veinticinco.

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Caminó los últimos centímetros que faltaban para llegar a la puerta de la residencia Milke y miró hacia atrás, viendo como sus dos amigos estaban escondidos detrás de un árbol y levantaban los pulgares para indicarle que todo estaba bien.

Suspiró y tocó tres veces la puerta, esperando frente a ella con los nervios de punta y con muchísimas ganas de salir corriendo de ahí, pero sus planes se vieron arruinados cuando Shawn abrió.

— Antes de que digas algo, déjame hablar, por favor —pidió el pelirrojo y tomó una bocanada de aire antes de volver a hablar—. Sé que soy un hijo de puta al decirte ésto pero, Shawn, tú y yo no podemos estar juntos. Tú... sabes que no puedo superar a Austin y que saliendo contigo no hago ningún bien, ni para ti o para mí. Te quiero muchísimo, Milke, en serio. Has sido el mejor amigo que he tenido en la vida y me has ayudado en tantas cosas que no sé cómo agradecerte. Y me siento una mierda por no poder corresponderte pero... lo siento. Lo siento muchísimo —hizo una mueca, viendo al suelo—. Lamento si te he confundido estos días y todo eso. Lamento ser la peor mierda y haberme cruzado en tu vida.

Una vez que Alan terminó de hablar, no se animó a levantar la vista. Tenía vergüenza y se sentía pésimo por tener que pasar por cosas así.

— Hey, no te sientas mal —le dijo el pelinegro, llevando una de sus manos al cabello de Alan para desordenarlo—. Yo tenía claro en qué me estaba metiendo cuando nos besábamos. Por un momento creí que llegarías a gustar de mí y ahora sé que eso no va a pasar, y no me sorprende. No me sorprende porque se nota desde China que quieres a aquél tipo enorme, que fue un hijo de puta y lo odio un poco. Un poco mucho, vale. Pero, bueno, así es la vida —rió levemente e hizo que el pelirrojo levantara la mirada—. Te quiero mucho, Ashby. Igual, de todas formas, en algún momento iba a decirte que empecé a hablar con una chica hace un tiempo... y creo que me gusta.

— Creí que eras gay a morir.

— No todos los emos son gays.

— Ya, pero tú tienes pinta de serlo —dijo riendo— y mucho.

— ¿Acaso no te has visto al espejo? —preguntó Shawn, alzando una ceja—. En fin, no soy tan gay como parezco.

— Si la chica tuviera pene, ¿seguirías con ella igual? —al ver la mueca del pelinegro, Alan añadió—: ¿Qué? Solo pregunto.

— Me alegra que todo entre nosotros esté bien —comentó, sonriendo ampliamente.

— Lo mismo digo. Creí que te pondrías emo y yo también, y que planearíamos nuestro suicidio y todo.

— Exagerado —rió Shawn y notó dos cabezas asomándose detrás de un árbol—. ¿Qué hacen Kellin y Alex allí?

— Ah, me obligaron a venir —se encogió de hombros y sonrió—. Creo que ya debo irme. Nos vemos, Milke.

— Hasta pronto, Ashby.

Luego de despedirse, Alan caminó hacia donde estaban las dos personas que lo obligaron a ir. Les dedicó una sonrisa y sus amigos le respondieron con otras.

— ¿Y? —preguntó Kellin, emocionado—. ¿Todo está bien?

— Todo está perfecto —asintió el pelirrojo y soltó un suspiro de alivio—. Al parecer le gusta una chica.

— ¿Una chica?

— Sip.

— Oh, creía que era bien gay —comentó Alex, con una mueca, y terminó riendo—. Ustedes no paran de asombrarme.

— Lo sabemos —dijeron Kellin y Alan al unísono.

Y comenzaron a caminar nuevamente. El cielo ya se había oscurecido y el sol había sido reemplazado por la luna y las estrellas pero el clima no había cambiado ni un poco ya que seguía siendo agradable.

Alan se percató de que habían cambiado de rumbo, por lo que frunció el ceño.

— ¿A dónde iremos? —preguntó, viendo a sus amigos—. El camino a mi casa no es por aquí.

Tanto Alex como Kellin mostraron una sonrisas nerviosas, haciendo que el pelirrojo alzara una ceja, confundido.

— Eh... ¡heladería! ¡Eso! —exclamó el castaño de la nada—. ¡Iremos a tomar helados!

— Pero yo no quiero —se quejó, haciendo un puchero.

— Pero yo quiero, así que muévete —intervino Kellin, empujando al pelirrojo para que camine.

— ¿Por qué actúan tan raro?

— Porque somos raros —habló el pelinegro otra vez—. No jodas.

— ¿Estás en tus días? —preguntó Alan ante la actitud que tenía Kellin—. Porque estás insoportable.

— Tú eres peor que yo así que cállate.

Cuando llegaron a una heladería, Alan se apoyó en la pared y esperó, viendo a sus amigos. Los dos preguntaban por cada sabor que había, como si nunca hubieran comido helado en la vida.

Definitivamente actuaban más raro de lo que eran.

— Y... ¿éste como se llama? —preguntó Kellin, señalando a uno de los sabores que era verde y tenía chispas de chocolate—. ¿Es rico?

— Es menta granizada y ya me lo ha preguntado tu amigo hace un rato... —respondió el chico que atendía. Seguramente estaba harto.

— Ah...

— ¡Pidan de una vez! —les gritó Alan, girando los ojos—. Hace media hora que están preguntando por cada maldito sabor y no pueden decirme que nunca los han comido porque vivimos comprando helado.

Alan salió del local y se sentó en una banca que había afuera. Soltó un suspiro, viendo a la poca gente que caminaba por allí antes de ponerse a revisar su teléfono.

Le pareció raro que no tuviera ningún mensaje de su madre.

— Seguramente está feliz de que salga de la cueva —dijo al aire.

Al rato, sus dos amigos salieron con un helado cada uno. Lo comían tan lentamente que desesperaban al pelirrojo.

— ¿Vamos?

— No, queremos terminar nuestro helado aquí —habló Alex. Alan suspiró.

— En serio, ¿qué les pasa?

Y antes de que Alex volviera a responder, su móvil sonó.

— ¿Hola? —preguntó y dio una lamida a su helado—. Hola, Jacky. Sip, estamos tomando helado, ¿por qué? —y ahí apareció una gran sonrisa—. Está bien, bebé. Ya iremos —y cortó, sin borrar la sonrisa.

— ¿Qué?

— Nada —se encogió de hombros—. Como que ya me he cansado. ¿Vamos a tu casa? ¿sí? Genial, caminen.



si te digo que faltan unos dos o tres capítulos para que el fic termine... ¿cómo te quedas? wOWOWOWOWOW.

fronzak review mini!!!!!

our beautiful tragedy [cashby]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora