi tumba o serás la muerte de mi hermosa tragedia?❞ ⠀ ⠀ ⠀ 2016; -fronzilla.